SOBRE LA ESPERANZA
POR: DR. ALIRIO FIGUEROA ZAVALA.
*Individuo de número de la Academia de Ciencias Jurídicas del Estado Zulia*
La esperanza es una de las 3 virtudes teologales que tiene la iglesia católica. Ella es muy importante, porque un numeroso grupo de investigadores médicos han afirmado que el optimismo, la esperanza y otras emociones positivas ejercen una poderosa influencia en la vida y la salud del ser humano.
En líneas generales, la esperanza es el alimento de la acción, el alimento de la creación. La esperanza alimenta la evolución y sin ella, el hombre perdería el estímulo principal para la superación.
Hay esperanza porque se le encuentra un sentido a la vida, sentido que no desaparece con la muerte física, sino que penetra en la transmutatibidad después de la muerte.
La esperanza trascendente es la que hace creer al hombre que, una vez producida la muerte física, su conciencia y su espíritu desbordan la realidad material.
La esperanza no puede convertirse en desesperanza, ni la conciencia en inconsciencia, ni la razón en sinrazón, ni el espíritu vivificante en evaporación.
No tendría sentido la vida, todo dejaría de merecer un esfuerzo, de nada valdría elegir las acciones bondadosas si diera lo mismo entregarse a la animalidad.
El buen juicio en el razonar y la buena conducta en el comportarse obedecen a una rectitud del ser en el existir.
La esperanza es una poderosa terapia que le sirve mucho de ayuda a todo el que tiene problema.
Los investigadores de la conducta humana han descubierto que las personas optimistas, las que tienen esperanzas obtienen mucho beneficio de su actitud positiva.
Suelen rendir más en sus estudios, en el trabajo y hasta en los deportes. Alguien ha sostenido que la esperanza es indudablemente el único dinero con que puede comprarse la felicidad.
Para el filósofo griego Aristóteles la esperanza es el sueño del hombre despierto.
En fin, los sueños naturales del espíritu humano no van de placer a placer sino de una esperanza a otra y ella junto con el sueño son dos calmantes que concede la naturaleza al hombre.
Ella es la mano misteriosa que nos acerca a lo que deseamos y nos aleja de lo que tememos. Es la fuerza que nos llena de ánimo cuando estamos desesperados.
