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Comercio sexual en línea en Colombia lo nutren migrantes venezolanas

Nacionales.- Los migrantes venezolanos, especialmente mujeres y personas Lgtbi, ejercen el sexo de supervivencia ya sea como modelos «webcam» o en las calles como un método para obtener recursos que les permitan mantenerse en Colombia. Un estudio de la organización Aid for Aids también detalla que la policía colombiana ejerce «el acoso, la persecución y la violación de los derechos», llegando incluso a la violación cuando hacen una redada entre trabajadoras sexuales

Un estudio realizado por la organización Aid for Aids entre población migrante venezolana en Colombia evidenció el auge de las «casas webcam» en las zonas fronterizas, donde cerca de 12.000 personas se dedican a grabarse en actividades sexuales que luego «venden» a consumidores extranjeros a través de internet.

El estudio titulado Sexo por supervivencia, presentado en Nueva York, se realizó entre 2021 y 2022 por medio de entrevistas que entrevistó a 500 venezolanos que ejercen algún tipo de actividad sexual para sobrevivir, tanto heterosexuales como homosexuales y trans, en las ciudades de Bogotá, Cali, La Guajira, Medellín y Cúcuta.

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El venezolano Jesús Aguais, fundador de la ONG, dijo a EFE que se presentó el estudio en Nueva York para alertar de que lo sucedido en territorio colombiano puede reproducirse en esta ciudad tras la llegada de miles de refugiados venezolanos.

Hay cuatro razones principales que empujan a las personas, especialmente migrantes, al comercio sexual: ausencia de documentos que permitan un trabajo legal, carencia de ofertas de empleo por razones de xenofobia, falta de instituciones de inserción laboral y carencia de informaciones claras sobre medios de asistencia social.

En Cúcuta y Villa del Rosario, la ONG ubicó entre 800 y 1.000 casas dedicadas al modelaje webcam y en cada una de ellas trabajan grupos de cinco a 20 personas, con edades comprendidas entre los 16 y 25 años.

Esta actividad no es ilícita cuando se considera que sus participantes lo hacen de forma voluntaria, y la policía colombiana solo interviene en esas casas cuando tiene constancia de que se practica la trata o de que explota a menores de edad.

Pero la multiplicación de estos espacios ha hecho bajar los precios, y algunos de los testimonios recogidos por Aid for Aids apuntan a que están dándose cada vez más las prácticas extremas, que están mejor pagadas, como aceptar someterse a quemaduras de vela, latigazos e incluso ingesta de heces o vómitos.

La gestión de estas casas es muchas veces familiar o entre un grupo de amigos, y quienes participan en esas actividades «no asocian el intercambio de sexo por dinero como una forma de explotación por parte de un tercero, sino como un modo de obtener recursos de subsistencia», reza el informe.

El segundo espacio donde más se ejerce el sexo de supervivencia se asemeja más a la prostitución clásica: son casi siempre mujeres o transexuales que, tras haber intentado una actividad como vendedoras ambulantes o en salones de belleza a cambio de salarios muy bajos, reciben una propuesta sexual mucho mejor pagada y luego no logran salir de ahí.

La actitud de la policía colombiana tampoco ayuda a los migrantes. El estudio recogió que los efectivos practican «el acoso, la persecución y la violación de los derechos» según numerosos testimonios de los entrevistados, llegando incluso a la violación cuando hacen una redada entre trabajadoras sexuales.

Además, un 14 % de las entrevistadas –en este caso mujeres– dicen que los distintos funcionarios de migración o del orden público les han forzado a mantener relaciones sexuales, o practicarles sexo oral, a cambio de ofrecer un servicio al que tienen derecho.

Con información de EFE

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