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Caravana de la selección argentina recorrió Buenos Aires entre el furor y las lágrimas

DEPORTES.- La caravana de Lionel Messi y la selección argentina realizó su recorrido en Buenos Aires para celebrar, en medio de la euforia de unos cuatro millones de hinchas y con la Copa en las manos, su victoria en el Mundial Qatar-2022.

 

Caravana de la selección argentina recorrió Buenos Aires entre el furor y las lágrimas

 

 

El autobús descapotable avanzó prácticamente a paso de hombre desde el predio de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA), en Ezeiza, en las afueras de Buenos Aires, hacia el centro de la ciudad, según imágenes de la TV. El recorrido no llegó hasta el Obelisco, terminó en Parque Roca por razones de seguridad. Los jugadores tuvieron que ser evacuados en helicópteros y sobrevolar la ciudad.

«Yo ya con verlos pasar es mucho. Si Messi nos mira a los ojos, a la cámara, ya está», dijo a la AFP en el Obelisco Valentín Pino, de 19 años. «Después de tanto sufrimiento, ya se consagraron!», celebró con una sonrisa.

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En el centro porteño se observó un ir y venir de simpatizantes con banderas argentinas por doquier. Bocinazos, cornetas, y el corear espontáneo de «Muchachos…» el hit mundialista se escuchó en cada esquina.

El gobierno decretó feriado nacional para facilitar la participación en la fiesta multitudinaria.«Voy al Obelisco porque ganó Argentina. Hacía 36 años que no ganaba. Yo tenía 6 años cuando ganó en 1986. No puedo explicar con palabras sino con emoción», dijo a la AFP Paola Zattera, una empleada administrativa de 43 años.

 

Cambio de ruta

Cuando el recorrido ya alcanzaba cinco horas, el miedo a desbordes o incidentes, como tras la consagración de 1986 y durante el velorio de Diego Maradona, dos años atrás, obligaron al bus que llevaba al seleccionado a evitar adentrarse en el vibrante corazón de la multitud, en el Obelisco, donde se cruzan las avenidas 9 de Julio y Corrientes. Allí, el pasado domingo, una marea humana se había embriagado de alegría por la victoria ante Francia. Se esperaba repetir el acontecimiento, pero esta vez con los jugadores. «Vení, vení, cantá conmigo, que un amigo vas a encontrar/que de la mano de Leo Messi/ todos la vuelta (olímpica) vamos a dar».

 

Caravana de la selección argentina recorrió Buenos Aires entre el furor y las lágrimas

 

 

Un país se unió a la misma invitación de cantar juntos el tiempo que fuera necesario. El exceso que se hace sentir en el canto tuvo su réplica en la propia ciudad, a merced de un caos expansivo. No cabía un alma alrededor del Obelisco. Con el correr de las horas comenzaron a registrarse grescas menores y heridos. Pruebas incontrastables de que la caravana triunfal no podía atravesar semejante torrente de hombre y mujeres de cualquier edad sin quedar expuestos a una situación que se saliera de control. La Federación de fútbol (AFA) se vio obligada a diseñar un nuevo itinerario, sin la garantía de que fuera posible cumplirlo en su totalidad.

El bus había partido del predio de la Federación antes del mediodía. Su plan era recorrer unos 30 kilómetros a paso de hombre y escoltado por un fuerte operativo de seguridad. Messi estuvo casi siempre rodeado de Rodrigo de Paul y Ángel Di María, dos de los principales compinches del mejor del mundo. Los jugadores hasta tocaron bombos y otros instrumentos de percusión.

 

 

Caravana de la selección argentina recorrió Buenos Aires entre el furor y las lágrimas

Una ciudad de gala

Más allá de ese cambio a último momento, la ciudad de Buenos Aires se había vestido de gala para recibir al plantel y su cuerpo técnico. «Gracias campeones», rezaba una bandera en el histórico Cabildo. Una gran camiseta del 10 cubrió la fachada del Teatro Colón. La situación se repitió en numerosos edificios públicos y privados, urbanizaciones de lujo y chabolas. Banderas, sombrillas, gorros, casacas.

 

 

Messi se preparó especialmente para el momento tan esperado. Al aterrizar en Buenos Aires, durmió con «otra»: la Copa, y se dejó fotografiar, abrazado al objeto de oro, para poner en escena el alcance de su nuevo amor, el tamaño de una fidelidad compartida con sus compañeros pero que, para él, ha significado el final de una búsqueda tapizada de frustraciones. Messi pudo «dormir» en paz con el trofeo para sellar el final de un camino propio de los héroes.

 

Caravana de la selección argentina recorrió Buenos Aires entre el furor y las lágrimas

 

 

Con información y fotos de AFP
/elperiodico.com

 

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