POR: DIP. OMAR ÁVILA
Los resultados de las elecciones del pasado 25 de mayo en el estado Cojedes nos ofrecen una valiosa lección sobre el poder transformador de la participación ciudadana. La alta concurrencia de los cojedeños a las urnas evitó que esta región retrocediera a un pasado que ya había superado. Aunque Cojedes aún enfrenta múltiples desafíos pendientes, los últimos cuatro años han marcado una recuperación gradual pero sostenida, logro que se vio reflejado y protegido en las urnas.
Esta experiencia electoral nos invita a reflexionar sobre las palabras de Nelson Mandela, ícono universal de la democracia y la resistencia contra la opresión, quien enfatizó incansablemente la importancia del sufragio como herramienta fundamental para construir sociedades justas y libres. Una de sus frases más poderosas resume esta filosofía: «La democracia se construye con el coraje de quienes votan, aún sabiendo que el camino será largo. La abstención solo perpetúa el silencio de los oprimidos».
Desde Unidad Visión Venezuela compartimos profundamente esta convicción sobre el poder de la participación ciudadana, especialmente en circunstancias adversas. La filosofía mandeliana sobre el voto encierra varios principios fundamentales que merecen análisis detallado.
Mandela reconocía que votar en contextos difíciles, donde el cambio parece lejano o inalcanzable, requiere una valentía especial. Es un acto de fe genuino en el proceso democrático y en la posibilidad de forjar un futuro mejor, aunque sus frutos no sean inmediatamente visibles. Este coraje del votante trasciende el momento electoral para convertirse en una declaración de principios y esperanza.
El líder sudafricano entendía la democracia no como un estado estático o un logro definitivo, sino como un proceso continuo que se construye día a día con la participación activa de la ciudadanía. Cada voto representa un ladrillo fundamental en esa construcción colectiva, una contribución individual al edificio común de la libertad.
La experiencia personal de Mandela en Sudáfrica le enseñó que las transformaciones profundas no ocurren de manera instantánea. El voto constituye frecuentemente el primer paso en un camino que puede resultar arduo y prolongado, pero que es imprescindible recorrer. Esta perspectiva de largo plazo es esencial para mantener la esperanza y la perseverancia en procesos de cambio complejo.
Quizás el aspecto más contundente de la reflexión mandeliana radica en su advertencia sobre los peligros de la abstención electoral, porque Mandela comprendía que no votar nunca constituye un acto neutral o inocuo. Por el contrario, representa una acción que, por omisión, contribuye activamente a perpetuar el status quo y amplifica el silencio de quienes ya sufren las consecuencias de la inacción. Desde esta perspectiva, la abstención refuerza inadvertidamente los sistemas de dominación al no desafiarlos cuando es posible hacerlo.
Hoy más que nunca, quienes adversamos al gobierno actual desde posiciones democráticas debemos reflexionar profundamente sobre estos principios. Tenemos por delante un proceso electoral para elegir alcaldes y concejales, autoridades que mantienen la relación más directa y cotidiana con los ciudadanos. Simultáneamente, se desarrolla una propuesta de reforma constitucional que el propio presidente Nicolás Maduro ha anunciado que presentará al nuevo Parlamento Nacional.
Esta coyuntura nos coloca ante una encrucijada histórica: como consecuencia de la abstención, -al igual que en el año 2020- enfrentamos la perspectiva de permanecer en minoría parlamentaria durante al menos cinco años más. Esta realidad debería servir como catalizador para una profunda reconsideración de nuestras estrategias y compromisos democráticos.
Mandela creía firmemente en el principio de «un hombre, un voto» como piedra angular de toda sociedad democrática y libre. Para él, el derecho al sufragio constituía un derecho fundamental que preservaba y protegía todos los demás derechos ciudadanos. Su ejercicio representaba una manifestación irreemplazable de la voluntad popular que no debía subestimarse, incluso cuando el camino hacia la verdadera libertad y justicia estuviera plagado de obstáculos y desafíos.
La experiencia de Cojedes el pasado 25 de mayo nos recuerda que la participación ciudadana puede efectivamente marcar la diferencia entre el progreso y el retroceso, entre la esperanza y la resignación. En estos momentos cruciales para Venezuela, el legado de Mandela nos interpela a mantener viva la llama democrática a través del ejercicio responsable y valiente de nuestro derecho al voto.
Dip. Omar Ávila
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