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La música alta no desencadenó el crimen de la madre venezolana en Chile

por Noris Hernández

Sucesos.- Las investigaciones en torno al crimen de la migrante venezolana, Yaidy Garnica Carvajalino, a manos de un vecino el pasado 15 de junio en un callejón de Santiago conocido como Paseo Acuario de Cerro Navia en Chile, cuando celebraba el Día del Padre; apuntan a la preocupante reacción de odio de la comunidad frente a la presencia de migrantes en la zona.

Nuevos detalles de la investigación que realizan las autoridades chilenas revelarían que la música alta no fue el detonante para el brutal asesinato, ya que de acuerdo con videos bajo resguardo legal, se refuerza la tesis de que el crimen no se originó por un conflicto de convivencia ni por la supuesta “música fuerte”, como argumentan algunos vecinos y medios, ya que la madrugada de ese domingo en el que ocurrió el incidente, también se celebraba una fiesta en la casa del hombre que acabó con la vida de la venezolana, identificado como Miguel Sergio Cordero Toledo.

La fiesta del agresor contaba con toldos y música a alto volumen que comenzó la noche anterior y se extendió hasta la madrugada. Es decir, los mismos vecinos que más tarde confrontarían a Yaidy por un supuesto exceso de ruido, celebraban sin reparos en la misma cuadra y por más tiempo.

El argumento de la música se cae

“Esa madrugada ya había lo que parecía ser una reunión en la casa del victimario. El argumento de la música no se sostiene”, puntualizó Braulio Jatar en base al material visual analizado, en un comunicado que difundió a través de sus cuentas de Intagram @tcabogadoscl, @brauliojataralonso. Jatar es el abogado y apoderado de las hijas de Yaidy Garnica Carvajalino; Henryleth Alexandra León Garnica y Ehilin Nathaly Ortiz Garnica.

“Estos registros coinciden con exactitud con lo que sus hijas, infortunadas testigos del crimen, nos relataron desde el primer momento. Las imágenes bajo nuestro resguardo son alarmantes y concluyentes: revelan un entorno hostil y un contexto que trasciende un simple conflicto vecinal”, detalla Jatar.

Por ello anunció que desde TCAbogados solicitarán que las investigaciones se amplíen a otras personas “que parecen haber tenido distintos niveles de participación en estos luctuosos hechos”.

Asimismo, indicó que evalúan ejercer acciones judiciales frente a versiones periodísticas que lesionan la imagen de Yaidy, quien carecía de antecedentes penales, como lo informaron en sus informaciones sobre el caso.

“Yaidy no murió por unos parlantes. Murió por ser mujer, migrante y pobre. Murió porque su diferencia incomodaba”, dijo con énfasis Jatar.

Las cámaras de seguridad, cuya hora fue verificada considerando el cambio de horario oficial, respaldan la versión del abogado.

Uno de los testigos del hecho, también agredido esa noche, declaró que el victimario acostumbraba realizar reuniones similares con música alta y sin problemas.

“Ellos sí podían hacer fiestas, pero cuando éramos nosotros, se molestaban”, recordó esta persona.

La familia pide justicia

Si el problema no era la música, ¿entonces qué era? ¿Quién celebraba y no qué se celebraba? El crimen pone en evidencia cómo ciertos discursos de “convivencia” se tuercen, según quién esté al otro lado de la reja.

La familia insiste en que este caso no puede tratarse como un altercado aislado. No solo por justicia para Yaidy, sino porque la normalización del prejuicio puede ser aún más peligrosa que el arma que la mató.

Braulio Jatar sostiene que la muerte de Yaidy nos desafía como sociedad. “No puede quedar archivada como un ‘hecho policial más’. Nos obliga a actuar antes de que otra vida inocente pague el precio de la indiferencia. Mientras no aprendamos a reconocernos en el otro, todos estamos en peligro”, reflexionó.

Por último, se refirió a una misión que permanece sin desvío: “Integrar a todas las personas extranjeras de buena voluntad en nuestro Chile”.

 

Con información de Crónicas de Chile

Fotos/WEB

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