Cuando aparecieron los casinos en línea, muchos creyeron que era el principio del fin de los locales físicos. Los cierres de 2020 se consideraron el último clavo en el ataúd de la industria del juego tal y como la conocemos. Sin embargo, resulta que ambos tipos de casinos siguen funcionando y ofreciendo a los jugadores oportunidades de juego más emocionantes y rentables.
¿Por qué jugar en casinos en línea?
Los casinos en línea tienen muchas ventajas que los establecimientos tradicionales no pueden ofrecer. Debido a las limitaciones de espacio, las casas de juego tradicionales sólo pueden ofrecer un número limitado de juegos. Con estos casinos, las opciones son infinitas. Una marca de casino orientada a los grandes apostadores puede tener una biblioteca repleta de más de 5.000 juegos de todos los géneros.
La versatilidad de las bonificaciones y promociones es otro de los principales argumentos de venta de estos sitios de juego. Por una cantidad relativamente asequible, el jugador puede activar todo tipo de ofertas. Aun así, es importante recordar que las ofertas de los casinos en línea pueden ser un arma de doble filo. Aunque las bonificaciones parecen divertidas y generosas, el requisito de reinversión puede afectar en gran medida a la posibilidad de retirar dinero.
Los casinos en línea también permiten a sus clientes jugar cuando quieran. Con el auge del juego móvil, no es necesario planificar una visita al casino. Todos los juegos, apuestas, bonos y pagos disponibles en casino 24 horas al día, 7 días a la semana. Una comodidad insuperable.
La nueva era del juego terrestre
Sin embargo, sería ingenuo pensar que los operadores tradicionales no están haciendo nada para mejorar su posición en el mercado. Amplían constantemente su oferta e incluyen ciertas prácticas que hacen que los casinos en línea sean tan populares. Las mejores marcas de casinos son incluso capaces de mejorar la experiencia de juego de forma responsable.
Los operadores que tienen negocios tanto físicos como digitales permiten a los jugadores mantener la misma cuenta cuando visitan ambos casinos. Los juegos pueden conectarse fácilmente a las cuentas en línea, de modo que el jugador puede continuar su sesión en casa o en el casino. También se están centrando en sistemas de recompensa unificados, lo que permite a sus clientes acumular puntos en los locales y en las plataformas digitales en la misma cuenta. Los puntos obtenidos en línea pueden canjearse por ventajas de los casinos físicos, como comidas gratuitas y estancias en hoteles.
Los casinos físicos aceptan cada vez más carteras digitales y opciones de pago similares para que los jugadores puedan ponerse manos a la obra nada más entrar en la sala. De hecho, muchos casinos tradicionales han pasado a ser casi 100% sin efectivo, permitiendo a los jugadores cargar dinero a través de aplicaciones en lugar de visitar los cajeros de las jaulas.
Muchos casinos estándar están integrando apuestas deportivas en línea, lo que permite a los usuarios hacer apuestas en eventos deportivos a través de aplicaciones móviles. Por lo general, el juego en persona sigue estando disponible en los locales, pero las apuestas móviles hacen que toda la experiencia sea sencilla. Por último, los casinos tradicionales han mejorado su forma de recopilar y analizar datos. Les interesa conocer los hábitos de los jugadores para crear experiencias atractivas y personalizadas.
Mejorar la experiencia del jugador
Ambos tipos de juego tienen un público fiel. Dicho esto, ambos también quieren atraer al mayor número posible de usuarios. Ya no es raro ver marcas tradicionales colaborando con plataformas online para crear un entorno atractivo con numerosas ventajas. Además, es muy rentable, ya que los procedimientos KYC y la gestión de un servicio de atención al cliente eficaz tienen un precio elevado.
Compartir la misma base de clientes y permitir a los jugadores obtener lo mejor de ambos mundos podría ser el futuro de la oferta de casinos en línea en México. Para que esta tendencia alcance todo su potencial, las autoridades locales deben seguir un marco regulador más abierto.