POR: GLORIA CUENCA.
Al pensar en la Autonomía Universitaria y sus implicaciones en nuestro país, tomo consciencia de que, soy quien soy, gracias al extraordinario logro de mi generación: contribuir con el fin de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Me gradué de bachiller en el Liceo:” Andrés Bello” de Caracas, en el año 1958. El 23 de enero cayó la terrible dictadura de Pérez Jiménez. Se dio inicio a la democracia, la euforia de la libertad de expresión, la liberación de presos políticos, castigo de torturadores, el regreso de exiliados. Gran apertura: prensa libre y sin censura. La radio y la televisión comenzando una nueva programación informativo-noticiosa, con numerosos programas de opinión. ¡Qué alegría! Lo recuerdo como una fiesta. La celebración ocurría en toda la ciudad capital, (en todo el país) plenos de esperanza y confiados en lograr un régimen democrático.
La Autonomía Universitaria no era un planteamiento entre nosotros los nuevos bachilleres. Apenas, se reorganiza la Universidad Central y se designa Rector al Dr. Francisco De Venanzi, comienza el debate y la discusión sobre la necesidad de Decretar la Autonomía Universitaria. Pregunté a mi padre al respecto: me dio la orientación necesaria: la Reforma de la Universidad de Córdoba en Argentina, 40 años antes.
Nosotros, llenos de sueños, de utopías, no sabíamos exactamente de qué, se trataba. Tal vez, los dirigentes lo sabían; dieron apoyo a la iniciativa, concretada el mes de agosto de 1958, bajo el Gobierno Interino del Dr. Edgar Sanabria. Decreta la Autonomía Universitaria conjuntamente, con la declaración del Parque Nacional el Ávila.
Se debe destacar la audacia y el adelanto de los jóvenes estudiantes de la Universidad de Córdoba. (Argentina) En 1918, protestaron contra prácticas consideradas adocenadas y lograron la extraordinaria reforma de Córdoba, donde se aprobó la Autonomía Universitaria.(Por primera vez en el mundo) La reforma es de 1918, bajo la presidencia, del Dr. Hipólito Irigoyen.
Trascendental, en mi opinión, la contextualización de los procesos de reforma y renovación universitaria entre nosotros.
La Revolución Cultural China. 1966. Si no fuera porque conozco el origen de ese proceso, multitudinario, masivo, popular, devastador y terrible, diría que fue el germen de 10 años de turbulencia estudiantil. Sin embargo, me pregunto, también a historiadores, sociólogos, investigadores de las ciencias sociales: ¿un movimiento que nace de una forma, con determinados objetivos, se puede distorsionar y sigue otra dimensión? O, ¿tal vez, los líderes manipulan con determinado fin a los participantes? No tengo repuesta para las preguntas. Tampoco me atrevo a lanzar hipótesis. Las tengo, sin comprobación.
Desde 1953, a la muerte de José Stalin, el presidente Mao Tse Tung, ¿un genio del mal? se ha dicho, se dio cuenta del fracaso en la Unión Soviética de la puesta en práctica del socialismo y más aún del comunismo. Pensó que, los líderes Lenín, Stalin y todos los demás que los acompañaban, eran unos fracasados, no la teoría. Lo planteó dentro del Congreso del Partido Comunista. Lin Piao, jefe militar de gran envergadura, lo enfrentó, planteando críticas. No se dio cuenta: Mao se apoderó del Partido Comunista, de forma absoluta. Murió poco tiempo después en un accidente de aviación, con todas las características que conocemos producto de esa ideología. Chu En Lai, Primer Ministro lo conocía suficiente, pretendió que no se cometieran locuras. Pretensión vana, ocurrió lo peor. Casi dos años después estalló el Mayo Francés, 1968. ¿Coincidencia? O, ¿El viento sopló del Este? En Alemania, Danielito “El rojo” auspiciaba revueltas y transformaciones con sentido renovador. En Italia, las Brigadas Rojas, hacían de las suyas, auspiciando la toma del poder por la vía violenta.
Los planteamientos hechos en Europa, específicamente en Francia e Italia, tenían sentido. Las universidades eran “templos del saber” pero también del autoritarismo y ausencia de comunicación, entre los docentes y estudiantes. Mantenían algunas normas de la Edad Media, al interior de esos recintos. Cuando la ola renovadora llegó a Venezuela, traía componentes externos, que no pertenecían, a nuestra idiosincrasia. Así lo confirmó el Dr. Miguel Acosta Saygnes, en entrevista realizada para mi libro: “La enseñanza de la Comunicación y el Periodismo en Venezuela”(1). Como participante en primera línea del proceso renovador, recibí lo mejor y lo peor de esos momentos. Lo he narrado varias veces. Sin embargo, la semana pasada, no estaba en el Consejo Universitario, estoy de permiso por mi indisposición física, supe de la toma que hicieron los estudiantes. ¡Gracias a Dios! Se resolvió con armonía. Me preocupé mucho por ese gesto. Fui tomista en 1969. Algo aprendí. Sufrí las consecuencias de mi acto. Lo quiero transmitir ahora. Por eso seguiré con el tema. (1) Ver: “La enseñanza de la comunicación y el periodismo en Venezuela” Capítulo: Entrevista a los ex_directores de la Escuela de Periodismo. Miguel Acosta Saygnes, primer director.
Me pueden leer en: gloriacuencasubstack.com
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