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El precio del éxodo: Xenofobia y estigmatización del migrante venezolano

Estudios recientes muestran en el país austral un deterioro alarmante en la percepción social: el 85,2% de los chilenos expresa distancia social hacia los venezolanos, frente al 55,2% en 2019. Además, un 63,4% asocia la inmigración con el aumento de la delincuencia.

por Noris Hernández

Nacional.- En los últimos años, la migración venezolana hacia países sudamericanos como Chile y Perú ha desatado una creciente ola de xenofobia, alimentada por discursos estigmatizantes, tensiones sociales y casos de violencia que han puesto en evidencia la fragilidad de los procesos de integración.

Pero ¿Hasta dónde puede llegar este rechazo cuando dejamos de ver al otro como ser humano?

En Chile, donde los venezolanos representan el grupo migrante más numeroso, gran parte de su población expresa rechazo social hacia ellos, acusándolos del aumento de la delincuencia en sus regiones.

Casos recientes como el asesinato de Yaidy Garnica Carvajalino en Chile, calificado como crimen de odio, han encendido las alarmas sobre el impacto real de estos prejuicios.

En Perú, aunque con menor visibilidad mediática reciente, persisten actitudes discriminatorias y barreras estructurales que dificultan la inclusión de los migrantes.

Esta situación plantea un desafío urgente para los gobiernos y las sociedades receptoras: enfrentar la xenofobia no solo como un problema moral, sino como una amenaza a la cohesión social y los derechos humanos.

Odio a la cultura venezolana

En el caso de Chile se ha experimentado un aumento significativo en su población migrante, siendo los venezolanos el grupo más numeroso, con más de 440.000 personas hasta finales de 2023. Aunque muchos han logrado integrarse, otros enfrentan condiciones precarias, lo que ha alimentado percepciones negativas.

Estudios recientes muestran en el país austral un deterioro alarmante en la percepción social: el 85,2% de los chilenos expresa distancia social hacia los venezolanos, frente al 55,2% en 2019. Además, un 63,4% asocia la inmigración con el aumento de la delincuencia, especialmente en el norte del país, donde los vinculan a bandas como el Tren de Aragua.

Casos como el abucheo al comediante venezolano George Harris en el Festival de Viña del Mar o el asesinato de la madre venezolana en Cerro Navia, Yaidy Garnica, debido a que escuchaban música a todo volumen, han encendido el debate público sobre la xenofobia. Este último caso fue calificado como crimen de odio por la comunidad, al haberse producido tras amenazas previas y comentarios explícitamente xenófobos.

La situación es tan grave, que el rechazo hacia el venezolano es reforzado con el accionar de un grupo de delincuentes que se encuentran en varios países del continente llevando a cabo sus desmanes en contra de los habitantes de sus principales ciudades: El Tren de Aragua.

Asimismo, todos los días en Chile, se dedican horas en la televisión para hablar a ese pequeño grupo que integra “El tren de Aragua”, pero ignoran a la mayoría de migrantes que contribuyen al crecimiento de ese país.

Discurso que aviva el rechazo

Aunque la información más reciente se centra en Chile, Perú también ha sido escenario de tensiones. En años anteriores, se han registrado protestas, desalojos forzados y discursos políticos que asocian a los migrantes venezolanos con la inseguridad. La falta de políticas de integración y el colapso de servicios públicos en zonas fronterizas han exacerbado el rechazo social.

En Perú son los políticos y los medios, con sus discursos xenofóbicos los que alimentan el odio hacia los venezolanos, olvidando que Venezuela recibió a muchos migrantes peruanos en su momento.

Xenofobia extendida en el Continente

Este rechazo se extiende por el hemisferio, de allí que recientemente un excampeón de boxeo venezolano, Yeiner Cortez, medalla de oro en 2005, sufrió un acto de xenofobia en Dallas, Estados Unidos. Su auto fue destrozado, recibió insultos y golpes de parte de un ciudadano estadounidense, al quedarse varado por una falla mecánica en su vehículo en plena vía.

Trinidad y Tobago y el mismo México también se unen a esta cruzada en contra del éxodo venezolano, ciudadanos que además de salir de sus países agobiados por la crisis de grandes dimensiones que los arropa, están sufriendo con mayor intensidad los actos xenofóbicos y políticas hostiles que agravan su dolor en cada tierra que pisan fuera de su país.

En Trinidad y Tobago se ha documentado el hundimiento de embarcaciones con migrantes en su mayoría venezolanos, además los encierran sin comida y los deportan en vuelos secretos; mientras que en México la Guardia Nacional y los coyotes extorsionan, secuestran y hasta asesinan a muchos de la gran cantidad de migrantes que solo buscan una vida mejor y llegan al país azteca como punto de cruce hacia Estados Unidos.

Estos países, hoy receptores de los migrantes venezolanos, son naciones hermosas, pero la política y los medios los convierten en chivos expiatorios para ocultar sus fracasos, ya que la mayoría de los venezolanos que llegan a estos países son trabajadores honrados que buscan reconstruir sus vidas.

Factores comunes

La Crisis económica y sanitaria, como la reciente pandemia de COVID y la inflación que registran estos países, han generado competencia por empleos y servicios, lo que alimenta el resentimiento hacia el extranjero.

De igual manera las narrativas mediáticas y políticas refuerzan estereotipos negativos, vinculando migración con criminalidad.

Tampoco se puede dejar de lado falta de integración estructural, ya que muchos migrantes carecen de acceso a salud, educación y empleo formal, lo que los hace más vulnerables y visibles como foráneos.

Este panorama no solo afecta a los migrantes, sino que también debilita el tejido social de los países receptores. La xenofobia no es solo un problema moral, sino también un obstáculo para la cohesión y el desarrollo regional.

Mensaje a la resistencia

Lo que está pasando en Chile con muchos migrantes, está dando señales inequívocas de que todo se está saliendo de control. En este país hermano los maltratos, insultos y humillaciones en contra de los migrantes venezolanos están a la orden del día, siendo actos justificados en el indignante rechazo al extranjero, a quien no reconocen como hermanos, y que son considerados como miembros de bandas criminales, sin reparar en distinciones.

Estos actos no tienen nada de acciones civilizadas. La situación en Chile es devastadora, pero la misma pasa por apartar el dolor que puede generar y controlar la respuesta que se le pueda dar a estos actos.

No es la sumisión ante los ataques, pero sí enfrentarlos sin más violencia, respondiendo con firmeza. Pensar antes de actuar. Esa es tu herramienta, una conducta digna, sin permitir que la rabia del otro los arrastre.

Si la situación es muy grave e incontrolable lo mejor es buscar apoyo de las instituciones, pero la clave es seguir las reglas de forma civilizada y no caer en la violencia contraria.

 

Texto/Noris Hernández

Fotos/WEB

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