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Discurso del presidente de la SIP, José Roberto Dutriz, en la inauguración de la Reunión de Medio Año

por Mileydi Piña
Discurso del presidente de la SIP José Roberto Dutriz

Internacionales.- Discurso del presidente de la SIP, José Roberto Dutriz, con motivo de la inauguración de la Reunión de Medio Año de la Sociedad Interamericana de Prensa que se celebra en  formato virtual los días 24 y 25 de abril.

Queridos colegas, miembros de la SIP, representantes de asociaciones nacionales de prensa, invitados especiales:

Es un honor para mí inaugurar esta nueva Reunión de Medio Año de la Sociedad Interamericana de Prensa. Nos reunimos en un momento de enorme complejidad para el ejercicio del periodismo en las Américas. Lo hacemos conscientes de que nuestra misión —proteger y promover la libertad de prensa— nunca ha sido tan urgente ni tan necesaria como hoy.

En todos los rincones del hemisferio, vemos cómo periodistas y medios enfrentan una realidad hostil: desde la violencia física hasta el acoso judicial, desde la censura económica hasta la estigmatización pública. Gobiernos autoritarios y democracias debilitadas recurren cada vez más a tácticas represivas para silenciar voces independientes, mientras un discurso público cada vez más contaminado por la desinformación erosiona la confianza en el periodismo y debilita las bases del debate democrático.

En este contexto, la SIP reafirma con más fuerza su compromiso inquebrantable de defender la libertad de expresión y el derecho de los ciudadanos a estar informados. Quisiera destacar también otro instrumento clave que reafirma nuestra labor de vigilancia activa sobre el estado de la libertad de prensa en la región: las misiones internacionales.En los últimos seis meses, la SIP ha llevado a cabo visitas in situ a Guatemala, Panamá, Costa Rica y Perú, con el propósito de verificar directamente las condiciones en que se ejerce el periodismo, dialogar con autoridades, medios y organizaciones de la sociedad civil, y promover los principios consagrados en las Declaraciones de Chapultepec y Salta II.

Estas misiones no solo han sido una poderosa herramienta de denuncia y verificación, sino también un vehículo fundamental para elevar la libertad de prensa al más alto nivel de las agendas institucionales de cada país.

En Guatemala, por ejemplo, la firma pública de la Declaración de Chapultepec por parte del presidente Bernardo Arévalo representó un hito esperanzador. Su compromiso con el cese de la persecución judicial contra periodistas marca un punto de inflexión luego de años de hostigamiento, y fue acompañado por la presencia simbólica de José Rubén Zamora, quien había estado injustamente privado de libertad durante más de 800 días. Lamentablemente, Zamora ha regreso a la cárcel.

En Panamá, tanto el presidente José Raúl Mulino como la presidenta de la Asamblea Nacional y la titular de la Corte Suprema de Justicia firmaron las Declaraciones de Chapultepec y Salta II, en un acto que refuerza el compromiso institucional con la libertad de expresión. Durante la misión, pudimos dialogar sobre los desafíos aún persistentes, como las demandas por difamación y el uso indebido del secuestro de bienes, así como sobre la importancia de una asignación equitativa y transparente de la publicidad oficial.

Sin embargo, no todo lo que documentamos ha sido alentador. Las misiones a Costa Rica y Perú revelaron retrocesos alarmantes que deben preocuparnos profundamente. En Costa Rica, país históricamente considerado un referente democrático, observamos un deterioro inédito en las libertades de prensa y expresión. El presidente Rodrigo Chaves ha impulsado un discurso abiertamente hostil hacia la prensa crítica, acompañado por campañas de desprestigio, amenazas en redes sociales y la exposición pública de datos personales de periodistas. A ello se suman prácticas discriminatorias en el uso de la pauta oficial y la persistencia de normas penales contra el honor, contrarias a los estándares internacionales. Lamentablemente, el mandatario declinó reunirse con nuestra delegación.

En Perú, la situación es igualmente preocupante. Constatamos un deterioro estructural de las condiciones para el ejercicio del periodismo independiente, agravado por la crisis política e institucional que atraviesa el país. Se está utilizando cada vez más el aparato judicial como herramienta de silenciamiento, especialmente en investigaciones periodísticas sobre corrupción. A ello se añaden restricciones severas al acceso a la información pública, el debilitamiento del pluralismo en los medios estatales, y el avance de proyectos legislativos regresivos.

Estas constataciones no son meramente anecdóticas: reflejan una tendencia que amenaza las bases democráticas de nuestras sociedades. Por eso, las misiones de la SIP son tan importantes. Nos permiten ofrecer solidaridad directa a periodistas y medios amenazados, promover compromisos institucionales concretos y alertar a la comunidad internacional sobre situaciones críticas que muchas veces se desarrollan lejos del foco mediático global.

Seguiremos utilizando estos espacios como plataformas de diálogo, pero también de denuncia cuando sea necesario. No hay defensa efectiva de la libertad de prensa sin presencia en el terreno, sin escucha activa, sin presión internacional y sin una firme disposición a visibilizar cada amenaza, cada retroceso, y cada avance logrado con esfuerzo colectivo.

Otro de los desafíos más graves que enfrentamos es la expansión descontrolada de la desinformación. Las mentiras, repetidas y amplificadas por redes sociales, inteligencia artificial y algoritmos opacos, viajan a una velocidad que los hechos no pueden igualar. La verdad se ve muchas veces desdeñada en un ecosistema que premia el escándalo, polariza a las audiencias y desinforma a los ciudadanos.

Frente a este fenómeno, los medios de comunicación tienen una responsabilidad esencial: proveer información rigurosa y de gran calidad. No se trata solo de corregir errores o desmentir noticias falsas: se trata de reconstruir la confianza del público en la labor periodística.

