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Insumisión es la clave

por elregional

Dolor y pena, fue lo que sintió mi alma y mi corazón ciudadano al leer las supuestas declaraciones del ex primer ministro británico Tony Blair, que, aunque circulan en las redes sociales sin origen verdadero, desde marzo de 2014, siendo adjudicadas al portal de la BBC de Londres; apenas las leí recientemente revisando textos de cadenas que envían a través de uno de mis grupos personales de WhatsApp.

 

En el polémico mensaje, claramente dirigido a los venezolanos, se lee que Blair dijo, que mis connacionales “son un pueblo de poca lucha, cobardes y de brazos caídos, que han preferido abandonar su patria, familia y amigos en lugar de luchar por su país y por sí mismos”.

 

“No entiendo: hacen un esfuerzo sobrehumano al cruzar fronteras a pie, pero no son capaces de enfrentar a un tirano que les ha llevado a ser mendigos”, asevera en el texto un Blair confundido.

 

La cuestión no es que no seamos capaces de enfrentar a un tirano como Hugo Chávez en su tiempo y ahora a un Nicolás Maduro en su continuidad ni que las perversidades de Diosdado Cabello sean vistas con aires plausibles, porque somos borregos del régimen; la cuestión responde a una sumisión inducida por el legado maquiavélico de que “el que te domina el estómago te domina el cerebro”. Se preguntarán, pero si la cultura de recibir una bonificación hasta por sonreír, a pesar de ser miserias, mantiene calmada a una población que ya debería estar en la calle exigiendo el retorno de la democracia, el regreso al sendero del progreso y exigiendo el rescate de las instituciones secuestradas; no es sumisión ni facilismo y pereza ciudadana, solo que, no a la fuerza sino a través de un acto de sevicia bajo la ancestral premisa del pan y circo, nos mantienen aletargados. El que no haya vivido este nuevo holocausto de cerca no puede entender; como en realidad le pudo haber pasado al señor Blair o a quien tuvo a bien echar a circular estas declaraciones de dudoso proceder.

 

Revisando estas perturbadoras declaraciones para ubicarlas en el tiempo y el espacio real, encontré que al igual que los venezolanos sienten vergüenza al leer estas declaraciones, también sucedió con colombianos y mexicanos en el año 2019, cuando las mismas palabras con algunos ingredientes nuevos fueron adjudicadas a Blair refiriéndose a esos países. Pues resulta que él nunca las pronunció y se trató de un temerario de la web, experto en fake new, que las lanza al ecosistema digital, pienso que tratando de lograr alguna reacción en estos pueblos dormidos que necesitan reaccionar para no perecer. No comparto que se den estas prácticas de información manipuladas y tergiversadas para lograr reacciones digitales, pero sí, avalo el deseo de poder generar un sentir patriótico en mi pueblo para que de una vez por todas, salgan de la sumisión en la que se han mantenido durante más de dos décadas.

 

Pero sin desacreditar la fuente de las declaraciones, mal intencionadas o no, están llenas de verdad toda vez que la sumisión del pueblo venezolano no tiene parangón, confundida tal vez por algunos, con la lucha férrea contra el intervencionismo del imperio estadounidense, sin reparar que dejan pasar la ronda a los del Norte para darle la mano y el póker de ases a los rusos y a los chinos, que nos invadieron desde hace tiempo y sin que nosotros levantáramos un dedo para impedirlo. Es el mismo negro, pero con diferente cachimbo.

 

Igual sea Blair o no, hay quienes critican la diáspora venezolana y la catalogan de cobarde, instándole a quedarse en su tierra defendiendo la libertad ante una tiranía cada día más cínica y sangrienta, que actúa con su poder contra un pueblo debilitado por el abuso y la opresión de su desgobierno. Pero pregúntenle sobre esa “cobardía” a los padres que acuestan a sus hijos sin comer, porque el padre recibe un salario de 10 bolívares soberanos, traducidos en dos dólares al mes; a una madre que antes para ayudar a su familia vendía helados, empanadas, confeccionaba ropa a encargo con una maquinita Singer, y algunas familias hasta distribuían agua mineral o se mantenían con otros emprendimientos para costear la manutención de su hogar.

