Todos tienen razón

Sócrates lo dijo: la palabra, es el pensamiento hablado.

Al iniciar este nuevo año, el cual creo viene cargado de cambios para el Continente y el resto del mundo, y cuando digo cambios no hablo de política sino de crecimiento interno, de pensamientos creadores; hay que dejar atrás el silencio, por qué, porque es la hora y la hora es ahora.

Tanto la pandemia por Covid 19, con nuevas amenazas de virus más fuertes y mortales, como la transformación de una sociedad de silencio, deben ser enfrentadas, los cambios tienen que llegar. Hay que hablar y dejar de mirar las pantallas de los móviles para mirarnos de frente y con atención. Tenemos que comunicarnos, volver a bailar pegaditos, volver a escribir con objetivo, retomar actos transformadores, innovar, crear; y nada más creador que el pensamiento.

Sí, todos tienen razón, pero esa razón, si va hacia una sola dirección, los cambios serán profundos para bien o para mal. El problema no es lo que sabes sino lo que no haces sabiendo. Te invito a pensar y a hacerlo bien, no olvidemos a Sócrates, la palabra, es el pensamiento hablado, entonces si lo hacemos adecuadamente, con intereses comunes y como procurador del bien, nuestra palabra será creadora y transformadora.

Los claroscuros tienen que tornarse coloridos, porque el siglo XXI tiene su razón de ser en un cambio en pos del bienestar de las sociedades, no en un retorno, sin precedentes, hacia el atraso, hacia la maldad, hacia la incomunicación, hacia el pasado.

Pareciera que el mundo cibernético es otra órbita donde el pensamiento es nulo y la humanidad camina hacia su futuro desde un presente de risas bobas, de silencio, de incomprensión, de violencia; y no culpo a la Internet de esta degeneración tan profunda de la sociedad, culpo a la falta de orientación familiar, a la dejadez, al libre albedrío celestial mal usado…

Es necesario reprogramar a la humanidad hacia la ideología de la fraternidad, ir hacia el amor por los proyectos a lo grande ideados por los que nos antecedieron. Necesitamos líderes sanos que caminen a nuestro lado, no divididos en dos, unos delante lanzándonos mendrugos de pan para que los sigamos y otros detrás latigandonos para que avancemos a su ritmo. Diría que estamos frente a un nuevo Egipto que necesita a un Moisés partiendo el mar rojo para abrirnos paso entre la barbarie y el silencio que amenaza con convertirnos en los fogosos y libertinos habitantes de nuevas Sodomas y Gomorras en pleno siglo XXI.

Hay que evolucionar sobre la tierra prometida a la que llegamos hace más de 3 mil 300 años y donde “brotó la leche y la miel”, pero que no supimos aprovechar.

No dejemos que las palabras de Facundo Cabral sean lapidarias, cuando decía que la vida es un misterio y una permanente intriga y que en aprender a vivirla se nos va toda la vida. Seamos creadores, gritemos verdades para que esas palabras se escuchen y permitan la transformación que necesita la humanidad. No callemos lo que queremos.

Hagamos un trato: vivamos para servir, hablemos, seamos creadores, movámonos constantemente, miremos el pasado como una lección aprendida, vivamos el presente dignamente y pensemos en un futuro promisorio; no olvidemos que creamos lo que pensamos y que toda revolución o cambio empieza por la palabra. Retomo una frase del soneto de la dulce queja de Federico García Lorca, “no me dejes perder lo que he ganado”, para instarlos a no dejarnos arrebatar lo que ya se ha ganado. Esta vez no será el amor prohibido y doloroso de FGL sino la libertad de transformarnos en seres creadores, sin miedos ni odios, y con las ganas de siempre ser mejores.