INTERNACIONALES.- “¿Qué será de los numerosos “procesos de reforma de la vida de la Iglesia iniciados por el Papa Francisco y que van más allá de las afiliaciones religiosas”?. El cardenal Baldassare Reina, vicario general de la diócesis de Roma, planteó esta pregunta en el centro de su homilía durante la misa del tercero de los novendiales en sufragio por el Papa. “El pueblo”, recuerda, “reconoció que era un pastor universal y la barca de Pedro necesita esta navegación amplia que va más allá de las fronteras y las sorpresas”. Y nuestro deber, continuó dirigiéndose a los cardenales concelebrantes, “debe ser discernir y ordenar lo que ha comenzado, a la luz de lo que nuestra misión exige de nosotros, en dirección a un nuevo cielo y una nueva tierra”. El riesgo, continúa el Cardenal Vicario en la Celebración que expresa la oración y el dolor de un pueblo, el de Roma, que llora a su obispo, es que «se pueda intentar vestir a la Esposa», es decir, a la Iglesia, «según las conveniencias mundanas, guiados por pretensiones ideológicas que desgarran la unidad de las vestiduras de Cristo».

Cardenales, obispos y sacerdotes concelebran la tercera Misa de los novendiales (VATICAN MEDIA Divisione Foto)
Buscando un pastor que tenga la mirada de Jesús
“Buscar un pastor hoy”, subrayó Reina a los más de 180 cardenales concelebrantes que participan estos días en las Congregaciones de preparación al Cónclave, que se inaugurará el 7 de mayo, y en particular a los más de cien que elegirán al nuevo Pontífice, “significa sobre todo buscar un guía que sepa gestionar el miedo a la pérdida ante las exigencias del Evangelio”.

Homilía del Cardenal Reina (VATICAN MEDIA Divisione Foto)
Un pastor, continúa, “que tiene la mirada de Jesús, epifanía de la humanidad de Dios en un mundo que tiene rasgos inhumanos”. Y, por último, confirmar “que debemos caminar juntos, componiendo ministerios y carismas”, como “pueblo de Dios constituido para anunciar el Evangelio”. Releyendo el pasaje del Evangelio de Juan proclamado poco antes, el cardenal vicario recuerda que la parábola de Jesús del grano de trigo que debe morir para dar fruto «narra el amor del pastor por su rebaño». Un rebaño de “ovejas sin pastor”
En este tiempo, mientras el mundo arde y pocos tienen el coraje de anunciar el Evangelio traduciéndolo en visión de un futuro posible y concreto, la humanidad aparece como ovejas sin pastor.
No es momento de retrocesos ni de alianzas de poder
Jesús, «el verdadero pastor de la historia que necesita su salvación», continúa el cardenal, «sabe el peso que pesa sobre cada uno de nosotros al continuar su misión, especialmente cuando nos encontramos buscando al primero de sus pastores en la tierra». Como en el tiempo de los primeros discípulos, explica Reina, «hay resultados y también fracasos, cansancio y miedo. El alcance es inmenso, y las tentaciones se cuelan en ese velo de lo único que importa: desear, buscar, trabajar en espera de «un cielo nuevo y una tierra nueva».
Y éste no puede ser el tiempo de equilibrios, de tácticas, de cautelas, el tiempo que se deja llevar por el instinto de volver atrás, o peor aún, de venganzas y alianzas de poder, sino que se necesita una disposición radical para entrar en el sueño de Dios confiado a nuestras pobres manos.
No sufras el miedo a las pérdidas relacionadas con los cambios
Ante el anuncio de esta novedad, la que nos indica Jesús, según el Cardenal Vicario «no podríamos consentir esa pereza mental y espiritual que nos ata a las formas de experiencia de Dios y de prácticas eclesiales conocidas en el pasado», prácticas que «deseamos que se repitan sin cesar, subyugados por el miedo a las pérdidas ligadas a los cambios necesarios».
No doblemos el Evangelio a la lógica mundana
Reina subraya la compasión de Jesús hacia las personas que le siguen, «ovejas sin pastor», y sin nadie que las cuide, para las que «siente que Él es su Pan que no defrauda, su agua que sacia sin cesar, el bálsamo que cura sus heridas». Es lo mismo que Moisés al final de sus días, «mirando la multitud que había guiado», y que ruega «al Señor para que aquel pueblo no quede reducido a ser un rebaño sin pastor». Esa oración, aclara el cardenal Reina, es ahora la oración de toda la Iglesia «y de todos los hombres y mujeres que piden ser guiados y sostenidos en el esfuerzo de la vida».
Huérfanos de una palabra que guía entre los cantos de sirena que halagan los instintos de autorredención, que rompe las soledades, recoge los desechos, que no se rinde a la arrogancia y tiene el coraje de no doblegar el Evangelio a los trágicos compromisos del miedo, a la complicidad con las lógicas mundanas, a las alianzas ciegas y sordas a los signos del Espíritu Santo.

Cardenales presentes en la tercera Misa de los Novendiali (División Fotográfica VATICANO MEDIOS) (VATICAN MEDIA Divisione Foto)
Francisco y ese último acto de un sembrador sin reservas
El ejemplo es en cambio el de Jesús, el buen pastor «que siembra con su propia muerte, perdonando a sus enemigos, prefiriendo su salvación, la salvación de todos, a la suya». Si queremos ser fieles al Señor, subraya el Cardenal Vicario, «al grano de trigo que cae en tierra, debemos hacerlo sembrando con nuestra vida». La cosecha alegre, aclara, “tendrá que pasar por la muerte de la semilla que es nuestra vida”.
Ese gesto extremo, total, agotador del sembrador me hizo pensar en el Domingo de Pascua del Papa Francisco, en aquella entrega sin límites para bendecir y abrazar a su pueblo, el día antes de morir. El último acto de su incansable siembra del anuncio de las misericordias de Dios. Gracias Papa Francisco.
Oraciones por el Papa
En su oración inicial, el cardenal Reina pidió a Dios que le concediera “a su siervo y a nuestro Papa Francisco, a quien confió el cuidado de su familia, entrar en la alegría de la vida eterna con los frutos abundantes de sus trabajos apostólicos”. Y en las oraciones de los fieles se invocó al Señor para que el bien que el difunto Pontífice «ejerció entre nosotros, fructifique en aquellos a quienes amó y sirvió».
Alessandro Di Bussolo – Ciudad del Vaticano
Vatican News
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