POR: GLORIA CUENCA.
El autor del bolero con el que título el artículo es Julio Gutierrez, cubano. Nuestro muy admirado periodista César Miguel Rondón, se inspiró-una vez más- y compuso una extraordinaria pieza de teatro-musical, a partir del texto del bolero.Sí alguna vez, tienen el chance de verla no se la pierdan. Si ya la vieron, los felicito. Por mi parte, he tenido la fortuna de verla 2 veces: aquí en Caracas, cuando la presentó y en Miami, cuando la repuso. Para alegría y jolgorio de todos los latinos. Mi hijo músico y baterista, lo acompañó en Miami. Sin sentirme, como la colega Elsy Manzanares, autora de libros sobre el bolero y su principal amante, si es que puede decirse así; también yo he amado desde siempre el bolero. Mi madre cantaba los boleros en su época, para dormirnos a mis hermanos y a mí. De todos recuerdo, “Amar y Vivir”, imagino poco conocido para los actuales seguidores de este género. Esta pasión por la música de boleros,cha-cha-cha, rancheras, joropos, tangos y demás me fue inculcada, sin saberlo por mi querida madre, (QEPD) pues ella cantaba todo el tiempo en la casa. La cuestión es que, el bolero con el que titulo esta vez, dice en su primera estrofa: “En la vida hay amores que son inolvidables, imborrables momentos que guarda el corazón”. Quienes hemos conocido el amor, sabemos que es así. Nada, ni nadie nos puede quitar esos momentos donde la pasión amorosa se desborda. Es la maravilla. Sin embargo, hoy quiero hablar de otros amores, que no son entre personas, sí desde los humanos, -también imborrables- a veces hacia la religión, la ideología, los animales, las plantas o una simple creencia. (Lo de simple es irónico, las creencias son fuertes, también). En efecto, son amores. Algunos de esos, pueden ser tan dañinos y peligrosos como darle a ”un mono una hojilla”. Es cuando el amor se transforma en una pasión. Recuerdo a un viejo amigo, por allá en mi juventud, que se declaraba “enamorado de la política y de Acción Democrática”. Eramos jóvenes. Sufrió con las divisiones de AD, como si se le hubiera muerto alguien muy querido. Le costó recuperarse. Seguro, esa pasión, puede traer consecuencias impredecibles y daños irreparables. Cuando la gente, al fin, despierta de ese enamoramiento está , casi siempre, bien fregado/a. Han dejado su poder en manos que no lo merecen. Sin embargo, “nunca es tarde, cuando la dicha es buena”. Siempre se está a tiempo de salir del error y recuperar la integridad y el sentido común. La cuestión estriba en como poner los límites a ese/a empoderado/a, que se siente con todo el derecho de adueñarse de tu vida, o de dominarte y obligarte a hacer cosas que no quieres, o finalmente, a sentirte culpable. Eso ocurre cuando la mata, el arbol que tanto amastes, echó raíces terribles y se mete en el piso de tu casa. Si, hay que podarla, hasta el final. No debe quedar ningún resto de ella, pues con facilidad se reproduce y vuelta “la burra al trigo”. Igual ocurre con esos amantes posesivos hasta la locura, que quieren que solo pienses en ellos y que hagas lo que te dicen.En fin, que son esos amores inolvidables, de los que habla la canción, y que de verdad, en ocasiones, hay que borrarlos de nuestra historia. Que queden, tal vez, como una referencia al pasado. Si se trata de finales tristes y vergonzosos, hay que seguir adelante, y siempre hasta el final. ¡Ah, la vida! Compleja y difícil, pasar del amor al odio, como dice otro gran bolero: “Te odio y te quiero, porque a ti te debo mis horas amargas, mis horas de miel”. Así es, en efecto, por eso los psicólogos y los psiquiátras dicen “lo contrario del amor, no es el odio, sino la indiferencia”. Pero, ¿se puede ser indiferente frente a la agresión? ¿las torturas? ¿las mentiras? No lo creo posible. Tendriamos que no estar hechos de carne y hueso, no tener principìos éticos, ni verdadero amor a Dios, para aceptar como buenas las prácticas sadomasoquistas que en algún momento se pretenden imponer.
¿Cómo lograr apaciguar un corazón atormentado cuando se viven sucesos infames? ¿Cómo sentirse bien en medio de tanta arbitrariedad y miseria? Si recurrimos a los boleros, siempre habrá alguno que nos permita identificarnos con ellos. De alguna manera nos impulsan a lograr la paz, la serenidad y la ecuanimidad. Creo, llega el momento de invocar la bella canción venezolana: “Yo no canto porque sé, ni porque mi voz es buena, canto para que no caiga , ay caujarito la culpa sobre la pena”… “triste canta la pavita, más triste canta el paují, más triste me pongo yo, oyélo bien, cuando me acuerdo de ti”. Esas añoranzas sin duda se refieren a momentos gloriosos, felices, dichosos que hemos vivido y no sabíamos que serían tan recordados y con tanta nostalgia. Por los momentos, vivimos en “el aquí y el ahora”. Un día a la vez. Tal vez al escuchar esas canciones que nos retraen a momentos verdaderamente inolvidables podemos subsistir en medio de “noche oscura y tenebrosa…préstame tu claridad, para alumbrarle los pasos a ese infelíz que se va. ¡Dios y la Virgen nos ayuden y nos acompañen!
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