INTRENACIONALES.- Tras la toma del juramento, Mons. Ravelli pronunció la famosa expresión “Extra omnes” (Todos fuera), tras la que todos los que no participan en el cónclave abandonan la Capilla Sixtina, dejando a los purpurados bajo la cúpula decorada con alegorías del juicio final realizada por Miguel Ángel Buonarroti en el siglo XVI.
A continuación, en presencia de Mons. Ravelli, los cardenales atendieron una predicación sobre “la grave tarea que les espera y la necesidad de que actúen con recta intención en la elección del Romano Pontífice, buscando hacer la voluntad de Dios y teniendo como único objetivo el bien de toda la Iglesia”.
Al concluir, tanto el predicador como el maestro de ceremonias abandonan la Capilla Sixtina, se cierran las puertas y se colocan guardias en todas las entradas.
Entonces, el Cardenal Parolin preguntó a los presentes si es posible “iniciar el proceso de la elección, o si fuera preciso aún aclarar dudas sobre las normas” contenidas en Universi Dominici Gregis.
Si no hay más objeciones, se procede como está estipulado en la Constitución Apostólica para la elección de un nuevo Pontífice. El mundo espera el resultado de la primera votación, la única de este miércoles 7 de mayo.
Este es el relato evangélico sobre el que los cardenales realizan su juramento
La página de los Evangelios sobre la que los cardenales han posado su mano para realizar el juramento al inicio del cónclave corresponde a una perícopa extraída del cuarto capítulo del Evangelio según San Mateo, versículos del 12 al 23.
En ella, tras el arresto de San Juan Bautista, Jesús llama a la conversión y convoca a los primeros apóstoles en Galilea:
«Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan se retiró a Galilea. Dejando Nazaret se estableció en Cafarnaún, junto al mar, en el territorio de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías: «Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló». Desde entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos». Paseando junto al mar de Galilea vio a dos hermanos, a Simón, llamado Pedro, y a Andrés, que estaban echando la red en el mar, pues eran pescadores. Les dijo: «Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres». Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y pasando adelante vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, su hermano, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre, y los llamó. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron. Jesús recorría toda Galilea enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo».
ACI PRENSA
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