POR : FRAY JEHISON FLORES PIÑA, O.S.A.
Como fraile profeso agustino, como venezolano y como hijo de la Iglesia, abrazo con gozo este nuevo capítulo que se abre para el Pueblo de Dios con la elección de un nuevo sucesor de Pedro: Su Santidad León XIV. La noticia de su elección, nos ha llenado de alegría en medio de las muchas tribulaciones que aquejan a nuestro mundo y, de manera particular, a la Iglesia.
Muchos hermanos de nuestra Orden, especialmente aquellos que han vivido y trabajado en diversas responsabilidades eclesiales con el nuevo pontífice, podrían hacerlo mejor que yo, al tener que comentar algo de Su Santidad León XIV. Su cercanía con las realidades concretas de las comunidades, especialmente donde hubo presencia de agustinos en distintos países, su carácter afable y su mirada espiritual profunda han dejado huella allí donde ha servido.
Grabadas han quedado en los corazones de los agustinos sus visitas a nuestras comunidades agustinianas de nuestro país Venezuela, en el que quisiera destacar de manera especial, su mensaje en ocasión del quincuagésimo aniversario de la presencia agustiniana en nuestro país, titulado Cincuenta años de camino. Al final de aquella carta, dirigida a los frailes, exhortaba: “A todos les ruego que construyan la paz y trabajen por un mundo donde reine la justicia. Los valores agustinianos y cristianos de amistad, fraternidad y caridad les ayudarán a conseguirlo.”
Estas palabras no fueron un simple gesto por aquella celebración aniversaria. Resuenan hoy con fidelidad: un hombre que tiende puentes y que, desde su vida religiosa, ha alentado constantemente a trabajar por la paz y la justicia. El nombre elegido, León, tampoco es casual. Evoca a grandes pastores como san León I, el Magno, firme defensor de la ortodoxia y de la unidad eclesial, y León XIII, visionario intérprete de los desafíos sociales modernos, cuya encíclica Rerum Novarum continúa siendo luz para nuestras luchas en favor de la justicia. En el contexto actual del siglo XXI, León XIV parece abrazar esa doble herencia: la fidelidad doctrinal y el compromiso evangélico con los más vulnerables.
Nacido en Chicago, Estados Unidos, León XIV se convierte en el primer Papa agustino de la historia y en el segundo pontífice procedente del continente americano. Ingresó al Seminario Menor de los Padres Agustinos y, más tarde, estudió en la Universidad de Villanova, en Pensilvania, donde obtuvo su licenciatura en Matemáticas y cursó estudios de Filosofía en 1977. Ese mismo año, el 1 de septiembre, inició el noviciado en la Orden de San Agustín (OSA) en la provincia de Nuestra Señora del Buen Consejo, en Chicago, emitiendo su primera profesión el 2 de septiembre de 1978. Profesó sus votos solemnes el 29 de agosto de 1981.
Posteriormente fue enviado a Roma, donde obtuvo la licenciatura en Derecho Canónico en la Pontificia Universidad Santo Tomás de Aquino (Angelicum). Fue ordenado sacerdote el 19 de junio de 1982 en el Colegio Agustiniano de Santa Mónica. Su trayectoria ha estado marcada por la profundidad intelectual, el amor a la Orden, la sencillez, la discreción y una fe vivida con autenticidad. Fue Prior General de la Orden de San Agustín durante dos períodos, tiempo en el que tuvo oportunidad de visitar y animar personalmente a nuestras comunidades en Venezuela.
Desde nuestras comunidades agustinianas sentimos, con particular intensidad, la responsabilidad de acompañar al nuevo Pontífice con nuestras oraciones y con nuestro humilde servicio pastoral, especialmente entre los más pobres. En una nación como la nuestra, donde el dolor y la esperanza conviven a diario, el testimonio de vida del Papa León XIV nos impulsa a no desfallecer. Su llamado inaugural a la unidad, a la verdad sin temor y a la caridad concreta, resuena con fuerza en lo más profundo del carisma agustiniano.
Que el Espíritu Santo guíe al Papa León XIV en su misión, y que nosotros, sus hermanos en la fe, sepamos caminar con él en fidelidad, en discernimiento y en esperanza.
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