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LA UTILIDAD DE LA HISTORIA EN EL MUNDO DE HOY. EN ATENCIÓN AL MES DE LA ZULIANIDAD

por El Regional del Zulia
JORGE F VIDOVIC

 

 POR: JORGE F. VIDOVIC [1]

Cuando una ciencia como la historia debe justificar continuamente su utilidad teórica o práctica revela, de algún modo, cierta crisis de legitimidad en sus fundamentos al tratar de adecuarse a los imperativos materiales de un mundo signado por el avance vertiginoso de los universos digitales, donde lo humanístico posee poco valor monetario, ante las tecnologías de la comunicación e información que van controlando todas las esferas de lo humano. No obstante, conviene de algún modo recordar el para qué sirve la historia, en tanto que memoria lúcida y crítica de las sociedades humanas en su indetenible movimiento temporal.

La historia no es solamente maestra de la vida al mostrar en sus relatos historiográficos los aciertos, contradicciones y problemas que ciertos actores y factores de poder o anti-poder, en lo individual y colectivo, producen con sus acciones e interacciones en un tiempo y espacio finito y determinado. El conocimiento histórico, en este sentido implica un escenario simbólico donde los actores sociales y sujetos políticos más diversos desarrollan sus identidades, construyen sus agendas o estructuran sus programas de acción, como si estos estuvieran conectados con las personalidades, situaciones y colectivos del pasado que vale la pena ser rememorados, nunca desde posturas neutrales, sino ideológicamente situadas en el tinglado relacional del saber y el poder.

En este orden de ideas, las historias locales y regionales adquieren un valor existencial y real que lucha continuamente con el efecto homogeneizante que tienen los discursos historiográficos de las historias nacionales, nunca construidas consensuadamente desde las particularidades regionales, sino desde el protagonismo forzado de los centros capitalinos de poder. Esta situación no ha variado desde el advenimiento decimonónico de las historias patrias, hasta lo que va del siglo XXI. De cualquier modo, estas historias regionales tienen la capacidad de mostrar el “ser verdadero” de personas, localidades y dinámicas que por derecho propio merecen ser historiadas y debidamente conectadas a esa “comunidad imaginada” que Benedict Anderson definió, acertadamente, como núcleo central de los Estados nacionales. Por su parte, el valor epistemológico de las historias regionales viene dado por el hecho de que generan un conocimiento que refuerza la identidad y la conciencia de las personas y comunidades que hacen vida en regiones con un “Alma propia”.

En el sentid anterior, para el logro de un efecto benéfico de identidad y conciencia, las historias regionales deben ser debidamente divulgadas en el sistema educativo local y los mundos de vida de las personas comunes, como condición de posibilidad para el logro de sus alta labor ilustrativa. Diremos finalmente que una legítima historia nacional deberá establecer una relación equitativa del centro con las diversas regiones históricas, que den cabida y reconocimiento a sus heterogenias identidades, esto es, sus formas de ser y hacer en el mundo. Solo así, lograremos consolidar una nación donde el encuentro no se convierta en un relato opresivo y excluyente de personas y territorios.

Finalmente, invitamos a todos los investigadores no solo a revisar y compartir las publicaciones del Fondo Editorial de la Academia de Historia del estado Zulia; institución que en estos últimos tiempos ha hecho un gran esfuerzo por seguir contribuyendo en el fortalecimiento de nuestra historia zuliana, nacional y mundial.

 

 

[1] Historiador. Miembro Honorario de la Academia de Historia del estado Zulia. Orcid: https://orcid.org/0000-0001-8148-4403

 

 

 

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