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Extra omnes: fuera todos, este miércoles inicia el cónclave

Este miércoles 7 de mayo comenzará formalmente el cónclave, en el que 133 de los 135 cardenales menores de 80 años, elegirán al nuevo Obispo de Roma y Pontífice de la Iglesia Católica, tras la muerte el pasado 21 de abril del Papa Francisco. La ceremonia de ingreso en el cónclave, que se celebrará en la Capilla Sixtina, comienza con los purpurados congregados en la Capilla Paulina del Palacio Apostólico para formar la procesión.

por Mileydi Piña
Extra omnes: fuera todos este miércoles inicia el cónclave

La entrada de los cardenales en la Capilla Sixtina, un tiempo suspendido y de misterio en el que discernir al siervo de los siervos de Dios.

INTERNACIONALES.- Estra omnes. Fuera todos. Sucede, en este tiempo suspendido, que todos en el mundo se preguntan quién será el 267º obispo de Roma. Todos involucrados, aunque físicamente excluidos del lugar donde los sucesores de los apóstoles convertidos en cardenales, reunidos y custodiados en el secreto de una Capilla, elegirán al siervo de los siervos de Dios llamado a guiar a la Iglesia.

Siervo. Siervo del único Pueblo del que Pedro fue y seguirá siendo parte, incluso después de haber sido llamado a dirigirlo.
Siervo. Y aquí está el misterio. ¿Cómo puede un siervo ser el líder de un pueblo? ¿De una Iglesia?

Una pregunta a la que Jesús respondió con palabras que aún hoy nos cuesta entender: «Sabéis que los que son tenidos como jefes de las naciones, las dominan como señores absolutos y sus grandes las oprimen con su poder. Pero no ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será esclavo de todos, que tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos». (Mc 10, 42-45).

Servir, para servir. A eso están llamados los sucesores de Pedro para guiar a la Iglesia. Y esta paradoja desorienta. Confunde tanto a los medios de comunicación como a los numerosos centros de poder, grandes y pequeños, del mundo, mientras se debaten sobre la identidad y el nombre que tomará el elegido, y tal vez incluso intentan influir en la decisión, elaborando escenarios e interpretaciones que parecen escritos en la arena.

Extra omnes: fuera todos este miércoles inicia el cónclave

Extra omnes. Esta regla interrumpe este tiempo suspendido entre el ahora y el todavía-no en el que incluso los cardenales (el pueblo de Dios que espera a su pastor, lo sabe, lo cree, lo pide) están llamados a entrar en el misterio; y a dejar no sólo a todos, sino todo fuera de la Capilla Sixtina: por tanto a sí mismos, sus pensamientos, sus razonamientos; y a vaciarse totalmente para dejar espacio sólo al Espíritu, a una dinámica que los trasciende, y al misterio de Pedro.
Pero Pedro es esto. Un misterio que nos confía una certeza.

Pedro es el pescador a quien Jesús prometió que el mal no vencería: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella» (Mt 16,18).

Es el Apóstol por quien -al confiarle su Iglesia- el Hijo de Dios oró con una recomendación especial al Padre. Para que le ayudara a llevar sobre sus hombros una carga que, de otro modo, sería demasiado pesada.

Pedro es un hombre sostenido por esta oración que se ha extendido a través del tiempo y de la historia sobre sus sucesores hasta llegar a nosotros hoy. Una oración concreta, especial precisamente: para que su fe no desfalleciera nunca ante las pruebas que tendría que afrontar, tan distintas y tan parecidas a las de nuestro tiempo, secularizado, dividido, polarizado, confuso, encarnizado; lleno de afán de mando y pobre de amor, incapaz de comprender el valor un servicio y del bien común, hinchado de frágiles certezas y falsas verdades, imbuido más de rencor que de misericordia, tantas veces deseoso más de venganza que de perdón: «¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha solicitado el poder cribaros como trigo; pero yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos»(Lc 22,31-32).
Pedro es un misterio de misericordia y de amor; de comunión y de escucha.

