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NECESIDAD DE CRECER

por El Regional del Zulia
PEDRO DUARTE

POR: DR. PEDRO DUARTE

El Ser humano vive en un constante crecimiento, esto es propio de su naturaleza, pero además y mucho más allá podemos decir con certeza, que el mundo está en un constante crecimiento que casi a diario nos deja impactados sobre todo en lo referente a los avances científicos y tecnológicos.

En cuanto al Ser Humano, es lógico que haya un crecimiento físico, un desarrollo desde el punto de vista biológico que produce en el Ser Humano cambios importantes, pasando por etapas como la niñez, la adolescencia, la juventud, la adultez y lógicamente la edad de la sabiduría, es decir, la vejez. Pero este crecimiento, no solamente debe circunscribirse al plano biológico, sino también al plano espiritual, emocional, psicológico; un equilibrio que se debe procurar y que debe estar acorde con el momento histórico que ese Individuo está viviendo, de acuerdo a su edad cronológica. Lo contrario, trae como consecuencia en muchos casos quizás, un crecimiento biológico pero una debilidad de espíritu que no le permite alcanzar el equilibrio ni la serenidad necesaria para vivir en armonía con Dios, con el Prójimo y con sigo mismo.

Este crecimiento también debería abarcar el ámbito de la fe, de la espiritualidad, entendiendo que estos aspectos tan importantes no pueden manejarse de la misma manera a los 50 años que como cuando se tenía 10 años de edad. Es imposible colocarnos a los 50 la ropa que utilizamos para nuestra Primera Comunión, en el caso de los católicos. En ese sentido, los retos a los que se enfrenta nuestra fe también son diferentes, duros, difíciles, necesitan madurez, formación, para poder enfrentar las crisis que se viven en el mundo, incluyendo las religiosas, las cuales obedecen en un alto porcentaje a una crisis de valores, de credibilidad, de instituciones, de sentido de la vida y el peso del dolor del Hombre; profundizando aún más en cada uno de esos problemas mencionados, nos encontramos también con el concepto de Dios que subyace a todos ellos y que da origen a esas manifestaciones diversas de una misma inquietud vital.

Ante la pregunta por ejemplo ¿Quién y qué es ese Dios que pide esos valores, esas instituciones, esas costumbres, esos sacrificios, o deja de pedirlos? Podemos decir que toda una generación de creyentes ha aprendido con el transcurrir del tiempo un concepto legítimo pero limitado de Dios – de hecho todos los conceptos humanos de Dios son limitados – se aprenden por educación y cuando llegan situaciones en la vida que no encajan con ese concepto dejan el concepto y dejan a Dios. En pocas palabras, dejan al Dios que conocían, si lo hubiesen conocido mejor quizás no lo habrían dejado. Esto solamente se logra llevando nuestra fe y nuestra vida espiritual en un constante crecimiento al mismo ritmo que nuestro cuerpo y nuestra mente.

“Debes vaciarte de aquello con lo que estas lleno, para que pueda ser llenado de aquello de lo que estas vacío”
San Agustín

Dr. Pedro Duarte
Abogado

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