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LAS PALABRAS RABIOSAS SON VENENOSAS

por Mileydi Piña
NILMARYBOSCAN

POR: ABG. NILMARY KRIS BOSCÁN MALDONADO

Las palabras tienen poder, con ellas podemos edificar o destruir, animar o desanimar, unir o separar, aclarar una situación o por el contrario formar un “chisme”, motivar o decepcionar, en fin, tienen tanto poderío que llevan intrínseco todo un conjunto de sentimientos, intenciones y emociones de quien la trasmite que influye en la persona que las recibe. Las palabras son muestras de lo que llevamos por dentro, controlar lo que decimos es importante para cuidar nuestras relaciones con los demás. Ser responsable de lo que decimos, es una clara manifestación de respeto e inteligencia emocional que se cultiva gestionando nuestras emociones, en especial, la rabia. Imagina que las palabras pueden resultar siendo un duro golpe o por el contrario una carga de energía positiva.

Una emoción, es una reacción que experimentan las personas en respuesta a un estímulo, evento o situación. Como seres humanos tenemos emociones, como rabia, tristeza, alegría, miedo, etc. Cada emoción requiere de valoración, aceptación y manejo, es importante gestionarlas de manera eficaz para que nadie salga afectado, en especial cuando sentimos rabia.

La rabia es un estado emocional que nos moviliza para responder a una situación que percibimos como una amenaza, cuando algo nos parece una injusticia o un agravio. Es un mecanismo de defensa que nos prepara para la acción al enfrentarnos ante situaciones que nos afecta. La rabia puede ser hacia los demás o hacia nosotros mismos. Es considerada una emoción “negativa”, criterio con el que estoy en desacuerdo, porque ella es una emoción normal y natural del ser humano, un ejemplo sencillo: Si estas por horas en la cola del banco y llega un “vivo” y lo atienden primero que a ti ¿Qué sientes? Obviamente que sientes rabia. Ahora bien, la rabia se convierte en negativa cuando el furor es incontrolable, tanto que puede causar daños severos a los demás y a nuestra salud.

Todo lo que expresamos deja una huella imborrable en las personas, por eso es fundamental ser consciente de nuestras palabras y que todo lo que salga de nuestra boca, sea para construir y solucionar. Si sentimos rabia, no debemos actuar o responder con el látigo de la ira, más bien elijamos calmarnos y en su debido momento responder sabiamente. Con rabia podemos ofender o decir palabras de las que luego nos vamos a arrepentir y reconstruir lo que se ha quebrado es imposible. Si algo enerva tus emociones, no te dejes envolver, recuerda que la mejor pelea es la que no se da.

Antes de dejarte llevar por la rabia, detente, no respondas, acepta tu rabia como parte de la situación, analiza con calma y cordura, piensa en las heridas que causaras en el otro sin respondes con cólera, busca empatizar en lugar de culpar a las demás personas. Tratar de entender la visión de la persona que sientes que te agravia y usa el asertividad a la hora de comunicarte para trasmitir tu sentir adecuadamente, sin palabras venenosas o hirientes.

La rabia si se puede controlar, cuando no se gestiona puede causar desgracias, tanto así que muchos homicidios han sido consecuencia de actos coléricos o arrebatos de dolor.  Cuida tus palabras cuando sientas rabia, porque aquello que dices sin medir consecuencias puede causar estragos dejando una huella imborrable.

Si arrugas un papel, al tratarlo de alisar jamás será igual, por más que te arrepientas luego de desatar tu basurero emocional, esas palabras destructivas se quedan incrustadas en la mente y el corazón de la persona afectada siendo difícil olvidarlas. Y esto aplica para todo, en las relaciones familiares, laborales, de parejas y con los hijos.

Debemos aprender a frenar la lengua rabiosa, si la otra persona es quien grita, ofende y se vuelve un loco desenfrenado, deja que drene y no tomes sus palabras pues lo que expresa es lo que lleva por dentro y no lo que tu representas. Nunca respondas a una persona enfadada con una respuesta ardiente, aunque se lo merezca. No permitas que su ira se convierta en tu ira. Así que actúa concienzudamente sin caer en el mismo palno del otro, no respondas igual, simplemente apártate. Recuerda que nuestra actitud nos define y las palabras muestran lo que llevamos por dentro.

Se respetuoso al comunicarte, expresa tus emociones sin afectar a los demás, ten presente que el crecimiento personal también implica reconocer nuestras fallas, aceptándolas para buscar herramientas que nos ayuden a mejorar. También recuerda que tus hijos te observan y eres su ejemplo a seguir.

Si eres una persona que explota sin medir consecuencias es recomendable buscar la ayuda sicológica.

“El corazón se pudre poco a poco cuando en el abunda la rabia” (anónimo)

 

Abg. Nilmary Kris Boscán Maldonado

 

 

 

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