Pedro es un pescador que se equivoca en sus cálculos; que pasa angustiosamente toda la noche en el mar sin pescar un solo pez; que luego echa las redes en la otra orilla, sólo por la palabra de un desconocido. Y que finalmente comprende que el que le habla es su Maestro.

Pedro es un pecador perdonado: es el elegido que, antes de alegrarse, lloró amargamente después de traicionar. Como Judas. Pero él lloró. Ha llorado.

En sus lágrimas está todo su misterio. Y ahí está el misterio de la Iglesia. Esas lágrimas son quizá las llaves del Reino. Son las llaves de Pedro y de su misterio: una fragilidad poderosa precisamente porque no brilla con luz propia. Una roca aunque no lo fuera. Que por eso mismo nos confirma a todos en la fe. (https://www.vaticannews.va/es/papa/news/2025-05/extra-omnes-todos-fuera-editorial-ruffini-conclave.html)

El momento más impactante del cónclave. ¿Cómo se llega al «extra omnes»?

Un detalle de la bóveda de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina. Foto/Vatican News.

¿Cómo se da paso al inicio de las votaciones del cónclave?

Los 133 cardenales electores están convocados a las 16:30 horas de este miércoles en la Capilla Paulina, a unos metros de la Capilla Sixtina. Igual que en la Capilla Sixtina se los pone bajo los frescos del Juicio final, este primer lugar ha sido elegido «porque en él hay unos frescos de san Pedro crucificado», explica el corresponsal de Alfa y Omega y autor del libro Cónclave. Frente a las ambiciones del mundo, «le están diciendo al futuro Papa que lo que le espera es el martirio».

Durante el cónclave, en la Capilla Paulina también «está el Santísimo. Es donde celebran Misa juntos los cardenales». Además ahí esperan durante las votaciones, en oración, los ceremonieros.

Desde ahí salen rezando las letanías de los santos, «invocando a las grandes figuras de la Iglesia y de todos los continentes». Al entrar en la Sixtina «se reza el Veni Creator y los cardenales, uno a uno, hacen el juramento de confidencialidad con la mano en el Evangelio.

¿En qué momento se quedan solos los electores?

Después del juramento, el maestro de ceremonias pontificio, Diego Ravelli, pronuncia el célebre «extra omnes» («todos fuera»), tras lo cual los ceremonieros y el resto de personal, por ejemplo fotógrafos, salen de la Capilla Sixtina. Los únicos que se quedan dentro un primer momento son el maestro de ceremonias y el predicador, que «en esta ocasión será el expredicador de la Casa Pontificia, Raniero Cantalamessa». Este pronuncia una meditación y ambos se marchan.

¿Qué pasa después?

El cardenal George Jacob Koovakad, el último cardenal diácono, cierra la Capilla Sixtina por dentro y deja la llave encima de su mesa. Será el encargado de abrir y cerrar la puerta siempre que haga falta.

Tras el «extra omnes», el sustituto de la Secretaría de Estado, Edgar Peña Parra, «recorre toda la zona para asegurarse de que las puertas están clausuradas con 80 sellos de plomo y de que nadie entre», explica Martínez-Brocal. Ni él ni Ravelli —que también es secretario del colegio cardenalicio— participan en el cónclave, pero «están en la zona por si hacen falta». Por ejemplo, si se votara Papa a alguien que no fuera cardenal elector y hubiera que localizarle y llevarle a la Capilla Sixtina.

¿Hay votación el primer día?

Cuando se quedan los electores solos, el cardenal Pietro Parolin, como primer elector, pregunta si hay alguna duda y si se quiere proceder ya a votar. «Se da por seguro que habrá votación. Pero pueden decidir que no», apunta Martínez-Brocal. En ese caso, solo se sabrá porque no habrá fumata esa tarde.

 

FOTOS: AGENCIAS/CORTESÍA

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