POR: DR. PEDRO DUARTE
En el ejercicio de mi profesión, así como en algunos puestos gerenciales importantes que gracias a Dios me ha tocado ejercer, en un sin número de reuniones, bien sea para revisar tareas ya establecidas o para planificar otras, ha sido un denominador común escuchar a algún gerente responder “eso lo comenzamos mañana” o simplemente “mañana lo hago” en alusión a la tarea, incluso sencilla, que se le ha asignado. He preguntado a propósito qué hora es? Con la única intención de hacer reflexionar a esa persona la importancia de evitar lo que en todo caso sería una postergación innecesaria, claro que dependiendo de la actividad y aquí recuerdo una frase que una vez leí. La misma hacía referencia a que no es necesario derramar una sola gota de sudor para postergar hacer cualquier cosa.
El postergar se ha convertido en la mayoría de los Seres Humanos en algo muy cotidiano; es normal dejar todo para mañana cuando ni siquiera sabemos si vamos a amanecer con vida, produciendo este hecho el vivir con ansiedad, propia de la incertidumbre que produce el postergamiento de tantas cosas que se quieren hacer, y sin embargo por diferentes motivos seguimos suspendiendo las actividades que tengamos planificadas ejecutar; Yo diría que es algo fastidioso, cómodo, que retrasa una gestión o proyecto, que daña los objetivos que se trazan en equipo, así como los individuales, es una especie de dilación un poco cansona de la vida.
La mayor parte de las Personas utilizan el postergar como una especie de tácticas dilatorias (diríamos en derecho), como una manera de evadirse, de no vivir los momentos presentes lo más intensamente posible, generalmente lo expresan esperando que las cosas se solucionen solas, queriendo que las cosas fueran mejor o con un puede que se arreglen las cosas, se utilizan palabras como quizás, espero, deseo. Con esto no se logra nada, muy por el contrario se fortalecen las tácticas antes señaladas.
El postergar es una especie de movimiento que nos impide ser fuertes en el momento actual, en el aquí y el ahora, que nos impulsa en dirección de la esperanza de que las cosas mejoraran en el futuro. Bien decía Donald Marquis, humorista, periodista y escritor estadounidense, cuando expresaba que la postergación era “el arte de estar al día con el ayer” y algunos agregar a esta frase “y de evitar el hoy”. Simplemente vivamos con la mayor intensidad el día a día que Dios nos regala, adelantando las tareas pendientes pues no sabemos ni el día ni la hora en que nos tocará partir.
Dr. Pedro Duarte
Abogado
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