Deportes.- Alfredo Cahe, histórico médico de Diego Armando Maradona, murió a los 80 años en la Ciudad de Buenos Aires.
Cahe conoció a Maradona en 1977, cuando ‘Pelusa’ tenía apenas 16 años, y el representante del jugador Jorge Cyzterpiller lo llevó al consultorio para que le recetara unas vitaminas.
Desde ese momento, el médico lo acompañó en los momentos más duros: por ejemplo, Cahe reconoció que el oriundo de Villa Fiorito era adicto a las drogas, y en ese contexto, lo ayudó a realizar distintos tratamientos para terminar con el consumo.
Además, estuvo junto a Diego cuando lo internaron de urgencia en la ciudad balnearia de Punta del Este, en el 2000, y casi fallece.
Sin embargo, cuando el campeón del mundo en México 1986 falleció el 25 de noviembre de 2020, Cahe opinó que «Diego se dejó estar y fue una especie de suicidio».
«Maradona no estaba en condiciones de alta y tampoco estaba profundamente chequeado. Para mi existió negligencia, imprudencia e impericia, las tres cosas», sostuvo el facultativo en diálogo con el programa Tarde de una crónica anunciada que conduce Nelson Castro por Radio Rivadavia.
«En la Clínica Olivos no lo vi con un monitoreo total y tampoco lo vi cuidado con un plan de enfermería constante y continuo», afirmó Cahe sobre la atención que recibió en el centro asistencial en donde Maradona fue intervenido quirúrgicamente de un hematoma subdural en la parte izquierda de su cabeza.
En este sentido, cuestionó la ausencia de un médico de cabecera en los últimos años del ‘Diez’: «No había un Cahe en su vida».
«A veces me preguntan si Maradona es un paciente difícil. Yo les digo que no es difícil, es Maradona. Siempre busqué lo mejor y lo más coherente para él. Y ahora creo que Luque lo ha llevado bien y le salvó la vida», consideró Cahe en otro reportaje radial.
Alfredo Cahe también fue médico de distintos políticos y celebridades como Susana Giménez, la ex diputada Irma Roy, Casto Castaña, Alejandra Pradón y el actor Enzo Viena.
Era padre de tres hijos, Julieta, la mayor, es médica psiquiatra; Peter, de 30 años, es ingeniero; y Silvina también es médica.
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