 

Hoy día, en Venezuela, una harina precocida cuesta un dólar, ya queda uno para ver qué hacer con el. Un arroz tiene un valor de 1 dólar por kilo y un kilo de carne o caraotas cuesta entre 4 y 5 dólares. Ahora la madre no vende empanadas porque sencillamente es imposible asirse de la materia prima para ello, tampoco cose porque la máquina necesita una pieza que ya no se vende en el país, y agua mineral no se expende en cualquier vivienda, porque la mayor parte de los emprendedores se descapitalizaron más o menos desde mediados de 2015, y desde entonces está pasando roncha. Qué les queda, planear su escape, al menos un padre o algunos de sus hijos mayores deciden reunir algo dinero vendiendo objetos del hogar para pagar un pasaje y emigrar a Colombia, Chile, Perú o Ecuador, países más cercanos, y donde ven una posibilidad de trabajar en cualquier cosa para ayudar a los que se quedan, girando al menos unos 10 dólares semanales, para lograr que, los que aún quedan en el país, puedan sobrevivir.

 

Cuando llegan a esos países hermanos soñando con su solidaridad, se encuentran con que no es lo que creían. Pueden ganar un salario mínimo para costear su estadía, si es que consiguen un alma solidaria que no les exija un permiso laboral para poder optar por un puesto de empleo, de resto les toca lavar carros o parabrisas en los semáforos, vender caramelos o llegar a la mendicidad, para conseguir ayudar a sus familias en Venezuela.

 

“El pueblo venezolano tiene el gobierno que se merece», no lo dice Blair, lo dijo Joseph-Marie, conde de Maistre, teórico político y filósofo saboyano, máximo representante del pensamiento contrarrevolucionario, opuesto a las ideas de la Ilustración tardía y la Revolución francesa; para referirse a que es el pueblo el responsable de elegir a sus gobernantes, y si los venezolanos los mantenemos en el poder es porque creemos merecer esos líderes. El célebre creador de la frase «cada Nación tiene el gobierno que se merece», no sé equivocó; tampoco lo hizo Gandi cuando aseguró que “si hay un idiota en el poder es porque quienes lo eligieron están bien representados”.

 

“La lucha por la libertad no es pacífica, es una lucha”, reza el texto.

 

Quisiera gritarle al mundo que los venezolanos no somos cobardes, y que como demócratas hemos creído que podemos llevar adelante una lucha pacífica por la libertad y la restauración de nuestro estado de derecho, logrando que se respete la independencia de poder en nuestras instituciones; pero, nos han dejado solos con un Régimen que tiene las armas y que las usa contra su pueblo sin tocarse el corazón.

 

Eso de que nos hacemos los valientes e intentamos reclamar derechos en otros países en lugar de reclamarlos donde corresponde, en Venezuela, lo dicen nuestros hermanos y vecinos porque no saben que en nuestra memoria está viva la imagen de colombianos, chilenos, peruanos, bolivianos o ecuatorianos, que entraron en nuestro país recibiendo la solidaridad nuestra, entregándoles a manos llenas beneficios sociales para su bienestar; esto nos hace pensar que ahora tenemos la potestad de pedir ese mismo respeto, estemos donde estemos.

 

Los colombianos, peruanos, chilenos y ecuatorianos se quejan porque la delincuencia venezolana también migró hacia sus barrios y ciudades, pero olvidan, aunque no sea una justificación, cuando en manos de sus coterráneos, murieron, hace apenas unos 10 años atrás, muchos venezolanos. Asesinaban a sus empleadores, a nuestras familias, por venganzas, por dinero, por falta de pagos oportunos. Mucha barbarie hemos soportado sin que en respuesta rechazáramos a cuanto delincuente extranjero se nos cruzara en el camino.

