POR: JOSÉ ARANGUIBEL CARRASCO
«La democracia se construye con el coraje de quienes votan, aún sabiendo que el camino será largo. La abstención sólo perpetúa el silencio de los oprimidos»
Nelson Mandela
En Venezuela hay políticos que creen ser «puros», «coherentes», «únicos» que gustan satanizar, despotricar descalificar o «echarle dedo» a quien piense distinto a ellos, sin importar que sea gente de la misma oposición que también busca un cambio de gobierno, cuando olvidan que «quien esté libre de culpa que tire la primera piedra», que nos recuerda el Evangelio de Juan (Juan 8:7-11) cuando critica la «hipocresía o el doble rasero en la moral, invitando a la reflexión y a la autoevaluación antes de juzgar a otros».
Esa es una verdad creciente en las redes sociales donde a diario vemos mensajes cargados de «odio», «descalificación» y «desprecio» en el debate abierto de quienes están en contra de ir a votar el 25M, descargando fuego, metralla pura, a quien le asiste todo el derecho de expresarse en las elecciones a gobernadores y diputados a la Asamblea Nacional y Consejos Legislativos de los estados.
Es un verdadero escenario de guerra sucia declarada, digamos, una moderna «inquisición electoral» o cacería de brujas, donde a cualquier costo, –más digno de desespero–, persigue imponer un sólo criterio a trocha y mocha, una línea política y única opinión, cual pensamiento cerrado, no criticable, prohibido o que niega el disentimiento y el cuestionamiento que tanto le es criticado al chavismo.
Esta narrativa que confronta a venezolanos deseosos de salir de la tragedia que afecta al país desde hace 26 años, tiene en María Corina Machado a su mejor exponente, porque de acuerdo del como «vaya viniendo vamos viendo», sus órdenes de ataque dependen más de su estado de ánimo y del interés de que su «liderazgo» no se vea afectado o que lo que diga sea santa palabra, cual ungida por un tribunal celestial, que no acepta de nadie contradecirla. Eso es inapelable.
Su liderazgo nadie lo pone en discusión ni tampoco el valor de su trabajo que permitió la alta votación del 28J que observó el mundo entero, pero ahora, una vez más, la terquedad de su protagonismo exagerado equivoca la estrategia al llamar a la abstención electoral que siempre ha sido un grito de guerra que la distingue, sin importarle mucho o nada que el país siga dando las mismas vueltas y termine de llegar al mismo lugar de donde arranca en cada elección. En nada, dividido y frustrado.
Eso es lo grave pero aún más que los llamados a no votar que ella formula y que es coreada por sus seguidores, quizá muchos de buena fe, –claro, otros no–, en su derecho en creer en su palabra, terminan por quedar más confundidos por cuanto no hay a la vista alguna propuesta del ¿qué viene después si no votamos el 25M?. ¿Será que en el Hasta el Final de los tiempos es donde está nuestra redención, liberación o salvación?.
El fin de semana pasado leí una declaración atribuida a María Corina Machado donde asegura que «lo que a mí más me ha dolido son los amigos y compañeros que he perdido, porque traicionaron la causa. Porque por un motivo u otro se rindieron o se entregaron. Aquellos que llaman, convocan y promueven la rendición o la entrega o dejan de luchar, para mí es imperdonable».
Esa afirmación es, por ejemplo, la gasolina que enciende los motores de ataques de odio, desprestigio y descalificación contra adversarios de la misma oposición venezolana que no piensan o actúan como ella o de cercanos a su entorno. ¿Alguien podría negarlo?. A todas estas, la gran verdad es que el único beneficiario de este debate estéril es el gobierno de Miraflores que busca sacar el mayor rédito posible a las grietas divisionistas en la oposición.
Además, en el caso del Zulia, quien no sabe que Juan Pablo Guanipa a lo largo de su trayectoria política está afectado por una compulsiva obsesión de liderazgo que terminó por perder, cuando en 2017 engañó, burló y estafó la confianza de más de 700 mil hombres y mujeres que le dieron un mandato para dirigir la Gobernación, pero terminó entregándola al PSUV.
Dirán que exagero, pero no hay otra explicación que su animadversión contra Manuel Rosales, nada nueva o desacuerdo contra quien llame a votar, no salda el error, disparate y la falta cometida en lo que pudo haber sido una buena gestión de su parte y no la pesadilla que nos tocó vivir a los zulianos en cuatro años del gobierno oficialista. La desconexión de la lengua, cerebro y corazón es la peor estrategia de cualquier político.
Lo sensato, respetuoso y coherente debería ser en teoría que quien desee no votar nadie lo critique, pero lo intolerante es quien piense y esté seguro en hacerlo, no sea humillado, descalificado, llamado traidor o «colaboracionista» del gobierno chavista, porque ¿cuál es la diferencia de asistir a votar, entre las elecciones del 28J y las del 25M?.
No olvidemos que en la historia de la humanidad existió una época oscura conocida como «La Inquisición» en la que el acoso, hostigamiento y persecución contra la disidencia religiosa, castigó a muchos que pagaron con sus vidas. Un tribunal creado por la Iglesia Católica no admitía delitos contra la fe, entre ellos, la herejía, blasfemia y brujería.
Menos mal que estamos muy lejos de ese aciago momento de la historia humana. Ahora no es un tribunal inquisidor el que debe preocuparnos, sino otro de naturaleza electoral que será observado por el mundo para que no cometa otro pecado.
¡Amanecerá y Veremos!.
José Aranguibel Carrasco
CNP-5003
Ilustración: Feyo
Martes 22/4/2025
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