SUCESOS

Cuatro migrantes afganos huyen de Al-Qaeda y encuentran la muerte en el Darién

Sucesos Internacionales.- Cuatro afganos, entre ellos un menor de 12 años, fallecieron en un naufragio en la localidad de Carreto, en Panamá, a 25 kilómetros de la frontera con Colombia. En la lancha iban 27 migrantes, 24 afganos y tres venezolanos. Según Mohamed, la lancha partió clandestinamente de una playa entre Necoclí y Turbo la noche del 13 de febrero y, aproximadamente tres horas después, naufragó.

Al momento de zarpar, Mohamed se percató de que uno de los dos motores fallaba y el ayudante lo volvía a encender. “Nos faltaba poco para llegar a la orilla; el motor se apagó. Una fuerte ola nos enbistió y apagó el segundo motor. Abracé con fuerza a mi hijo en el instante en que el capitán llamó para pedir auxilio. Por una eternidad, estuvimos al vaivén de las olas que amenazaba con hundirnos; de repente, una embarcación que vino a ayudarnos se montó sobre la nuestra y la partió en dos. El niño que iba a mi lado cayó al agua y fue estrellado por la lancha contra las rocas”.

Algunos lograron asirse al filoso acantilado; otros fueron arrastrados por las fuertes olas a mar abierto. Aunque el lugar donde naufragaron era de poca profundidad, les era imposible mantenerse erguidos; el suelo también estaba cubierto por filosas rocas. Las fuertes olas, a cada segundo, los estrellaba contra el acantilado. Varias veces, intentaron trepar la puntiaguda pared, pero la oscuridad no les permitía ver un camino seguro.

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“Cuando las fuerzas solo me daban para mantener a salvo a mi hijo, llegaron unas embarcaciones de la guardia panameña. Intentaron varias veces llegar hasta nosotros, pero lo peligroso del lugar se los impedía. Con bengalas y las luces de sus barcos, nos iluminaron el camino para lograr tierra firme”, relató Mohamed.

Según el migrante afgano, sintieron que el mundo se les cerraba. Fue una noche larga, sin comida, sin abrigo y sin esperanza. “Esa noche, sentí que Dios nos había abandonado”. La salida del sol les mostró la realidad que enfrentaban; cuatro de los compañeros con quienes habían salido 18 meses atrás de Afganistán, pasaron la noche en pequeñas salientes del acantilado. Por horas, trataron de ayudarles, pero en cada intento, ponían en peligro la vida de quienes estaban a salvo y de quienes aún no.

Cuatro migrantes afganos huyen de Al-Qaeda

Cuando estaban a punto de que un grupo saliera en búsqueda de ayuda, llegaron los rescatistas de la Senafront. “De inmediato, nos brindaron alimento, agua y nos tranquilizaron. Con arneses en el cuerpo y sogas, rescataron a los que no habían logrado ponerse a salvo y el cuerpo del niño. Con ayuda de indígenas, lograron rescatar las pocas pertenencias que aún quedaban en las rocas. Gracias a estas personas, los muertos no fueron más. A ellos les debemos la vida y nos devolvieron la esperanza”.

Mohamed, su familia y los sobrevivientes se encuentran en un lugar seguro, se recuperan de las heridas para continuar su travesía.

“¿Usted vio la película Los Cazadores del Arca Perdida? Recuerde la parte donde Indiana va cruzando un puente en un abismo y este se cae a cada paso que da. Bueno, esa es nuestra realidad. Aunque solo tenemos los pasaportes, un poco de ropa y ni un solo dólar, quiero llevar a mi familia a un país donde su vida no peligre por sus creencias religiosas”.

Una travesía de más de 20 mil kilómetros y seis meses que aún no termina

Poco después de la salida de las tropas estadunidenses de Afganistán, Mohamed y su familia empezaron a recibir amenazas por ser católico.

Malvendió su vivienda, su carro y sus prendas que había adquirido con su trabajo como ingeniero civil, bilingüe. Salió por tierra en una caravana para buscar refugio en Pakistán, pasó allí unos meses, pero la ruptura del cese al fuego de los talibanes pakistaníes en noviembre de 2022 lo obligó a huir. Compró dos vuelos a Qatar, para él y su esposa.

Aunque en Qatar, le ofrecieron un paquete completo para viajar hasta USA por un valor de 15 mil dólares por persona, decidió llegar solo hasta Brasil, donde su conocimiento de idiomas le sirvió un tiempo, pero la xenofobia, a pesar de contar con el apoyo de Caritas internacional, lo obligó a tomar la ruta hacia Norteamérica.

Una de las cosas que más lamenta Mohamed, y el resto de afganos católicos que lo acompañan, es que perdieron las cartas de recomendación de Caritas Internacional de Brasil y sus teléfonos con los contactos de las personas que le pueden ayudar.

Junto con Mohamed, fueron 45 afganos los que en noviembre de 2023 salieron de Brasil a buscar una nueva vida en Canadá, pero algunos se fueron quedando en el camino. Tan solo 24 llegaron a Necoclí, después de atravesar, Brasil, Perú, Ecuador y Colombia, y solo 20 enfrentarán la selva del Darién.

“Hemos sufrido robos, violaciones. En cada paso fronterizo entregábamos un billete de 50 dólares con el pasaporte para que nos dejaran pasar, no nos sellaban el pasaporte, todo era ilegal, mis raíces afganas y mis valores católicos me hacían sentir como el peor bandido”.

Según datos de la ACNUR, 2.220 afganos ingresaron a Panamá por el Darién en 2022 y, según Migración Colombia, en 2023 esa cifra subió a 5.230.

Internacionales.

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