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Cumbre BRICS 2025 en Río de Janeiro impulsará una nueva moneda regional

por Noris Hernández

Internacional.- La 17ª Cumbre de los BRICS 2025, que se celebrará en Río de Janeiro entre el 6 y 7 de julio, bajo la presidencia de Brasil, marca un momento clave en la redefinición del orden económico global. En un contexto de tensiones geopolíticas, guerras activas y creciente multipolaridad, el bloque busca consolidarse como una alternativa al sistema dominado por Occidente.

Aunque no se espera una ruptura inmediata con el dólar, los BRICS impulsan el uso de monedas locales en el comercio bilateral. Iniciativas como BRICS Pay y el fortalecimiento del Nuevo Banco de Desarrollo (NDB) apuntan a una mayor soberanía financiera a través de una desdolarización progresiva.

Se espera que Brasil proponga una reforma del Consejo de Seguridad de la ONU y de instituciones como el FMI y el Banco Mundial, buscando mayor equidad en la toma de decisiones internacionales.

En cuanto al financiamiento climático y transición energética se espera una declaración conjunta sobre financiamiento climático, con énfasis en justicia ambiental y reducción de desigualdades, en preparación para la COP30 en Belém.
La gobernanza de la inteligencia artificial y la conectividad digital también serán prioridades, con el objetivo de cerrar brechas tecnológicas en el Sur Global, por medio de la cooperación tecnológica y digital.

Encuentro marcado por los conflictos bélicos

Según el Institute for Economics and Peace, en 2024 el mundo alcanzó su mayor nivel de violencia desde la Segunda Guerra Mundial, con 56 conflictos activos que involucran a 92 países. A esa cifra se suman los recientes ataques de Israel y Estados Unidos contra Irán, uno de los nuevos miembros del bloque.

Este contexto de tensión internacional parece reflejarse también en la dinámica interna de la cumbre, que enfrentará un desafío clave: la baja participación de líderes.

El embajador de China en Brasil ya confirmó que el presidente Xi Jinping no asistirá al encuentro; en su lugar, acudirá el primer ministro Li Qiang. Tampoco estará presente el presidente ruso Vladímir Putin, quien intervendrá por videoconferencia debido a la orden de arresto emitida en su contra por la Corte Penal Internacional.

En los bastidores, la principal preocupación de la presidencia brasileña es la baja tasa de adhesión de los jefes de Estado. Sin Xi Jinping y Putin, y con la única presencia confirmada del primer ministro de la India, Narendra Modi, la reunión en Río de Janeiro podría perder fuerza.

¿Qué es el grupo de los BRICS?

La agrupación de los BRICS representa el foro internacional de cooperación de los países emergentes del llamado sur global, y Brasil ostenta por cuarta vez la presidencia rotativa.

El grupo nació en 2001 e inicialmente estaba formado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Hoy está compuesto por 11 miembros, tras la entrada de Arabia Saudita, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía, Irán e Indonesia. Juntos, representan el 40% de la población mundial, el 30% de la economía y el 20% del comercio planetario.

Además, este año hay nueve países invitados: Bielorrusia, Bolivia, Kazajistán, Cuba, Malasia, Nigeria, Tailandia, Uganda y Uzbekistán.

Estos países pueden participar en la cumbre y la reunión de ministros de Relaciones Exteriores, y podrán sumarse a otras sesiones de debate del foro, previa consulta y consentimiento de los países miembros. También podrán suscribir las declaraciones de la cumbre del BRICS y otros documentos finales. Su eventual admisión definitiva será llevada a cabo por etapas, a través de consultas informales y con el consenso del bloque.

Hasta la fecha, los BRICS no han sellado una alianza militar, pero se proponen como una alternativa económica y diplomática en busca de una nueva orden mundial. En cierta forma, desafían la hegemonía de las grandes potencias que dominan el escenario internacional desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, y rechazan abiertamente la bipolaridad protagonizada por Washington y Moscú.

Nuevo Banco de Desarrollo como financista

En 2014, los BRICS crearon el Nuevo Banco de Desarrollo (NDB, en su sigla en inglés). Con sede en Shanghái, actualmente es presidido por la expresidenta de Brasil, Dilma Rousseff. La institución cuenta con un capital autorizado de 100.000 millones de dólares. Hasta 2024, ha financiado 98 proyectos por aproximadamente 33.000 millones de dólares, sin imponer las condiciones neoliberales del FMI.

