POR: DR. PEDRO DUARTE
Cuantas veces en una de esas tantas conversaciones decimos: “Pero si Yo le dije y él o ella me oyó, me escuchó”, en otras ocasiones hacemos el planteamiento preguntando a la persona con quien interactuamos ¿me oíste, me escuchaste? Es decir que hacemos referencia a estos dos términos como si se tratara de una misma cosa, cuestión esta muy lejos de ser así y muchas veces casi impotente preguntamos ¿si me oíste, si me escuchaste? ¿Por qué no lo hiciste?
Lo expresado en el párrafo anterior nos debe llevar a fortalecer las diferencias que existen entre estos dos términos. Una distinción que considero muy importante: la diferencia entre oír y escuchar profundamente.
Oír es un acto involuntario, algo que nuestro cuerpo hace sin esfuerzo. Los sonidos llegan a nuestros oídos y, a menudo, ni siquiera los procesamos conscientemente. Es algo pasivo, una simple recepción de estímulos.
En cambio, escuchar va más allá. Escuchar requiere atención y una intención de comprender lo que se nos está comunicando. Es un proceso activo y consciente, donde no solo se reciben los sonidos, sino que también se procesan y se entienden. Escuchar profundamente implica abrir nuestro corazón y mente para verdaderamente conectar con el mensaje del otro, ya sea en una conversación, en la música o en la naturaleza.
La diferencia radica en la calidad de nuestra interacción con el mundo y las personas a nuestro alrededor. Cuando elegimos escuchar profundamente, cultivamos relaciones más significativas y una comprensión más profunda del mundo que nos rodea.
Debemos procurar inspirarnos y hacer esfuerzos diariamente a prestar más atención, a escuchar con el corazón y con altas dosis de paciencia. Estoy seguro de que al hacerlo, descubriremos un mundo más valioso y lleno de significado en todo lo que nos propongamos hacer.
Uno de los filósofos que ha reflexionado sobre la diferencia entre oír y escuchar es Martin Heidegger, quien habla sobre cómo la forma en que nos relacionamos con el mundo a través de nuestros sentidos puede ser superficial o profunda. Para él, oír puede considerarse como una experiencia más superficial, donde simplemente recibimos estímulos sin una verdadera interacción. Escuchar, en cambio, es un acto más profundo, donde estamos realmente presentes y abiertos a lo que el otro tiene para comunicar.
Heidegger sugiere que escuchar profundamente es una forma de estar auténticamente en el mundo, donde no solo percibimos, sino que también comprendemos y nos conectamos con la esencia de las cosas y las personas. Esta perspectiva resalta la importancia de la atención consciente y la disposición a entender más allá de las palabras o sonidos que escuchamos.
En suma, es importante y más por respeto a la otra persona, ejercitar lo que significa escuchar, más allá que simplemente oír. Le agregaría que, si algo en estos tiempos perturba la grandeza de escuchar y todo lo que esto implica, distanciando a las Personas aun en espacios reducidos es la adicción a las nuevas tecnologías, entre estas las famosas redes sociales.
“Lo más importante en la comunicación es escuchar lo que no se dice”
Dr. Peter Drucker
Dr. Pedro Duarte
Abogado
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