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TODOS SOMOS HERMANOS

por Mileydi Piña
JOSÉ ANDRÉS BRAVO

POR: P. JOSÉ ANDRÉS BRAVO H.

Leer y reflexionar la encíclica «Fratelli tutti» (FT) del papa Francisco es una delicia, pero que nos llena de inquietudes. Pues inspirado por san Francisco de Asís, nos invita a vivir «con sabor a Evangelio» (FT 1). Es impresionante la pasión del papa por insistir una y más de cien veces en ese «todo» que no discrimina ni a los que nosotros solemos calificar de «pecadores públicos». Como para que en cada instante resuene esta verdad que es la «Alegría del Evangelio»: «Todos somos hermanos». Leamos y escuchemos bien: ¡todos!.

Ciertamente, esta encíclica, como todo lo que nos enseñó el papa Francisco, es una riqueza extraordinaria que ensancha al Pueblo de Dios, sin límites ni barreras. Hay que convencerse de que la fraternidad es el más alto grado de desarrollo humano. Por eso, el papa Francisco denuncia con toda su fuerza «las sombras de un mundo cerrado» (FT Capítulo Primero). Quizás, a Jesús no lo hubiesen crucificado si hubiera dejado las cosas como estaban. Seguir despreciando a los leprosos por ser «impuros», ponerse a tirarle piedras a la mujer adúltera y despreciar a los extranjeros. Quizás, el papa Francisco hubiese sido mejor aceptado de no haber tratado de respetar y amar a los que se consideran «pecadores públicos». Pero, él prefirió seguir a Jesús y vivir su Evangelio. Una vez, siendo Arzobispo de Buenos Aires, el 12 de septiembre de 2012, dijo con plena sinceridad, como era su costumbre: «Clericalizar la Iglesia es hipocresía farisaica. Una Iglesia del ‘vení adentro que les vamos a dar las pautas acá adentro y lo que no entra no está’ es fariseísmo. Jesús nos enseña el otro camino: salir. Salir a dar testimonio, salir a enterarse por el hermano, salir a compartir, salir a preguntar. Encarnarse».

El papa Francisco nos invita a «pensar y gestar un mundo abierto» (FT Capítulo Tercero). Comienza con la visión cristiana de la persona humana: «Un ser humano está hecho de tal manera que no se realiza, no se desarrolla ni puede encontrar su plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás» (FT 87). Siguiendo a la Constitución «Gaudium et Spes» del Concilio Vaticano II, documento que muchos preferimos olvidar para seguir viviendo en nuestro propio bienestar egoísta.

Yo sólo pretendo invitarles a reflexionar esta carta encíclica «Fratelli Tutti» del papa Francisco, para aprender que todos somos hermanos. ¡Todos! ¡Todos! ¡Todos!

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