POR: GLORIA CUENCA
A los venezolanos se nos tenía envidia en toda Latinoamérica, con algunas excepciones. Después de este desastre, hoy se ha trastocado en xenofobia, es decir, odio. A partir del extraordinario Plan: “Gran Mariscal de Ayacucho”, el resto de los latinoamericanos empezaron a considerarnos sus “iguales” en determinados aspectos culturales. Se nos descalificaba. Lo que comento, me consta, lo viví en mis viajes por Suramérica, por razones de trabajo, la mayoría de las veces. Descubrí, con sorpresa, que nuestros hermanos colombianos, más allá de nuestra frontera, es decir los “cachacos” nos tenían tremenda ojeriza. No les hacía ninguna gracia que Simón Bolívar fuera su Libertador, preferían a Santander. Luego en Ecuador con rabia. Disimulaban, el desagrado porque el Libertador fuera nuestro Simón Bolívar, además de haber tenido las bondades del Mariscal Sucre. No hablemos del Perú, donde enseñan, en la escuela, a los niños: el Libertador fue el General José de San Martín. Bolivia es diferente, son País, gracias a nuestro Libertador; no lo perdonan los peruanos: les quitó el Alto Perú. Soy muy perceptiva, los conocí bien: envidiosos, machistas, enrollados con nuestra identidad, independencia y, en aquellos años con democracia. También con fama de millonarios. En Brasil, quizás sepan algo de Venezuela, después de la migración llegada. Antes, al preguntarles: ¿Venezuela? “¡Ah, el país de las mises y del petróleo!”. Más nada. También sentía simpatía, hasta que comprendí: no somos nadie para ellos.
Importante destacar, que los intelectuales venezolanos de comienzos del siglo XX demostraron: cultura y valía. Después llegó el petróleo; ¡cómo cambió nuestra historia! Semi analfabetos, campesinos, muy rurales a las ciudades, a los campos petroleros a vincularse con gentes de otras latitudes y costumbres. El cambio fue impresionante. En Latinoamérica se comentaba. Después vino la emigración europea, consecuencia de la 2da. Guerra Mundial, después la del sur de Latinoamérica, por las dictaduras. Finalmente, con la “Gran Venezuela”, aumento del precio del barril de petróleo, gran inmigración de países como Colombia y Ecuador.
En un viaje, alguien comentó: “¿Los venezolanos? muy sensibles, no son fuertes”. ¿Qué tal? Se puede aceptar, somos sensibles, por eso la preferencia y destacada actuación en diversas artes. A pesar de la ojeriza, con pocas excepciones de quienes salieron al exterior a educarse, la conducta y resultados fue excelente, Nuestro nivel educativo, subió. Todos lo comprobaron
La gente en el gobierno, agrede hostiga y odia la instrucción, la cultura, la educación. Sus complejos los hacen personajes detestables, que seleccionan a los peores para cualquier trabajo. Son una vergüenza, insólita en el Siglo XXI.
No quieren a los maestros de la enseñanza primaria, a pesar de que ,supuestamente, sienten admiración por el Maestro del Libertador, Don Simón Rodríguez. Adelantado a su época, decía: el primer escalón de la enseñanza, la escuela primaria es lo más importante. Debían ser los más preparados y los mejor pagados. ¡Qué ironía! El régimen ha destruido el proceso de educación en la Venezuela, supuestamente, revolucionaria. Advierto: no es una exageración. ¡Lo han destruido!
Creo que no hay antecedentes, ni en nuestro país, ni en ningún otro país del mundo, de un proceso de contra educación como el que se ha llevado a cabo en nuestra martirizada Patria. Como si fuera un muro, se dedicaron a darle mandarriazos a todo lo que era educación formal y necesaria. Nunca tendremos como agradecer al Maestro José Antonio Abreu por su formidable actuación al convencer al difunto de la necesidad y la maravilla del Sistema Nacional de Orquestas. (Por eso subsiste) Con mentalidad retrasada y bastante limitada se dedicaron a acabar con todo lo necesario para que maestros y maestras de primaria sobrevivieran. Un sector, se fue del país; otro cambió de rubro: los más apegados a su trabajo, allí están, cargando con toda clase problemas: salarios miserables, ausencia de protección social, falta de transporte, mala alimentación, entre las dificultades más agudas. Los profesores de secundaria, emigraron también, o al sector privado, pues los salarios del Ministerio de Educación, dan vergüenza a todo el mundo, menos a ellos, se fueron al exterior o, cambiaron de profesión. No hablemos del sector universitario: con salarios de vergüenza, sin protección social, (no mencionar los Seguros del Gobierno, no sirven para nada; lo sabemos quiénes tuvimos una seguridad social impecable. Molestó al régimen y lo eliminó). Ser profesor o maestro, en Venezuela, bajo el régimen del Socialismo del Siglo XXI, implica morirse de hambre, no estoy exagerando para nada. Hay profesores universitarios en la indigencia, famélicos, desnutridos. Quienes no tienen recursos o familiares, hijos, tíos, nietos en el exterior, que ganen suficiente, para ayudarlos a sobrevivir pasan mucho trabajo, insisto en llamarnos “la ilustre ancianidad arruinada”, a pesar de que a muchos les choca decirlo de esa forma, porque golpea nuestra autoestima y el auto concepto, también el auto respeto.
¿Cómo explicar tales horrores contra el proceso educativo? ¿Cómo entender lo que han hecho? Especialmente, en esta era de la información, es decir donde la necesidad de reducir la incertidumbre es perentoria por la magnitud, justamente de los avances, logros, hechos y alcances; mientras ellos, los neo-comunistas de Venezuela, siguen con el afán de destruir todo, “y que” para reconstruirlo. El desastre logrado no tiene, es mi opinión, antecedentes, en ninguna parte, ni en las revoluciones, ocurridas en el planeta. El disparate, cometido por su ignorancia, lo pagaremos caro los venezolanos que amamos nuestra Patria. Imposible no darse cuenta: quien no tiene esa sensación de amor por la tierra donde nació, no entiende: son apátridas. ¡Dios nos ampare!
–