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Una Tragedia Olvidada: El Incendio de Lagunillas de Agua

por Elkis Cardozo

Por: Francisco “kico” Chávez
Cronista del Municipio Lagunillas

La historia de nuestro municipio está marcada por un desastre que no ha recibido la atención que merece. La devastación del poblado lacustre de Lagunillas de Agua no solo destruyó hogares y vidas, sino que también reveló un entramado de intereses corporativos, negligencia gubernamental y un sistema legal incapaz de garantizar justicia. Durante décadas, se ha culpado a una mujer local por iniciar accidentalmente el incendio.
Sin embargo, al ahondar en los eventos que llevaron a esa fatídica noche, emerge una historia mucho más complicada y perturbadora. La verdad va más allá de una simple lámpara de queroseno y abarca las prácticas irresponsables de la industria petrolera y la indiferencia de las autoridades locales.
La noche del 13 de noviembre de 1939, la pequeña comunidad lacustre de Lagunillas de Agua fue arrasada por un voraz incendio. Este cataclismo, envuelto en controversia y desinformación durante años, revela una historia oscura. Incesantemente, la narrativa oficial ha culpado a Alicia Mendoza, propietaria del Bar Caracas, de haber iniciado accidentalmente el incendio. No obstante, una investigación más profunda revela una realidad diferente. Para comprender mejor la catástrofe, es crucial examinar el contexto en el que ocurrió.

La explotación petrolera en la región de Lagunillas había comenzado mucho antes del incendio. Las compañías petroleras, con el respaldo tácito de las autoridades locales, habían estado operando sin considerar el impacto ambiental y social de sus actividades. Los derrames de petróleo eran comunes y la contaminación del lago había destruido las fuentes de agua potable y alimentos de los habitantes.
La comunidad de Lagunillas de Agua, un pueblo construido sobre pilotes en el lago, habían expresado repetidamente sus preocupaciones sobre los peligros de vivir cerca de las instalaciones petroleras. Sin embargo, a pesar de estas advertencias, sus voces fueron ignoradas. Las autoridades locales, en lugar de tomar medidas para proteger a los ciudadanos, permitieron que las compañías petroleras continuaran con sus prácticas peligrosas.
A pesar de los incendios ocurridos en 1927, 1928 y 1932, que evidenciaban los riesgos latentes, las trasnacionales petroleras y las autoridades locales demostraron una negligencia alarmante. No se tomaron medidas preventivas, ni se impusieron regulaciones más estrictas, a pesar de la clara amenaza que representaban estos incidentes para la comunidad.
De hecho, la versión oficial del incendio, que culpaba a Alicia Mendoza, era conveniente para las compañías petroleras. Desviar la culpa a una sola persona les permitía evitar enfrentar las repercusiones de sus prácticas negligentes. No obstante, las investigaciones posteriores pintan un cuadro diferente. La presencia de petróleo en el lago y el testimonio de testigos sugieren que el incendio podría haber sido planeado para deshacerse de la comunidad y continuar la explotación de los recursos naturales sin obstáculos.
Además, la investigación realizada por la empresa fabricante de la lámpara de queroseno, que supuestamente fue la causante del incendio, demostró que dicho artefacto no estaba implicado. Este hallazgo exoneró a Alicia Mendoza y cuestiona aún más la narrativa oficial, subrayando la necesidad de una revisión exhaustiva de los hechos.
El incendio de Lagunillas sigue siendo uno de los desastres más devastadores en la historia del Estado Zulia. La falta de responsabilidad por parte de las trasnacionales petroleras y la corrupción de las autoridades contribuyeron significativamente a la magnitud del desastre. Es crucial que la verdad completa salga a la luz para honrar la memoria de las víctimas y evitar que tales tragedias vuelvan a ocurrir.

 

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