POR: DR. PEDRO DUARTE
La distinción entre «vivir» y «existir» ha sido tema de reflexión para los filósofos a lo largo de la historia, de hecho un gran dilema de nuestro tiempo. Mientras que «vivir» implica una experiencia activa y plena, «existir» puede interpretarse como simplemente estar presente en el mundo sin una verdadera conexión con nuestras acciones y emociones. Esta dicotomía ha sido explorada por numerosos pensadores que nos invitan a reflexionar sobre cómo podemos llevar una vida más significativa.
En ese sentido, podemos profundizar en las ideas de algunos filósofos, como por ejemplo:
1. Sócrates: Enfatizaba la importancia del autoconocimiento y el examen de la vida. Según él, una vida no examinada no merece ser vivida, lo que sugiere que vivir implica una búsqueda activa de sentido y comprensión.
2. Jean-Paul Sartre por su parte y desde la perspectiva existencialista, hablaba de la «mala fe», donde las personas se conforman con una existencia pasiva, negándose a asumir la responsabilidad de crear su propia esencia. Vivir, según Sartre, es un acto de libertad y autenticidad, donde uno se compromete activamente con sus decisiones.
3. Viktor Frankl: Psiquiatra y sobreviviente del Holocausto, habló sobre la búsqueda de significado como la fuerza motriz principal en la vida humana. Según él, incluso en las circunstancias más difíciles, encontrar un propósito permite a las personas vivir plenamente.
En varias oportunidades quizás nos hemos interrogado y continuamos haciéndolo con importantes preguntas que giran en torno a si estamos viviendo o existiendo. En ese sentido para saber si estamos viviendo o simplemente existiendo, podemos hacer una especie de autoevaluación en varias áreas de nuestra vida:
1. Reflexión personal: Preguntémonos si estamos tomando decisiones conscientes en nuestra vida o si nos dejamos llevar por la rutina sin cuestionarnos. Vivir implica tomar decisiones que están alineadas con nuestros valores y metas personales.
2. Conexión emocional: Observemos si sentimos una conexión emocional con nuestras actividades diarias y relaciones. Vivir significa experimentar emociones profundas y significativas, mientras que existir puede ser más superficial.
3. Propósito y significado: Evaluemos si encontramos un propósito en lo que hacemos. Vivir implica buscar y crear significado en las experiencias, mientras que existir puede ser simplemente pasar por ellas sin un sentido claro.
4. Crecimiento personal: Reflexionemos si estamos creciendo y aprendiendo de nuestras experiencias pues vivir implica un proceso continuo de desarrollo personal.
Al hacer esta especie de revisión, podemos identificar si estamos viviendo de manera plena o si necesitamos hacer cambios para vivir más auténticamente.
Algunas encíclicas papales que abordan temas relacionados con el sentido de la vida, el propósito y la dignidad humana que menciono a continuación:
1. «Laborem Exercens» (1981): Esta encíclica de San Juan Pablo II trata sobre el trabajo humano y cómo este es una expresión de la dignidad humana. Habla sobre la importancia de encontrar un propósito en el trabajo y cómo este contribuye al sentido de la vida.
2. «Evangelii Gaudium» (2013): Aunque no es estrictamente una encíclica, es una exhortación apostólica del Papa Francisco que habla sobre la alegría del Evangelio y cómo vivir una vida plena en la fe. En ella, se reflexiona sobre cómo vivir auténticamente en un mundo moderno.
3. «Laudato Si'» (2015): También del Papa Francisco, esta encíclica aborda la relación entre la humanidad y el medio ambiente, llamando a una ecología integral. Nos invita a reflexionar sobre cómo nuestras acciones impactan la vida y el planeta, fomentando un sentido más profundo de responsabilidad y conexión.
Estas encíclicas abordan diferentes aspectos de la vida humana, desde el trabajo y la dignidad hasta el medio ambiente y la responsabilidad social, que pueden inspirarnos a reflexionar sobre cómo vivir auténticamente.
Entender la diferencia entre «vivir» y «existir» puede ser un desafío, especialmente cuando enfrentamos dificultades o vemos problemas en el mundo convirtiéndose en una tarea diaria mantener el ánimo y encontrar un propósito y para ello se aconseja entre otras cosas:
1. Enfocarnos en lo que podemos controlar: A veces, el mundo puede parecer duro, arrollador, pero concentrarnos en las acciones que podemos tomar para marcar una diferencia, por pequeña que sea, puede brindarnos un sentido de propósito.
2. Conectarnos con otros: Las relaciones que significan algo importante para nosotros, pueden proporcionar apoyo y motivación. Compartir nuestras experiencias y escuchar a otros puede ayudarnos a sentirnos menos solos y más conectado en un mundo donde la indiferencia está a la orden del día.
3. Encontrar significado en las pequeñas cosas: A menudo, encontrar alegría y propósito en las pequeñas cosas diarias puede ser una fuente de fortaleza; de verdad nos complicamos la vida con querer mostrar lo mejor, los estereotipos que marcan la “MODA” cuando aquel pasaje bíblico del Evangelio nos recuerda que Dios se hizo presente en la suave brisa del viento.
4. Practicar la gratitud: Tomar un momento para reflexionar sobre lo que tenemos y lo que hemos logrado puede cambiar nuestra visión de la vida y ayudarnos a mantenernos enfocados, con la vista fija, en lo positivo.
5. Buscar inspiración: Leer sobre personas que han superado adversidades o que viven con un propósito, puede ser una fuente de motivación muy importante.
Somos Seres Humanos, no somos máquinas y por lo tanto debemos recordar que está bien sentirse desanimado a veces, lo importante es reconocer esos momentos y buscar maneras de seguir adelante.
Imposible no abordar este tema de tanta importancia desde la perspectiva teológica, vivir tiene un significado más profundo que simplemente existir. Muchas tradiciones religiosas enseñan que la vida tiene un propósito divino y que cada persona está llamada a buscar una relación más cercana con lo divino.
1. Propósito divino: La teología cristiana, por ejemplo, enseña que cada persona tiene un propósito dado por Dios, y vivir implica cumplir ese propósito a través de nuestras acciones y relaciones.
2. Vida plena: En muchas tradiciones, vivir auténticamente significa vivir de acuerdo con principios éticos y espirituales, buscando la justicia, la compasión y el amor hacia los demás.
3. Relación con lo divino: La teología sugiere que una vida plena está relacionada con una conexión profunda con lo divino, que da sentido y dirección a nuestra existencia.
En resumen, la teología nos anima a buscar un propósito más profundo y a vivir de manera que refleje nuestros valores espirituales y éticos.
En conclusión, la distinción entre «vivir» y «existir» nos invita a reflexionar sobre cómo podemos llevar una vida más auténtica y significativa. Al buscar un propósito y conexión en nuestras acciones, podemos transformar nuestra existencia en una vida plena. Este proceso requiere consciencia, reflexión y acción, recordándonos que cada pequeño paso hacia una vida más consciente cuenta.
Continuemos reforzando la importancia de lo esencial que resulta el reflexionar sobre si estamos simplemente existiendo o realmente viviendo. Al adoptar una postura activa y consciente en nuestras vidas, podemos encontrar un significado más profundo y, en última instancia, vivir de manera auténtica y plena.
«Entre estímulo y respuesta, hay un espacio. En ese espacio está nuestro poder para elegir nuestra respuesta. En nuestra respuesta yace nuestro crecimiento y nuestra libertad.»
Viktor Frankl
Dr. Pedro Duarte
Abogado
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