POR QUÉ DEBEMOS VOTAR.
POR: EMIRO ALBORNOZ LEÓN
El régimen ha perdido todo apoyo popular. Su desastroso y espantoso desempeño económico, dignado por los principios de la dictadura comunista de Fidel Castro, llevo a los venezolanos a la más aguda crisis económica, social y política que recuerden los anales de nuestra historia patria.
Las consecuencias de este mal gobierno, este desastre, están a la vista. Según la última encuesta Encovi desarrollada por la prestigiosa Universidad privada Andrés Bello, da cuenta de unos cinco millones de venezolanos que andan esparcidos por todo el mundo huyendo de la hambruna que azota al país.
Organismos internacionales como la Cruz Roja han decidido traer ayuda humanitaria a Venezuela para atender las necesidades alimentarias de unos tres millones de niños que se encuentran en estado de desnutrición ocasionado por la imposibilidad de sus progenitores de brindarles una adecuada alimentación y por la desaparición de programas sociales que atendían a los escolares en sus propias aulas.
La revolución ha destruido al país y amenaza seriamente a la sociedad venezolana que en términos porcentuales superan el 85 por ciento de la nación que se encuentran en situación de pobreza al no poder obtener los alimentos que requieren por el alto costo de los mismos y que supera con creces el ingreso de un trabajador de acuerdo al salario mínimo establecido por el régimen que no llega a los dos dólares mensuales, mientras un kilo de carne tiene un costo de cinco a seis dólares .
El régimen totalitario y comunista de Nicolás Maduro, acabó con la calidad de vida de los venezolanos. Aquí colapsaron los más elementales servicios públicos. El servicio eléctrico es un caos con apagones generalizados por los cuatro costados del país, racionamiento y bajones con sus consecuencias sobre los electrodomésticos de los hogares que son dañados y su recuperación es imposible.
El servicio de agua potable es una calamidad. Según estudios muy serios, menos del treinta por ciento de la nación tiene acceso al agua potable por medio del acueducto. El transporte es una tragedia, las redes de cloacas en buena parte se encuentran a cielo abierto con sus terribles efectos sobre la salud de las personas.
En el caso del Zulia, no es ni la sombra del estado próspero que fue tanto por su producción petrolera como por su desarrollo agropecuario que era de tal magnitud que llegó a ser considerado el primer estado productor del país.
Esta lamentable realidad la podemos revertir ejerciendo nuestra condición de ciudadanos que tenemos como instrumento de lucha el voto democrático. Si nos disponemos todos a salir a votar para sacar a los destructores del Zulia y de Maracaibo, con toda seguridad que van «pafuera» porque habrá una gran legión de zulianos presentes en los centros electorales cuidando hasta que se cuente el último voto y salgan los resultados de cada máquina. No hay posibilidades de fraude y el régimen lo sabe. Por eso apuestan a la dispersión del voto promoviendo candidaturas de presuntos opositores y la abstención porque saben que es el único escenario donde pueden sobrevivir.
Este cronista invita a todos los zulianos a salir a ejercer su condición de verdaderos ciudadanos haciendo acto de presencia en los centros electorales para hacer realidad el cambio que claman todos y para que la esperanza renazca nuevamente en la seguridad que las cosas van a cambiar.
El Zulia no se merece a un Prieto y Maracaibo a un Casanova. El Zulia merece nuevamente a un Manuel Rosales cuya obra es recordada por todo el pueblo zuliano. Y la ciudad requiere a un gerente de las condiciones profesionales y humanas de Rafael Ramírez para que recupere su condición de primera metrópolis de Venezuela.
Emiro Albornoz León/Periodista.
