POR: DR. PEDRO DUARTE
Los seres humanos somos muy dados a corregirnos entre nosotros, es difícil saber con exactitud cuántas veces puede suceder en un mismo día. Pero ¿De qué manera lo hacemos? ¿Estará esta corrección cargada de buenas intenciones? Entendiendo que esta promueve el crecimiento personal y colectivo, y en ese sentido es oportuno recordar las enseñanzas de filósofos como Sócrates (470 a.C. – 399 a.C.), quien enfatizaba la importancia del autoconocimiento y la mejora continua. También podemos mencionar al gran filósofo chino Confucio (551 a.C. – 479 a.C.), quien valoraba la armonía y el respeto mutuo en las relaciones humanas.
El respeto en el lenguaje y la expresión es fundamental en la corrección fraterna. Sócrates, por ejemplo, practicaba el diálogo como una forma de llegar a la verdad y fomentar la comprensión mutua. En nuestra vida diaria, el uso de un lenguaje respetuoso ayuda a mantener la armonía y el entendimiento entre los que convivimos este hermoso planeta. Por otro lado, el gran filósofo Chino Confucio también destacaba la importancia del respeto en las relaciones humanas, enfatizando que el lenguaje adecuado y el trato cortés son esenciales para una convivencia armónica.
Desde el punto de vista del pensamiento filosófico, que se puede aplicar en nuestro diario vivir, a propósito de corregirnos fraternalmente promoviendo un ambiente de respeto y fraternidad, podemos mencionar entre otros: Sócrates: «Habla para que yo te conozca». Reflejando cómo el lenguaje y la forma en que nos expresamos pueden revelar nuestra esencia y fomentar la comprensión mutua. Confucio: «La palabra sincera no es elegante; la elegancia no es sincera». Subrayando la importancia de la sinceridad y el respeto en nuestras palabras, algo esencial en las interacciones con nuestros semejantes, mientras que por su parte el gran filósofo Epicteto manifestaba: «Lo que molesta a los hombres no son las cosas, sino las opiniones sobre las cosas», recordándonos la importancia de elegir nuestras palabras con cuidado y respeto, ya que nuestras expresiones pueden influir en cómo los demás reciben nuestras ideas.
Por su parte yendo a las Sagradas Escrituras, en el Evangelio, Jesús nos enseña un proceso para la corrección fraterna en Mateo 18, 15-17, indicando tres pasos principales que debemos tener en cuenta:
1. Ir en privado: Si tu hermano peca contra ti, ve y hazle saber su falta estando tú y él solos. Si te escucha, has ganado a tu hermano. 2. Llevar testigos: Si no te escucha, lleva contigo a uno o dos más, para que todo asunto se resuelva con el testimonio de dos o tres testigos. 3. Llevarlo a la comunidad: Si se niega a escuchar a ellos, díselo a la iglesia. Y si incluso a la iglesia no escucha, considéralo como un pagano o un recaudador de impuestos.
Este proceso busca la reconciliación y el restaurar las relaciones en un espíritu de amor y humildad.
Continuando con las Sagradas Escrituras, la carta de Santiago en el Nuevo Testamento, habla mucho sobre el poder de la lengua y la importancia de cuidar nuestras palabras. Paso a citar algunos versículos de esta carta:
1. Santiago 1, 19: «Mis queridos hermanos, tengan todos presentes esto: Todos deben estar listos para escuchar, pero sean lentos para hablar y lentos para enojarse». Este versículo resalta la importancia de escuchar antes de hablar (oír o escuchar), lo cual es fundamental para una comunicación respetuosa y constructiva.
2. Santiago 3, 5-6: «Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. ¡Qué gran bosque enciende un pequeño fuego! Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad». Aquí, el Apóstol Santiago advierte sobre el poder destructivo que puede tener la lengua si no se controla, subrayando la necesidad de ser cuidadosos con nuestras palabras.
3. Santiago 3, 10: «De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así». Este versículo enfatiza la importancia de que nuestras palabras sean siempre constructivas y edificantes.
Las citas mencionadas a modo de referencia, las tomo con la finalidad de graficar el control que debemos tener sobre ese pequeño musculo que hace tanto bien cuando lo utilizamos para tender puentes donde se ha roto el camino, para colocar aislantes a cables que hayan quedado sueltos en vez de unirlos, para que provoquen una chispa y hasta un incendio. El apóstol Santiago es duro en toda su carta cuando habla de esta característica negativa que tenemos los Seres Humanos y por ello destaca la importancia del cuidado en el uso de la lengua dentro del contexto de la corrección fraterna.
La corrección fraterna es un proceso importante en cualquier comunidad o ambiente donde convivamos y por ello se deben tener presentes algunos pasos que pueden ayudar a llevar a cabo una corrección fraterna de manera respetuosa y constructiva: Preparación: Antes de abordar a la persona, debemos reflexionar sobre el propósito de la corrección y asegúranos de que sea necesaria y justa. Elección del momento y lugar: Busquemos el momento y lugar apropiados para tener una conversación privada y tranquila, lejos de miradas y oídos indiscretos. Comunicación respetuosa: Expresemos nuestras observaciones de manera clara y respetuosa, enfocándonos en el comportamiento y no en la persona. Se recomienda que usemos frases en primera persona, como «Yo siento» o «Yo he notado”. Escucha activa: Demos la oportunidad de expresar su punto de vista. La corrección fraterna también implica escuchar y entender la perspectiva del otro. Ofrecer apoyo: Propongamos soluciones o sugerencias y ofrezcamos nuestra ayuda para mejorar la situación. Seguir adelante: Una vez que la corrección se haya realizado, permitamos que la persona aprenda y crezca. Mantengamos una actitud de apoyo y fraternidad.
El Amor: La corrección fraterna debe estar impregnada de profundos sentimientos de amor, nos debe importar esa persona, doler su actitud, el mal momento que pueda estar viviendo producto de su accionar, de lo contrario, estaríamos en presencia de un mero acto de hipocresía. (Este para mi es el primero de los pasos, que debe ir enmarcado en lo que planteaba el gran filósofo y teólogo Agustín de Hipona cuando dijo “ama y luego has lo que quieras”)
Al adoptar una actitud de corrección fraterna, no solo ayudamos a nuestros semejantes a crecer, sino que también nos enriquecemos nosotros mismos. Esta manera de corregirnos, cuando se realiza con amor y respeto, se convierte en una herramienta poderosa para la transformación personal y comunitaria.
“Porque el señor corrige a quien El ama, como un Padre corrige a su hijo favorito”
Proverbios 3:12
Dr. Pedro Duarte
Abogado
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