OPINIÓN

APUNTES DEL CRONISTA: EN HOMENAJE A LOS MAESTROS DE VENEZUELA

POR: DR. REYBER PARRA CONTRERAS*

Desde 1945 se conmemora en Venezuela el día del maestro, a propósito de la conformación de la Sociedad Venezolana de Maestros, el 15 de enero de 1932, en la etapa final del gobierno dictatorial de Juan Vicente Gómez.

No es de extrañar que en aquel entonces los maestros se organizaran mediante un movimiento gremial, a fin de defender el reconocimiento de sus justas demandas en materia salarial y de seguridad social. Y es que a lo largo de nuestra historia nacional, los educadores han sido desestimados por la dirigencia gubernamental (y hasta por la sociedad en general), que no ha sido capaz de valorar el aporte sustancial de los maestros en la formación de ciudadanos ejemplares. Sin embargo, desde 1932 hasta nuestros días, no existe una etapa en la historia de Venezuela donde se haya violentado más la dignidad de nuestros maestros, como la que estos han tenido que vivir en la última década.

Suele ocurrir que en los países escasamente desarrollados como el nuestro, no se le preste la debida atención a la dignificación del trabajo docente. Actualmente, Venezuela debe ubicarse entre los primeros lugares en materia de maltrato y marginación de sus maestros. No hay, en efecto, las mínimas condiciones para que un educador ejerza su profesión en forma adecuada; solo basta decir que el sueldo mensual del maestro venezolano no alcanza para alimentar por tres días a su familia. De ahí que cada vez resulte más inusual el ejercicio de la docencia por parte de la población masculina, a la par que va quedando en blanco la matrícula estudiantil en las universidades que ofrecen la carrera docente.

Educar para la vida, con criterios éticos; formar para el ejercicio responsable de la ciudadanía, mediante el buen ejemplo del maestro; universalizar la humanización, no debe ser secundario en una sociedad, y el Estado tiene la obligación de respaldar este proceso que no puede llevarse a cabo sin el concurso de la familia y la valiosa participación del maestro: por la eficaz labor de un maestro, el corazón del Libertador Simón Bolívar se formó “para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso”; por las enseñanzas y el ejemplo del maestro Rómulo Gallegos, surgieron en Venezuela grandes líderes políticos en las primeras décadas del siglo XX; en esta misma época, la maestra Juana Josefa Vargas, atendía con esmero la educación de los niños de Valle de la Pascua, en el estado Guárico.

Maracaibo también ha contado con grandes maestros, hombres y mujeres perseverantes en la misión de esparcir la luz del saber y de las virtudes entre nuestros niños y jóvenes. Son muchos los nombres que deben citarse, pero solo indicamos unos pocos: Octavio Hernández (1856-1925), Alejandro Fuenmayor (1887-1947), Jesús Enrique Lossada (1892-1948), los esposos Marco e Isabel de Andrade, Adela Lozano (1884-1962), Laura Villalobos Morales (1910-1963), Anselma Pulgar, María Oquendo, y otros de una amplia lista, donde también debemos incluir a cada maestro y maestra del presente, que a pesar de tanta adversidad, acuden a sus escuelas a brindar lo mejor de sí mismos, tras el ideal de educar, que consiste en “no sólo hacer que la gente haga lo que es correcto, sino que disfrute haciéndolo; no sólo formar personas trabajadoras, sino personas que amen el trabajo; no sólo individuos con conocimientos, sino con amor al conocimiento; no sólo seres puros, sino con amor a la pureza; no sólo personas justas, sino con hambre y sed de justicia”, John Ruskin (1819-1900).

 

*Cronista de Maracaibo. Profesor de historia de Venezuela en la Universidad del Zulia. Miembro de la Academia de Historia del Estado Zulia, E-mail: [email protected] Instagram: @cronistademaracaibo Twitter: @CronMaracaibo

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