 

Las páginas de la prensa venezolana están manchadas con la sangre y muerte dejada por nuestros huéspedes a quienes le dimos cobijo, y aún no veo uno quemado vivo o golpeado hasta matarlo, simplemente por ser ladrones o asesinos extranjeros. Recuerdo cuando un grupo de cuatro colombianos hace algo más de una década asesinó a hachazos a un menor de doce años y a su padre, dueños de la hacienda que les había dado empleo, sólo porque los habían despedido. Otro colombiano hace apenas unos años mató a su empleadora y la enterró en su misma casa para quedarse con su dinero. Y miren que aún no conozco un caso de xenofobia originado por este tipo de acciones delictivas.

 

Cuando en la falsas declaraciones se ejemplariza luchas de otros países donde se hizo respetar el poder del pueblo, como en el Cairo o Libia, es cierto, pero nuestras circunstancias son otras, porque contamos con opositores grises, que no tienen la suficiente fuerza para arrastrar a un pueblo a la victoria sin que pase lo que ha pasado a lo largo de estos años de dictadura roja: represión, muerte y abuso del poder que el mismo pueblo les confió, creyendo en sus disfraces de corderos, que al despojarse de ellos vemos solo vileza, traición y criminalidad como la de su cabeza más visible, Diosdado Cabello.

 

“El venezolano es muy cómodo, tan cómodo, que ni siquiera se preocupa por ir a votar en las elecciones. Se abstiene de hacerlo con cualquier excusa”. No es cualquier excusa, es la verdad verdadera de que nuestra instancia rectora del proceso comicial está secuestrada por el régimen, y para nadie es un secreto que ningún proceso de elección popular ha cumplido debidamente con las mínimas reglas electorales. Estas últimas que se realizaron para activar un referéndum contra Nicolás Maduro, estuvieron plagadas de morbo gubernamental ante la mirada extenuada del elector venezolano. El número dos del régimen, Diosdado Cabello, dijo claramente: tenemos el derecho de solicitar al CNE la lista con los nombres de los votantes que solicitaron el referéndum revocatorio contra el presidente Maduro. Pues lo que dicen lo cumplen y actúan.

 

Aún está viva en nuestra mente la persecución sufrida por los solicitantes del referendo contra el presidente Chávez, quienes fueron perseguidos y a quienes se les privó del derecho al trabajo y a los beneficios del Estado, dejando a sus familias casi que muriendo de hambre. No me lo contaron, lo viví de cerca. La lista Tascón no fue una utopía, fue un brazo ejecutor de la perversidad más férrea de un régimen de la calaña del que impera en Venezuela. Todo esto ante la mirada complaciente de los gobiernos “amigos” y vecinos, de los organismos internacionales que nunca se les cruzó la idea de defender los derechos universales que tienen los ciudadanos al trabajo, a la educación. Fueron niños sacados de sus escuelas, cupos universitarios tachados con alevosía. Está claro que se fraguó un plan para exterminar esa parte de la población que adversaba al régimen, quedando reducido a cenizas y dependiendo de lo que el régimen dispusiera para ellos. Muchos fueron obligados a retractarse de su firma para poder acceder un trabajo, y poder sobrevivir.

 

“No tiene espíritu luchador y es muy probable que por su actitud sedentaria tengan el mismo destino que los cubanos. Nacieron cobardes y charlatanes. No aprendieron la lección”, se dice de nosotros.

 

Sí aprendimos la lección, solo que no hemos podido resarcir el error porque estamos presos en una gran mazmorra que se llama Venezuela. Somos valientes y pronto lo demostraremos. La insumisión es la clave y está cerca.

 

Aunque sea cierto que “llamamos a los demonios y ahora es difícil deshacernos de ellos”, también les digo que nunca el mal ha reinado sobre el bien. Tarde o temprano esta dictadura caerá y lo hará de la mano de su pueblo, porque somos un volcán dormido que cuando despierte arderá en su lava todo aquel que osó, valiéndose de su poder, derramar la sangre y hurtar las esperanzas del noble pueblo de Bolívar.

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