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MANUEL ROSALES, EL GRAN TRIUNFADOR.

POR: EMIRO ALBORNOZ LEÓN

Es mentira que el partido de gobierno, el PSUV, ganó las elecciones regionales del recién pasado 21 de noviembre. Aquí hubo dos grandes ganadores: Manuel Rosales en el Zulia con su contundente triunfo sobre el candidato y Gobernador Omar Prieto,  y una pavorosa abstención a nivel nacional que hizo posible, solamente hecho en Venezuela, que un régimen que ha perdido todo apoyo popular por su desastroso desempeño, haya salido victorioso en la mayor parte de las Gobernaciones y Alcaldías del país…                                                       

Esa falta de interés del pueblo por las elecciones regionales no extraña a nadie porque ha sido reiterada a lo largo de todas las consultas electorales que se han realizado en lo que va del presente siglo, pero nunca había sido tan pronunciada como la de este domingo, alentada por grupos de una pregunta oposición que se niegan a entender que la vía para salir del autocrático y dictatorial régimen de Nicolás Maduro es el voto, aún con el consabido e irresoluto ventajismo del régimen.

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Claro está, los procesos electorales que no contaron con la presencia de los partidos  verdaderos de oposición fueron aún menos concurridos,  pero las cifras de participación fueron infladas por las irregularidades puestas en práctica por el partido oficialista en los centros electorales al no tener testigos oposicionistas que les impidieran manipular las máquinas de votación como ocurrió en las más recientes elecciones para elegir diputados a la AN en las cuales, según opiniones de algunos expertos, la participación no excedió el 15 por ciento, pero a falta de otros testigos fueron alimentadas las máquinas y finalmente el CNE anunció una abstención del 70 por ciento, resultado que fue calificado de histórico.                                                    

 Manuel Rosales demostró que al régimen se le puede derrotar cuando se cuenta con el apoyo popular y cuando se tiene a toda una legión de demócratas activados como testigos en los centros electorales con la sagrada misión de vigilar el proceso y cuidar que se cuenten los votos  hasta obtener el resultado final de cada máquina de votación.                                  

El discurso abstencionista se cae por su propio peso y si promotora principal, María Corina Machado, no es más que una anarquista ricachona que está empeñada en ser candidata presidencial por consenso porque no quiere medirse en unas primarias para seleccionar al futuro candidato de la oposición venezolana,   pues sabe que no tendrá éxito. A ella se le sumó Antonio Ledezma quien vive la Dolce Vita por Europa. Ella quiere que le coloquen la candidatura en bandeja de plata.                                                             

Esta señora fue la responsable de la pérdida de confianza en las máquinas de votación cuando  los resultados del revocatorio contra Chávez le fueron adversos a la Coordinadora Democrática y ella, representante de la organización Súmate, declaró que hubo fraude porque las máquinas volteaban el voto. Mentira más descabellada para justificar su  derrota cuando tres días antes del proceso contra Chávez aseguro que éste estaba blindado y que el tercio sería revocado.                                    

Revisando un poco procesos electorales regionales anteriores, conseguimos que en las elecciones para gobernadores del 2017, en donde se escogían las 23 gobernaciones, la abstención fue de 38.97% participando poco más de 11 millones de electores; mientras que unos meses más tarde en las municipales, donde estaban en juego 335 alcaldías y una gobernación, la abstención subió a 52.68%, con una afluencia de un poco más de 9 millones de votantes inscritos.               

 La abstención del proceso electoral del 21N fue de casi el 60 por ciento y ese es el escenario que quería el gobierno de Maduro pues era la única forma de salir victorioso. El madurismo se quedó sin apoyo y tiene un techo  que no supera el 25 por ciento de respaldo popular, haya o no participación masiva del pueblo.                                  

 En el Zulia hubo un caso muy singular. La popularidad de Rosales sustentada en el recuerdo de sus anteriores gestiones gubernamentales,  y la fallida actuación del gobernador Prieto, lo convirtieron en un fenómeno electoral que aún con una abstención del 60 por ciento que se registró en el estado, le propino una verdadera paliza al referido mandatario y se convirtió en el gran elector.                                          

 En esa felpa participaron hasta quienes seguían al chavomadurismo acosados por el hambre y cansados de ser humillados con una triste bolsa de productos de muy reñida calidad y que optaron por la esperanza que encarna Manuel Rosales.                         

Fue con esa pírrica cantidad de votantes que el régimen salió triunfante en la mayor parte de las entidades regionales.                               

Está lección tiene que enseñar a la clase política de oposición que por encima de todo, de los particulares intereses y apetencias, tiene que estar el futuro del país.                                      

Ya por allí andan promoviendo un referendo revocatorio contra Nicolás Maduro que sería activado el año entrante. Este cronista no alberga dudas que si se llegará a convocar y se dejarán a un lado las diferencias que hoy perviven dentro de la oposición, Maduro será revocado, y eso no lo podrán impedir ni con la violencia que ponen en práctica los grupos irregulares armados por el régimen para amedrentar y hasta para matar.   

Emiro Albornoz León/Periodista. [email protected].

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