A falta de transporte los zulianos emprenden largas caminatas para poder comprar comida

MARACAIBO. A pie, así iniciaron los marabinos otra semana en cuarentena por la pandemia del Covid-19, que ya supera los dos meses en un confinamiento que se ha convertido en un suplicio para los zulianos, quienes además del temor por contagiarse con el virus, deben enfrentar los apagones, la falta del agua, especulación y escasez de gasolina.

Los puntos estratégicos ubicados en las principales avenidas de Maracaibo lucen repletos de personas esperando «algo» donde poder movilizarse. Pues a pesar de que la premisa es «quedarse en casa», muchos deben salir a trabajar para llevar el sustento a sus hogares.

«Tengo que salir de la casa a ver que consigo para darle de comer a mis hijos, porque con éstos precios que suben y suben, ya no sabemos qué hacer, a nosotros nos va a matar es el hambre no ese virus», aseguró Peter Andrade, quien aseguró que se encontraba desde las seis de la mañana en la avenida Los Estanques y pasadas las nueve aún no había podido trasladarse hasta el centro de la ciudad. «si me hubiera ido caminando ya estuviera en el centro, pero ya los pies me duelen y siempre trato de conseguir en que irme», expresó al iniciar resignado su caminata.

Otros grupos se observan caminando a lo largo de las avenidas como si se tratara de un maratón, pues al pasar hasta cuatro horas esperando un transporte que nunca llega, se ven obligados a emprender un recorrido que puede superar hasta los diez kilómetros para llegar a sus destinos.

«Ando buscando unas medicinas para mi mamá, me dijeron que en centro las hay, pero me voy caminando porque me canse de esperar y no pasan ni chirrincheras, ni nada, los que pirateaban ya no lo hacen por los precios de la gasolina que la venden en dólares», expresó María Rivero a la altura de Las Piramides en el sector Pomona.

Al ser consultados sobre los 34 autobuses habilitados por la Alcaldía desde el pasado 20 de marzo, con 8 rutas completamente «gratuitas», donde se trasladaría a personas con necesidades médicas urgentes, al personas de salud y sectores prioritarios, los entrevistados respondieron «eso es un chiste».

Orlando Vera, fue el primero en replicar, «no mija, eso fue los primeros días, ya esos buses azules no se ven por ninguna parte, yo los esperaba y a veces tardaban hasta cuatro horas y pasaban tan llenos que no paraban».

Con el coincidió Carmen Uzcátegui, quien aseguró que «estamos a la buena de Dios, como quien dice salvese quien pueda, y a la larga lo que nos queda es caminar y caminar».

Antes de culminar sus comentarios, aseguraron que la cosa empeora después del mediodía, por cuanto las calles de Maracaibo quedan en total soledad; solo se observan pequeños grupos de gente caminando hasta sus hogares y entonces quedan a merced del hampa, pero como ellos mismos dijeron «ese es otro cuento».

YP