POR: DIP. OMAR ÁVILA
Esta semana es propicia para reflexionar sobre las propuestas que hemos presentado desde Unidad Visión Venezuela con el fin de mejorar la calidad de vida de los venezolanos, especialmente ante la reciente subida del dólar, que ha vuelto a golpear duramente la economía familiar y genera una vez más una creciente incertidumbre. La estabilidad económica y el crecimiento de nuestro país requieren de políticas sólidas que permitan frenar la inflación, estabilizar la moneda, y construir un país con una base económica y social.
Para enfrentar la inflación de manera efectiva y garantizar estabilidad económica, es necesario implementar políticas monetarias y fiscales coherentes. Estas políticas deben orientarse hacia el control de la inflación, el fortalecimiento del bolívar y la estabilidad de los precios, lo cual permitirá aliviar las presiones que diariamente sufren los ciudadanos. Sin un control de los factores que disparan la inflación, cualquier avance en otros ámbitos se diluye, afectando principalmente a las familias de menores ingresos.
Otro elemento esencial para alcanzar una economía estable es atraer inversiones tanto nacionales como extranjeras. Para ello, se debe crear un ambiente de negocios propicio, que implique seguridad jurídica y la reducción de la burocracia. Además, la economía venezolana debe reducir su dependencia del petróleo e incentivar sectores como la agricultura, la manufactura y el turismo que tienen un potencial para generar empleo y reducir nuestra vulnerabilidad ante los cambios en los precios del petróleo.
Las PYMES deben jugar un rol protagónico como motor de crecimiento y generación de empleo, fomentar con seriedad su desarrollo a través de políticas de apoyo y financiamiento permitirá que estas empresas, muchas de ellas familiares, contribuyan de manera significativa a la reactivación económica ya que un sector de pequeñas empresas sólido, es una base clave para una economía diversificada y resiliente.
Ciertamente, la recuperación de los servicios básicos no es solo una necesidad, sino una urgencia; garantizar el suministro de agua potable, energía eléctrica y gas, así como el funcionamiento del transporte público, son requisitos fundamentales para el bienestar de la población y el funcionamiento de cualquier actividad económica, ya que, sin servicios básicos confiables, las actividades productivas y la vida cotidiana se ven afectadas de manera crítica.
Otro aspecto crucial que debe atenderse eficazmente es el sistema de salud y la educación en Venezuela, que también requieren una profunda transformación. Invertir en infraestructura, dotar a las instituciones de los recursos necesarios, y asegurar que los servicios de salud y educación estén al alcance de todos los ciudadanos es fundamental. Sin una población sana y educada, cualquier progreso económico es insostenible a largo plazo.
La seguridad ciudadana es una preocupación apremiante. El fortalecimiento y regulaciones adecuadas de las instituciones policiales y judiciales debe ser una prioridad para combatir la delincuencia, el abuso de poder y restablecer la confianza de la ciudadanía. Sin seguridad, cualquier esfuerzo por mejorar la economía se ve limitado, ya que los ciudadanos no pueden disfrutar de sus derechos ni de su tranquilidad.
Además, la gobernabilidad en Venezuela necesita ser transparente y eficiente, lo cual demanda mecanismos efectivos de prevención y sanción de la corrupción. Sin transparencia y rendición de cuentas, cualquier esfuerzo por mejorar el país queda incompleto.
Es esencial empoderar a las instituciones regionales y municipales con mayores competencias y recursos para que puedan responder a las necesidades de sus comunidades. Este fortalecimiento permitirá que cada región gestione mejor sus recursos y sus políticas, potenciando el desarrollo local y regional, y mejorando el nivel de vida de los ciudadanos.
El sistema de protección social debe optimizarse para proteger a los sectores más vulnerables, como los niños, los ancianos y las personas con discapacidad. Igualmente, la reconstrucción del tejido social pasa por fomentar la participación ciudadana y la organización comunitaria, factores claves para fortalecer la cohesión nacional y la confianza en el futuro del país.
Estas propuestas no solo buscan responder a las necesidades inmediatas de los ciudadanos, sino que trazan una hoja de ruta para construir una Venezuela estable y próspera. La implementación de estos pilares requiere compromiso, planificación y una voluntad de cambio que involucre a todos los sectores de la sociedad. Es un llamado a la acción coordinada entre el sector público, la iniciativa privada y la ciudadanía en general, para que juntos podamos reconstruir el país sobre bases sólidas, transparentes y orientadas hacia el bienestar común.
Dip. Omar Ávila
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