CURIOSIDADES

‘¿Quién quiere ser millonario?’ por dentro, así se eligen las preguntas y a los concursantes, entre otras curiosidades

Entrar en el plató de ¿Quién quiere ser millonario? es como la primera vez que vas a Nueva York: lo has visto tantas veces en la tele que tienes la sensación de haber estado ya allí. 20Minutos acudió a uno de los ensayos generales de este concurso de Antena 3 que se emite de nuevo ahora, esta vez con concursantes anónimos, después del éxito de la edición con famosos de la temporada pasada.

«Hoy están de ensayos, ¿en qué consisten?«, le preguntamos a Bonet, que con su humor ágil y observador combate los nervios que dice sentir por la responsabilidad de sentarse en la silla del presentador, en uno de los platós «más desnudos» de la televisión.

Primero ensayamos el tamaño de la letra de mi pantalla (risas) porque ya tengo una edad y la presbicia empieza a hacer mella y por no estar entrecerrando los ojos», dice medio en broma, medio en serio.

Después «se ensayan tiros de cámara y el comodín del familiar, que sustituye al de la llamada y eso implica que una persona va a bajar y se memorizan los mecanismos, las posiciones…», explica el veterano presentador.

Además se refresca el equipo, y cada uno se habitúa a su función para que cuando empiecen a grabar todo el mundo lo tenga claro. 

«Y se queman nervios, porque este programa pone nervioso. Te sientas en la silla del concursante y empiezas a dudar de todo. Yo me pongo nervioso ya en la silla del presentador…», revela Bonet.

Sobre el concurso saben mucho la productora ejecutiva de ¿Quién quiere ser millonario?Yolanda Martín Campayo y el director del programa, Elías Segovia.

Novedades

Este último explica a pie de plató que aunque el de esta nueva temporada es el formato conocido, sí hay cambios. «Se ha adaptado el comodín de la llamada, porque siempre hay susceptibilidad. Aunque en realidad no da tiempo a que una persona en 30 segundos busque una respuesta en Google, la lea, la diga… pero para evitar suspicacias y hacerlo más entrañable los familiares o amigos están presentes en el plató. Ya se hace en otros países», explica.

Yolanda Martín Campayo adelanta que los concursantes suelen llevar como apoyo al plató a «alguien cercano, que les aporte confianza, familiares cercanos, que además suelen estar muy preparados intelectualmente«. Segovia añade que hay concursantes que eligen por estrategia. «Si el concursante está un poco pez en deportes, o ciencias o cosas así pues llevan por ejemplo a su padre o su hermano, que domina mucho esos temas».

Y aunque pueda parecer lo contrario por los buenos resultados y porque todo funciona como un reloj, «los días de grabación soy muy intensos y muy tensos. Y esa tensión que nosotros pasamos en el control se suele transmitir después al espectador. Todo está muy preparado, pero el juego está vivo y nos sorprende», hace ver la productora.

Y es que el suspense es fundamental en este formato. «El concurso tiene esa tensión que se gana con lo que sabe el concursante, que muchas veces nos sorprende para bien y para mal«, explica Yolanda Martín.

Un concurso de TV con película propia

«Cuando los concursantes se sientan en el asiento, con la liturgia, la iluminación, los silencios… hacen que se olviden de cosas que saben y al contrario, a veces nos hemos encontrado con preguntas súper complicadas, que, como pasa en la película Slumdog Millionaire han pasado por su vida de una forma casual y la saben», explica la productora.

Slumdog Millionaire es un filme indio-británico de 2008 que cuenta la historia de Jamal, un joven que concursa en la versión india de ¿Quién quiere ser millonario? y que llega lejos en el programa gracias a conocimientos que fue adquiriendo a lo largo de su vida por hechos fortuitos. 

¿Refleja la película bien la realidad? Sí, lo hace, «aunque es un poco exagerada, claro, porque eso justifica los flashbacks. De hecho, cuando aquí pasa eso [que un concursante sepa algo por casualidad, por algo que le pasó en su vida] le llamamos el efecto Slumdog y cuando pasa es súper bonito. Siempre les pedimos que si les pasa nos lo cuenten, porque a veces hay historias bonitas», revela el director.

Eligiendo concursantes

Y es que el casting es una de las cosas más importantes en este programa. Para esta edición con anónimos el equipo del concurso querían personas «más o menos vírgenes en concursos» y que tuvieran «capacidad intelectual». 

Y lo que han encontrado a personas que son «unos máquinas, como hemos visto en los test que les hacemos y en la entrevista que luego tienen con el director y el subdirector. También queríamos que su historia humana llegara, que el dinero si lo ganan sea para algo que emocione», revela la productora.

Entre los perfiles de los concursantes «tiene que haber de todo, pero lo mejor es que el público empatice, que vaya de la mano subiendo con él y tengan ganas de que se lleve el premio, que es lo que suele pasar».

Pero hay personalidades «más serenas» pero muy inteligentes que «también deslumbran» y que te hacen querer «que ganen aunque no sea emocionalmente», apunta Yolanda Martín.

El programa y Antena 3 también quieren que los concursantes ganen, por más que haya gente que piense que no. «El programa es buenista: nosotros queremos que ganen el dinero. Mucha gente piensa que es trampa para que no ganen, y no. Nosotros queremos que se lo lleven, pero también que se lo ganen, que sea una persona que se lo ha merecido. Sin premios no hay tensión, no hay alegría, ni juego, ni programa», explica Elías Segovia.

Muchas preguntas para muchos millones

Y eso nos lleva a las preguntas, verdaderas protagonistas del programa. Su selección y orden para formar las pirámides de los cuestionarios son un trabajo muy laborioso y exhaustivo, con muchos parámetros y variables a tener en cuenta. «No puedes poner una pregunta del peso atómico del polonio como primera«, ejemplifica el director. La pirámide tiene que estar bien equilibrada, para que la pregunta 10 tenga el valor del dinero que se va a ganar. «Lo que pasa es que son cuestiones muy subjetivas, claro», hace ver Segovia.

Hay un equipo que elabora las preguntas, al que se le encarga un número de preguntas sobre literatura, historia, cultura general… Durante un proceso largo las buscan, las verifican por varias fuentes para no cometer errores y entonces configuran una gran base de datos de la que tirar para hacer las pirámides.

Las respuestas falsas se seleccionan con un proceso similar. «Una pregunta de por sí puede ser muy aparente», pero «las múltiples respuestas hacen dudar, hay preguntas que tendrías claras si no hubiera otras opciones, pero al verlas empiezas a dudar», explican ambos directivos.

Y es que el aspecto psicológico es fundamental para llevarse el millón de euros de ¿Quién quiere ser millonario? «A veces cuando alguien tiene un pequeño fallo, un tropiezo, les afecta y es como cuando te tropiezas en una escalera, que tropiezas y tropiezas y acabas por caer si no te agarras. Esas inseguridades en los concursantes pesan mucho y aunque acaben acertando, en la siguiente ya están más inseguros», pone de manifiesto el director.

Fuente 20Minutos

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