Nuevos miembros y su expansión 

Indonesia, con una población de 283 millones de personas según datos de la ONU, es el último país que se ha unido como miembro pleno. Ocurrió el pasado 6 de enero, marcando la primera expansión del grupo bajo la presidencia brasileña.

Además, en enero Brasil también anunció la incorporación de Nigeria, con 237 millones de habitantes, como nuevo socio del grupo.

En 2023, Pakistán solicitó la membresía para integrar el BRICS, con el apoyo de Rusia. Este país musulmán cuenta con 255 millones de habitantes, con un arsenal nuclear y una fuerte alianza con China. Si el bloque llega a ser ampliado, podría superar los 6.000 millones de habitantes.

Venezuela, por su parte, llega a la cumbre como candidata. Sus reservas de litio y de petróleo, además del respaldo chino y ruso, pesan a su favor.

Sin embargo, en los últimos meses, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, se ha distanciado visiblemente de Nicolás Maduro y el año pasado se opuso a su entrada en el bloque.

Estructura de poder global

“Los BRICS han ganado mucha musculatura en la última década. Dejaron de ser un foro de debate para convertirse en una estructura de poder más concreta”, señala José Luiz Niemeyer, politólogo y profesor de Relaciones Internacionales del Instituto Brasileño de Mercado de Capitales de Río de Janeiro (IBMEC).

“El bloque ganó mucha fuerza. Dejó de ser consultivo y algo más ideológico, para ser algo más afirmativo en el campo del poder internacional, principalmente en un mundo marcado por la administración de Donald Trump. Hoy los BRICS, junto a la Unión Europea, tienen la capacidad de contrabalancear el poder de Estados Unidos, Rusia y China”, añade.

La cumbre de Río se desarrolla en un momento de fuertes tensiones globales, tras los recientes ataques de Israel y Estados Unidos a Irán; con la guerra en Ucrania todavía sin solución, y con la preocupación por los aranceles impuestos por Trump.

Uno de los asuntos principales de este encuentro será discutir la arquitectura multilateral de paz y seguridad. Hace años que Lula defiende una reforma profunda del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas con el fin de incluir a nuevos miembros como Brasil, Alemania, Japón o Nigeria.

El sueño del sur global y el ejemplo de Brasil

Lula también es partidario de impulsar la multipolaridad y un mayor protagonismo del llamado sur global. Su sueño es “incluir a los excluidos en el sistema político y económico”, idea que también defienden países como Rusia y China, aunque su posición contrasta con otra realidad: ambos son miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU y poseen el derecho de veto, que permite bloquear cualquier resolución de las Naciones Unidas.

“Yo creo que sería interesante incluir a cinco miembros permanentes en el Consejo de Seguridad de la ONU.  En paralelo, habría que acabar con el poder de veto, porque no es suficiente aumentar el número de miembros si alguna superpotencia continúa con este poder”, apunta Niemeyer.

Cabe destacar que esta cumbre se realiza tras el viaje de Lula a Rusia y China, el pasado mes de mayo, que ha sido interpretado por varios analistas como un giro radical en su política exterior. El objetivo era estrechar los lazos comerciales y diplomáticos con ambos países.

No hay que olvidar que Brasil es uno de los mayores productores y exportadores de alimentos del mundo, con énfasis en la soja, el maíz, la carne vacuna, el pollo y el café. Lula aspira a ampliar la presencia de Brasil en los mercados internacionales tras la introducción de las tarifas de Trump, que han mermado la competitividad de varios productos estadounidenses, como la soja y los cereales.

Para este politólogo, aunque Brasil no determina los rumbos de la política internacional, puede ser considerado un ejemplo por sus vecinos latinoamericanos. “Si los países sudamericanos ven resultados positivos en la relación entre Brasil y China, está claro que parte de América del Sur puede inclinarse más hacia el lado chino en las negociaciones internacionales. Pero hay que recordar que algunos países de América del Sur, como Colombia y Argentina, tienen una agenda muy cercana a los Estados Unidos. Y está claro que el Departamento de Estado de este país siempre intentará mantener una posición equilibrada para que Sudamérica no se acerque demasiado a China”, afirma. Recientemente, Colombia fue aceptada como miembro del banco de los BRICS, algo que ha sido interpretado como un acercamiento a las economías emergentes en medio de tensiones con EE. UU.

La Cumbre BRICS 2025 no solo busca ampliar el bloque, sino también reposicionar al Sur Global como actor clave en la economía mundial. Aunque enfrenta obstáculos, su capacidad para articular una visión común podría marcar un punto de inflexión en la arquitectura financiera y diplomática del siglo XXI.

 

Con información WEB

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