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LOS MARGINADOS Y SU DIGNIDAD

por Mileydi Piña
PEDRO DUARTE

POR:  DR. PEDRO DUARTE

Hace unas semanas atrás, cumpliendo con responsabilidades propias de mi trabajo, visité por un día la Ciudad Capital de nuestra República Bolivariana de Venezuela, nuestra hermosa Caracas; una Ciudad movida, con una diversidad cultural importante, centro de todos los Poderes del Estado, que luce vibrante, independientemente del estrés propio de una Gran Ciudad.

Estando en uno de esos tantos lugares informales y a la vez cómodos, se acerca un Hombre de edad avanzada que a simple vista denotaba la dura realidad que le ha tocado vivir, llegando al punto de caer en la imperiosa necesidad de pedir ayuda con lo poco que se pudiera para lograr alimentarse en ese momento. Lo más triste de ese episodio, fue ver cómo algunos que se encontraban en ese lugar lo esquivaban, incluso respondiéndole de manera repugnante a sus modestas peticiones.

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Ante este hecho, pensé por un rato y surgieron en mi mente varias preguntas, como por ejemplo: ¿Dónde está su Familia? ¿Cuál será su pasado? ¿Qué lo llevó a ese estado? ¿Qué pasará por su mente? En fin, un rato de reflexión, donde por un momento pensé de manera jocosa, quizás es más feliz que Yo, pero sin duda estaba en presencia de lo que la sociedad cataloga como los marginados, aquellos que socialmente no tienen las mismas oportunidades que los demás; no pueden ir a los mismos clubes, ni acceder a las misma tiendas o servicios, y en muchos casos viven en Comunidades segregadas y socialmente excluidas. Aparentemente, Seres Humanos sin ningún valor para esta sociedad consumista, hedonista, existencialista. Resulta que, finalmente tienen tanta dignidad ante los ojos de Dios como cualquier otro Ser Humano en mejores condiciones.

Teológicamente, podemos hablar de la dignidad de los Marginados, incluso yendo un poco más profundo en este tema, se dice que la dignidad de Dios pasa por los Hombres y Mujeres sin dignidad.

Hoy se habla de teologías en plural e incluso de cristología del Nuevo Testamento (N.T.), señalando sus diversidades y divergencias, coincidiendo en numerosos  aspectos y especialmente en cuanto al ministerio y al comportamiento de Jesús nuestro Redentor, que fue desconcertante para sus discípulos y detractores, me refiero en este caso a el modo cómo Jesús trató a quienes la sociedad civil y religiosa, que era la suya, consideraba privados de la dignidad requerida para tener derecho a la salvación de Dios.

La doctrina social de la Iglesia expresa que la misma encarnación del Hijo de Dios manifiesta la igualdad de todas las Personas en cuanto a su dignidad: “Ya no hay Judíos ni Griegos, ni esclavos ni libres; ni Hombre ni Mujer, ya que todos Ustedes son uno en Jesús” (Gálatas 3, 28 y Romanos 10, 12)

“La dignidad no consiste en tener honores, sino en merecerlos”

Aristóteles

 

Dr. Pedro Duarte

Abogado  

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