POR: GLORIA CUENCA.
He escrito, creo que abundantemente, sobre mis dificultades con el manejo de cierta tecnología. No ha sido fácil, para mí, trabajar con aparatos tecnológicos. Sin embargo, he avanzado en algunas cuestiones y logré superar situaciones qué en un momento, fueron un reto: resultaban imposibles de resolver. Lo logrado me enorgullece y además mis nietos, me estimulan para que siga adelante. Mi bella e inteligente nieta, abogada e internacionalista, trabaja en un bufete donde ayuda a las ancianas, como yo, con aspectos burocráticos, complejos y bastante enredados que debe hacer en el Estado de Massachussett. Ella, me alaba y dice: “Abuela, algunas de mis clientas no saben ni siquiera prender la computadora. Siéntete feliz, por lo logrado”. Sin embargo, cuando fracaso, como hoy, al pretender mandar un artículo para un proyecto personal en Substack, estimulada por mi nieto y colega Gustavo, el mundo se me derrumba por instantes, hasta que me recupero y empiezo la lucha otra vez. Además de la rabia que produce la situación. Busco siempre una explicación para no decaer El cable y la pila de mi laptop se echaron a perder. No he comprado todavía, la pila nueva. Me resigno y empiezo a trabajar con el cable, la computadora a veces hace caso y otras no. ¿Será el cable la causa del problema? Llamo a un supuesto agente de APPLE en Caracas, con voz terrible me responde: “¿Ud. no sabe? Las computadoras de esa marca no se actualizan, ellas tienen un sistema interno que hace todo.” Imagino que no entendió mi pregunta, o lo que pregunté no tenía lógica para el personaje. Me sentí mal. Seguí en la lucha con el ordenador. (Lo llamo ordenador, a la francesa, de eso se trata de organizar, de ordenar) Recuerdo una oportunidad: estaba trabajando con una persona, (sabe más tecnología que yo,) mientras me enfurecía, montaba en cólera al no encontrar la fórmula para hacer determinado asunto, la colega empezó a dar las ordenes al aparato, con dulzura y suavidad. ¡Sorpresa! El aparato se reorganizó: hizo caso y con las voces tranquilas y serenas, cambió, todo funcionó. Eso me hizo reflexionar sobre la energía que interactúa con el dueño de la computadora y su vinculación con, las posibles fallas de los ordenadores. ¿Se debe investigar al respecto? No, es el momento para hacer especulaciones al respecto; tampoco es el tema sobre el que quiero escribir ahora. Me interesa continuar con el tema de la tecnología y sus implicaciones: destrezas y saberes.
Como señalé en otro artículo, convencida estoy de que la tecnología es autoritaria, con apariencia democrática. ¿Suena contradictorio? En efecto, no obstante, veraz. Es democrática: si tienes dinero te puedes comprar el computador que quieras; se puede aprender a manejarla siguiendo clases o instrucción para todo quién se interese en aprender. Cualquiera puede acceder a ese conocimiento, tener un correo y también un whatssap. ¿Es democrático, o no? Sin embargo, el problema se presenta una vez que empiezas a manejar el aparato: o, haces lo que está programado o no funciona. Es decir, hay que hacer las cosas tal cual están programadas, de lo contrario, no funciona y quedas enredada sin ninguna posibilidad de alcanzar el objetivo.
Dicho con anterioridad el “autoritarismo es la perversión de la función de autoridad”. Nótese se trata de una perversión. Importante tener consciencia de que, cuando hablamos de perversión, nos referimos a algo que se puede dañar irreversiblemente, o hacer un daño irreparable. En el plano tecnológico, nos preguntamos ¿podría dañarnos la tecnología con su autoritarismo? Entiendo que ese es uno de los problemas de la Inteligencia Emocional, (IE), comprendo, también sin certeza, trata de que, el humano se rinde, por comodidad o hábito, y deja que las riendas las tome la IE. Después se arrepiente y protesta por lo hecho, mientras hemos dejado de lado nuestra autoridad, ya sea por exceso de seguridad, confianza, comodidad, complacencia, flojera u otra causa. Es decir, al no responsabilizarse, la “culpa” es de otro: del aparato tecnológico.
En el presente caso, no tengo una repuesta al problema. Me inquieta, no lo puedo negar. Sin embargo, vivimos un momento tan complejo y difícil, con tantas preocupaciones, que esa posibilidad del autoritarismo tecnológico o la IA al mando, no me quita el sueño. En cambio la situación de nuestros presos políticos, los asilados en la embajada, (gracias a Dios, libres al fin) la pobreza crítica de una parte importante de nuestros connacionales y por supuesto, el caradurismo de quienes se dicen triunfadores, a pesar de ser unos perdedores natos, son los causantes de mí desvelo. Con la ayuda de Dios y la Virgen lograremos nuestro propósito de libertad y democracia. No lo duden. Cada día más cerca.
Gloria Cuenca
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