POR: JOSÉ GREGORIO FIGUEROA
El sistema educativo venezolano, que alguna vez fue un referente en la región, se encuentra inmerso en una crisis profunda y multifacética que amenaza con hipotecar el futuro de la nación. Informes recientes de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), bajo el título «Sistema de Evaluación de Conocimiento en Línea» (Secel), no solo evidencian el deterioro progresivo, sino que también pintan un panorama sombrío de un colapso que se manifiesta en múltiples dimensiones: la infraestructura, el capital humano, la calidad del aprendizaje y la equidad en el acceso. Este ensayo busca profundizar en las aristas de este colapso, tomando como base los hallazgos de la UCAB, para comprender la magnitud de la tragedia educativa que vive Venezuela. Más del 80% de los estudiantes de educación primaria y básica no comprenden lo que leen ni tienen dominio de operaciones básicas de matemáticas; esta situación es, sin duda, alarmante.
Uno de los pilares fundamentales del sistema educativo, la infraestructura, se encuentra en un estado alarmante de abandono. Los informes de la UCAB revelan cifras escalofriantes sobre la falta de mantenimiento, la obsolescencia de las instalaciones y la carencia de servicios básicos esenciales como agua potable y electricidad en un porcentaje significativo de las escuelas. Esta realidad no solo dificulta el proceso de enseñanza-aprendizaje, sino que también crea un ambiente inseguro e insalubre para estudiantes y docentes. La falta de inversión sostenida en la planta física escolar ha llevado a un deterioro progresivo que erosiona las condiciones mínimas para una educación digna.
En paralelo al deterioro de la infraestructura, se evidencia una fuga masiva de talento humano. Los docentes, columna vertebral del sistema educativo, se ven obligados a abandonar las aulas en busca de mejores oportunidades económicas y una calidad de vida más digna, tanto dentro como fuera del país. Los bajos salarios, la falta de reconocimiento social y las precarias condiciones laborales han generado un déficit crítico de profesionales de la educación en todos los niveles. Esta pérdida irreparable de capital humano no solo afecta la calidad de la enseñanza, sino que también desmotiva a las nuevas generaciones a optar por la carrera docente, perpetuando así el ciclo de deterioro.
La consecuencia directa de estos factores se refleja en la calidad del aprendizaje. Los informes de la UCAB señalan una disminución preocupante en los indicadores de rendimiento académico y un aumento significativo en los niveles de rezago escolar. La falta de recursos pedagógicos actualizados, la inestabilidad del cuerpo docente y las dificultades para garantizar la continuidad del proceso educativo impactan negativamente en la adquisición de conocimientos y el desarrollo de habilidades por parte de los estudiantes. La implementación de estrategias educativas a distancia, como el programa «Cada Familia una Escuela», no ha logrado mitigar el impacto de la ausencia de presencialidad y la falta de acompañamiento pedagógico adecuado, especialmente para aquellos estudiantes con menos recursos y conectividad limitada. Además, el investigador Omar Zamorano de la consultora anova policy Research presentó los resultados de su investigación sobre crisis económica y pérdida del capital humano: cerca de 7.5 millones de venezolanos emigraron en busca de mejores oportunidades, y aproximadamente 4 millones contaban con alguna formación para el trabajo.
Esto significa una pérdida de talento , de gente que se formó para incrementar no sólo la fuerza laboral sino habilidades y destrezas para el cumplimiento de sus tareas con el cual ya no contamos.
El desmoronamiento del sistema educativo venezolano es un fenómeno complejo que requiere atención urgente. La indiferencia política hacia esta crisis resulta alarmante; parece que a los líderes del país no les interesa resolver los problemas que afectan a las futuras generaciones. A medida que el sistema educativo se desmorona silenciosamente, el futuro del país se ve comprometido, y es fundamental que se tomen medidas efectivas para revertir esta situación antes de que sea demasiado tarde. La educación no solo es un derecho fundamental, sino también una inversión esencial para el desarrollo y bienestar de cualquier nación.
José Gregorio Figueroa
@figueroazabala
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