OPINIÓN

UN POCO MAS DE CARIDAD

POR: DR. PEDRO DUARTE

Abogado

Cuántas veces hemos escuchado hablar de la fe, de la necesidad de tenerla, de fortalecerla, de hacerla crecer, algunos estudiosos dicen que es el ya pero todavía no, Pablo de Tarso cuando se refiere a la fe, lo hace  tanto al hecho real de la revelación de Dios, al igual que al hecho real de la acción de Cristo en el mundo. En ese sentido, es hermosa y profunda la definición que teológicamente da de la misma cuando dice “la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11, 1).

Ahora bien, en reiteradas oportunidades todas y todos en algún momento hemos escuchado hablar de la oscuridad de la fe. San Juan de la Cruz por ejemplo, habla de esta oscuridad y cuando nos adentramos en la noche oscura de San  Juan de la Cruz, este santo varón nos invita a caminar en fe, muchas veces oscura, pero seguros que vamos guiados dentro del corazón por Dios.

Cuando hacemos referencia a la Caridad, nos encontramos que al igual que la fe también en ocasiones es oscura, pero es todavía más oscura puesto que si la fe es creer lo que no vemos, la certeza en aquello que esperamos, la caridad implica amar incluso a quien no es amable. Debemos por ella tratar de descubrir la imagen de Dios Padre bueno e infinitamente misericordioso en  muchas personas que la tienen disfrazada. La caridad nos hace dar muchos pasos a oscuras, pues nos obliga a confiar en  la bondad escondida, y casi inencontrable, de quienes tienen espíritus bajos.

Cuánto cuesta entender y practicar aquellas palabras de Jesús nuestro Redentor cuando dice en el Evangelio “El Hijo del Hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos” (Marcos 10, 45) mientras los Discípulos tenían la mirada puesta en las cosas del mundo, en la ambición de poder, en los primeros puestos, de ser más que los otros;  no entendían el mensaje y esta historia se repite día a día a todo lo largo y ancho de la humanidad y como cuesta, en el marco de lo que es la caridad, aceptar que debemos, a imitación de Jesús nuestro Redentor, estar al servicio de los otros, vivir la realidad de que hay más alegría en dar que en recibir. En muchas ocasiones vemos como el justo paga por los pecadores, es decir, quien intenta hacer el bien, paga frecuentemente los platos rotos, por eso esta virtud cristiana en muchas ocasiones es oscura, difícil de practicar, es un acto del creyente que suena la campana esperando encontrar eco en los corazones de los otros.

 

“El hambre de amor es mucho más difícil de eliminar que el hambre de pan”

Madre Teresa de Calcuta

 

Dr. Pedro Duarte

Abogado

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