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LA ENVIDIA

por Mileydi Piña
PEDDRO DUARTE OPINION

POR: DR. PEDRO DUARTE

La envidia, quizás una emoción tan antigua como la humanidad misma, ha sido objeto de reflexión y análisis a lo largo de los siglos. Esta sensación de descontento o resentimiento hacia el bienestar o el éxito de otros ha sido explorada en numerosas tradiciones filosóficas, religiosas y literarias.

Aunque a menudo se la considera una de las emociones más destructivas, pues tiene la propiedad de disfrazarse como amistad, solidaridad, compañerismo y un largo etc., hay quienes consideran que también ofrece una oportunidad para la introspección y el crecimiento personal, pero esto implica comprender sus raíces y manifestaciones, con lo cual podríamos aprender a gestionar esta emoción de manera constructiva, transformándola en una fuerza que impulse nuestro desarrollo y bienestar.

Cuando hablamos de envidia, no se hace referencia únicamente a una emoción, va mucho más allá, es una estructura comparativa que opera dentro de las relaciones sociales, cognitivas y morales, implicando la percepción de una carencia personal frente a una posesión o ventaja ajena; la hostilidad que implica para quien la padece, de no solo querer algo sino querer que el otro no lo tenga o lo pierda, este fenómeno no construye sino que neutraliza lo que no se puede alcanzar.

Es necesario diferenciar la envidia de la admiración, el resentimiento y el deseo; las diferencias son notables entre unas y otras.  En la admiración, hay un reconocimiento positivo y un deseo de imitar a la otra persona. En el resentimiento, hay rencor acumulado,  generado en la mayoría de las veces por episodios negativos del pasado; mientras que en el deseo hay un impulso de apropiación sin necesidad de anular al otro.

En la envidia se hace presente la comparación y lo lamentable es que la carencia personal adquiere sentido frente a la abundancia ajena, llegando al punto de que lo que antes no se deseaba, ahora se vuelve objeto de hostilidad. El gran filósofo Aristóteles la distingue de la emulación, pues esta puede ser positiva, incluso promover la virtud, mientras que la envidia corrompe; considera que es propia de personas pequeñas de alma, que no soportan la fortuna ajena.

Otro filosofo como Demócrito, sostiene que el envidioso se hace daño a si mismo al angustiarse por bienes ajenos, y más grave aún incluso cuando no los necesita, convirtiéndose en una forma de sufrimiento auto infligido que nace de una comparación innecesaria.

Por su parte, un gran pensador como Tomas de Aquino sostenía que la envidia es contraria a la caridad, porque goza con el mal ajeno y sufre con el bien del otro. Considero que es una de las manifestaciones más baja de la miseria humana, cuyas consecuencias negativas no tardan en hacerse presente en cualquier espacio donde esté esa persona que la padece y a decir de este gran filósofo Tomas de Aquino, autor de la famosa Suma Teológica, no se trata simplemente de una emoción negativa, sino de una inversión del orden del amor: No se ama lo bueno, se odia que el otro lo tenga.

 

“Todos los tiranos de Sicilia no han inventado nunca un tormento mayor que la envidia”

Horacio

 

Dr. Pedro Duarte

Abogado  

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