POR: DR. PEDRO DUARTE
Llegamos al segundo domingo de Adviento, continuamos en un tiempo de expectativa, de esperanza, de preparación, propicio para pedir por todos aquellos que atraviesan tiempo de oscuridad y de dolor (cuanta oscuridad y cuanto dolor en el mundo actualmente) bien sea por enfermedad, por las secuelas terribles de una pandemia que considero innombrable y que sin duda cambió el curso de la historia reciente en todos los sentidos, las guerras activas actualmente y las amenazas de guerra mundial, por soledad, pobreza o sufrimiento; un mundo que necesita con urgencia la pedagogía del encuentro, de ayudarnos, de la mano tendida ante tanta necesidad.
Quizás algunos creamos que no tenemos nada que cambiar, que es un tiempo más que pasa, pero en el día a día son innumerables las respuestas que damos de manera áspera, acciones injustas, la necesidad ante nuestros ojos y la vemos pasar como si nada, entendiendo que estamos llamados a dar incluso desde nuestra pobreza.
Un tiempo que nos lleva a hacer esfuerzos por hacer viva la palabra del evangelio de este domingo cuando nos dice haciendo referencia al Profeta Isaías “preparen el camino del Señor, enderecen sus senderos. Las quebradas serán rellenadas y los montes y cerros allanados. Lo torcido será enderezado, y serán suavizadas las asperezas de los caminos”. Podemos decir que es un tiempo para multiplicar los esfuerzos en que lo escabroso se haga llano, que reine la amabilidad, dominar los impulsos, que viva en nosotros la mansedumbre, la bondad y por su puesto la paz.
Recordamos que Dios envió a sus mensajeros, los Profetas para predicar el arrepentimiento y preparar el camino, una guía para nuestra salvación. Tiempo de pedir que nos dé la gracia de prestar atención a sus advertencias, abandonar nuestra miseria humana que en oportunidades se manifiesta de manera inexplicable, incluso difícil de entender entre nosotros los Seres Humanos. Un tiempo para que podamos saludar con un corazón alegre la venida de Jesucristo, nuestro Redentor.
Aparece también este domingo, la persona de Juan Bautista, quien nos ayuda a preparar la venida del Señor. El testimonio de la vida austera de Juan, conocido también como el Precursor, proclama que debemos perseverar en el reconocimiento de Jesús como Palabra de Dios entre nosotros y por ello pedimos a Dios Padre por el mundo entero, reiterando que nunca cesen nuestros esfuerzos, por muy pequeños que parezcan, en trabajar por la paz.
«El Verdadero Jubileo no está fuera» sino «dentro»: «Es dentro donde hay que trabajar para preparar el camino al Señor que viene».
Papa Francisco
Domingo 08/12/24
Dr. Pedro Duarte
Abogado
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