En ese sentido, el combate a la desinformación no puede ser solo reactivo: debe ser parte de una estrategia estructural. Necesitamos fortalecer nuestras redacciones, invertir en verificación de datos, educar a nuestras audiencias y colaborar más entre nosotros. La SIP está comprometida a acompañar a los medios en esta tarea crítica, promoviendo estándares de calidad informativa y apoyando proyectos que fomenten la transparencia y permitan combatir con eficacia este flagelo para la democracia.

Sabemos también que los desafíos actuales no pueden enfrentarse en soledad. Es por eso que quiero subrayar la importancia que tiene para nosotros el trabajo conjunto con las asociaciones nacionales de prensa. La articulación entre la SIP y estas organizaciones es clave para avanzar en una estrategia coordinada y de largo plazo. Las amenazas que enfrentamos son complejas, cambiantes y en muchos casos transnacionales. Requieren respuestas colectivas, intercambio de información, solidaridad efectiva y defensa institucional firme.

Esta colaboración nos ha permitido actuar con rapidez frente a atentados contra periodistas, emprender campañas de incidencia regional, articular redes de protección y generar conocimiento compartido sobre las mejores prácticas en defensa de la libertad de prensa. Nuestro compromiso con las asociaciones nacionales no es solo institucional, es una convicción: nadie defiende mejor la libertad de prensa en un país que quienes la ejercen y la viven todos los días en su propio territorio.

Quiero destacar también un esfuerzo particularmente valioso que refleja nuestra vocación de respuesta concreta frente a las nuevas realidades del periodismo en la región. Me refiero a la Red Latinoamericana de Periodismo en el Exilio, impulsada por la SIP desde 2024 bajo el liderazgo del expresidente Roberto Rock. En tiempos en que decenas de periodistas se han visto forzados a abandonar sus países por ejercer su labor con valentía o a desplazarse internamente por amenazas a su labor informativa, esta red busca accionar como un puente de contención, apoyo y visibilidad para sus problemas.

Hemos escuchado sus testimonios, difundido sus historias, y trabajado para que sus voces sigan teniendo impacto, incluso desde el exilio. Esta iniciativa no solo da cuenta de nuestra solidaridad, sino de una nueva dimensión del periodismo regional: uno que se rehace desde el desplazamiento forzado, que sigue investigando, informando y denunciando, aunque lejos de su tierra natal.

En esa misma línea, también hemos sumado esfuerzos con Vita Activa, una organización especializada en salud mental y apoyo psicosocial, para ofrecer contención emocional a periodistas en el exilio. Sabemos que no hay periodismo libre si quienes lo ejercen no tienen las mínimas condiciones humanas y emocionales para hacerlo. Esta alianza es una muestra de que proteger a la prensa no es solo una tarea legal o política: es también una tarea humana, de cuidado y acompañamiento.

Por último, pero no menos importante, quiero referirme a un aspecto crucial de la libertad de prensa: la sostenibilidad de los medios. No hay periodismo libre sin medios viables. Y en un contexto de disrupción tecnológica, concentración publicitaria y cambios en los hábitos de consumo informativo, garantizar la sostenibilidad económica de las empresas periodísticas es parte esencial de nuestra agenda.

En este sentido, quiero destacar el trabajo que venimos realizando con el apoyo de Google News Initiative en el marco del Acelerador de Ingresos Digitales. Esta iniciativa, en su segunda fase, ha beneficiado ya a decenas medios de América Latina, ofreciendo capacitación, mentoría y herramientas prácticas para fortalecer modelos de negocio, diversificar ingresos y aprovechar mejor las oportunidades del entorno digital.

Gracias a este proyecto, muchas redacciones han podido mejorar su oferta de contenidos, fortalecer sus estrategias de suscripción y publicidad, y aumentar su resiliencia económica. Este tipo de alianzas estratégicas, basadas en el respeto a la independencia editorial, son fundamentales para que el periodismo de calidad tenga futuro en nuestra región.

La sostenibilidad no es solo un desafío económico, sino también un imperativo democrático. Cuando los medios no pueden sostenerse, se empobrece el debate público, se reducen los espacios de fiscalización al poder y las comunidades pierden su voz. En muchas regiones de nuestra América Latina, los medios locales enfrentan condiciones críticas: pérdida de ingresos publicitarios, presión de gobiernos o empresas, y un ecosistema digital que privilegia el volumen sobre la calidad. Por eso, desde la SIP insistimos en la necesidad de políticas públicas que fomenten el pluralismo y la diversidad informativa, sin interferencias indebidas ni condicionamientos editoriales.

Al mismo tiempo, promovemos que las empresas periodísticas asuman con decisión su transformación. La innovación es parte de la respuesta. Debemos seguir explorando nuevas narrativas, nuevas formas de conectar con las audiencias y nuevos modelos de ingresos que garanticen nuestra independencia. Apostar por el periodismo de calidad no es solo una responsabilidad ética; es también una decisión estratégica para sobrevivir en un entorno competitivo, fragmentado y saturado de información. Nuestra sostenibilidad es también la sostenibilidad del derecho a la información.

La SIP mantiene un compromiso firme con la defensa de la libertad de prensa, y ese compromiso se fortalece cuando se basa en el trabajo conjunto, en la construcción de alianzas, en la búsqueda rigurosa de la verdad y en la convicción compartida de que no hay democracia plena sin periodismo independiente.

Agradezco sinceramente su presencia y participación. Cada esfuerzo, desde cada medio, suma en la tarea colectiva de garantizar que nuestras sociedades puedan acceder a información vital para la toma de decisiones.

¡Bienvenidos y que tengamos una excelente reunión!

SIPIAPA

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