POR: DR. PEDRO DUARTE
Cuántas veces escuchamos decir que tal persona no es leal, otros manifiestan la necesidad de lealtad en el mundo, viendo tanta descomposición y traiciones impensables; todo por la ambición de poder en los diferentes ámbitos, por el afán de riquezas desmedidas, por el exagerado ego, es decir la necesidad de ser el protagonista. Por eso, analizar con profundidad este valor moral no es sencillo y es un gran debate que se ha dado por siglos, pues entra aquí en muchas ocasiones algo que es inevitable, me refiero a la miseria humana en su máxima expresión que irrumpe ante la reciprocidad que conlleva en sí la lealtad.
El gran filósofo Aristóteles consideraba la lealtad como un término medio entre dos errores, en este caso no entendemos término medio como mediocridad sino como excelencia, fuerza, que la conforma como una virtud humana que implica capacidad de discernimiento; mientras que Sócrates consideraba que la lealtad es un compromiso de absoluta verdad y respeto por ella, dando a entender el hecho de que si no hay verdad ni respeto, no hay amor y sin amor ya no hay lealtad.
Desde tiempos memorables, la lealtad tiene como principio fundamental el respeto hacia algo o alguien y muchos textos plasman su origen remontándolo al pasado, cuando esta actuaba como un mecanismo de supervivencia, garantizando la ayuda y el apoyo entre los miembros de un grupo. No debemos hablar de lealtad en términos medios, cada día estamos más convencidos que la misma llevándola a una escala numérica es cero o es cien en referencia a una persona, a un proyecto, a una pareja, a la Familia, a una organización. Es una convicción donde la persona se compromete con los otros, sea otra persona u organización, a estar presentes en los buenos momentos así como también frente a cualquier dificultad. Lo contrario a este valor moral simplemente lo conocemos como traición.
La lealtad es uno de esos temas que jamás se agotan, por los siglos de los siglos se hablará y se profundizará sobre la misma. Nunca perdamos la perspectiva de entender la lealtad como recíproca, que como valor, es incorrecto, exigir lealtad como consecuencia de la destrucción de otro. Todo Ser Humano debe ser leal ante todo consigo mismo, a sus ideas, pensamientos, actitudes. Cuando esto sucede, entonces puede ser leal con las otras personas, puesto que es imposible ser leal a los otros, sin serlo con nosotros mismos.
“Nada es más noble, nada es más venerable, que la lealtad”
Cicerón
Dr. Pedro Duarte
Abogado
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