martes, mayo 7, 2024
DESTACADOPENSAR CON CRITERIOS

Con qué se come el socialismo

 

El suculento plato de igualdad, progreso, inclusión y patria que ofrece el discurso socialista, tan apetitoso como dañino, está servido en muchas naciones del planeta. Ahora bien, ¿con qué se come ese disfraz de manjar, preparado para la degustación del poder a costa de las libertades sociales de un pueblo sometido por la bota del opresor? Pues sabrá el extinto Luis Miquilena, político venezolano que popularizó la pregunta, al mostrar dudas sobre la verdadera esencia de la sociedad civil, protagonista de lujo de este engendro de sistema político llamado socialismo.

En Latinoamérica, específicamente en Sudamérica, esta degustación está dañando todo el aparato digestivo de su pueblo, tanto que ya no es solo un daño estomacal sino mental.

Tengo que simplificar este análisis con el caso colombo-venezolano. Aunque esté claro que nadie experimenta en cabeza ajena, también lo es que es muy fácil saber por referencia que el caviar es el plato más exquisito del mundo, y que todos desean degustar algún día, pero nadie sabe de qué está hecho, mientras otros cuando lo prueban, sencillamente, entienden que no es lo que parece, que su sabor es muy salado o que quizás no están preparado para darse ese gusto ancestral, producto de los huevos de un esturión que tarda más de 8 años en madurarlos.

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En Venezuela ya se probó ese socialismo dañino que tiene a muchos vomitando sangre, y a otros desandando como autómatas luego de la lobotomía practicada en sus cerebros para que no intenten alertar sobre el daño que este brutal sistema provoca en las sociedades. Ahora los colombianos, que tienen varios años escuchando ofertas de ese socialismo disfrazado de caviar, se disponen a servirse su plato, sólo por sentirse atraídos por estas ofertas políticas que no tiene cómo ser cumplidas, y sobre todo sin saber con qué se come esa utopía socialista.

No estoy en contra de la igualdad de clases ni de la inclusión social, pero si estoy en desacuerdo en la forma que tiene el socialismo de imponer estas quimeras para solapar su hambre de poder.

La igualdad de clases no existirá de forma total nunca, por qué, porque cada cabeza es un mundo, y esa igualdad no está en la equidad en la repartición o la ostentación de riquezas; está en el espíritu de crecimiento que hay en cada ser humano, en la inexistencia de conformismo, en la fuerza que su yo interno utilice para ser cada día mejor. Si un solo hombre sale de la pobreza con trabajo, dedicación y resiliencia, es porque no es imposible. Pero como repito cada cabeza es un mundo.

Con falsas esperanzas, mostrándote una camada de pajaritos embarazados, el socialismo te hace creer que naciste con el derecho de que te incluyan a la fuerza en un consorcio empresarial sin que tu hagas un mínimo esfuerzo.

No es mentira que la esclavitud existió, tampoco lo es que fuimos colonizados a la fuerza, ni mucho menos que el poder es un plato tan suculento que todos lo quieren a costa del más débil, pero también lo es que estamos en el lugar que queremos y tenemos los líderes que elegimos.

Colombia está a punto de tomar de su propia medicina. Está a punto de degustar un plato con pócimas de populismo disfrazado de socialismo, de abuso disfrazado de justicia, y de nepotismo y perpetuidad en el poder disfrazado de igualdad e inclusión. Será su decisión, a los venezolanos no nos toca ver la paja en el ojo ajeno, nos toca ver la enorme viga que llevamos en el nuestro.

No es mi problema si Colombia cae o no en las fauces del socialismo, si Petro los conduce o no a un desfiladero ni si Rodolfo es o no el indicado; lo saben los colombianos y está en sus manos tomar la decisión correcta. Sin embargo, si es mi problema que los venezolanos nos preparemos para enfrentar de una vez por todas esta indigestión causada por el suculento plato socialista que se nos sirvió en bandeja de plata y que hoy nos tiene muriendo de mengua.

El socialismo es un cáncer, una enfermedad que carcome los cimientos de sociedades ávidas de progreso, de cambios. El objetivo nunca debe ser anular al pueblo aculturizándolo, esperanzarlos como un cazador a su presa cuando coloca carnadas para luego atraparlos y degustarlos a placer. Para el socialismo está claro que en realidad es mala la riqueza en manos del pueblo y en las de sus líderes es necesaria y obligada. El Socialismo se dedica a exigir justicia cuando es el principal violador de toda clase de derechos sociales y humanos.

Lo que viven los venezolanos no es la panacea de la gobernanza, pero si es un nuevo holocausto que asesina sin piedad la libertad de una nación forjada con lucha, con reclamo, con victorias y con hermandad.

Ojo Colombia, para muestra un botón. Para comenzar a degustar este apetitoso plato llamado socialismo, hermanos colombianos, sepan primero con qué se come ese sistema político, que por años trae a su pueblo más circo que pan.

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