OPINIÓN

DIARIO DE NAVIDAD

POR FRANCISCO KICO CHÁVEZ.

Cronista del Municipio Lagunillas

Me preparo para darle la bienvenida a la Navidad. El ambiente de mi casa se llena de su magia. Las luces se encienden, el árbol se viste con los adornos que he ido coleccionando a lo largo de los años, y el aroma de las galletas de jengibre se extiende por toda la casa. Me siento feliz y emocionado. Junto a mis hijos nos ponemos manos a la obra para armar el árbol. Saco las cajas de adornos del trastero y las coloco en el suelo. Elijo las luces más brillantes, los adornos más coloridos, y las esferas más hermosas.
De repente, veo algo que me llama la atención. Es una caja de cartón vieja, escondida entre los adornos. La abro con curiosidad, y encuentro un viejo diario. Es mío. Lo escribí hace algunos años. En él, relataba mis vivencias de Navidad. Me siento emocionado. No lo he visto en años.

Lo abro y comienzo a leer…
Es Diciembre de 1975, la Navidad tiene un sabor especial. El próximo 1 de enero, Venezuela celebrara la nacionalización de la industria petrolera, un acontecimiento histórico que cambiara el rumbo del país. Sin embargo, en la calle Portuguesa, casa 533-A de Campo Alegría, una urbanización ubicada en la localidad de Lagunillas en el estado Zulia, me preparo para la llegada de San Nicolás.
Como mi papá trabaja por guardias no podrá llevarme al “Club ALEGRIA” a ver a San Nicolás, así que iré con mi mamá y mi hermana Jamileth. Estoy muy entusiasmado, pues espero con ansias la llegada del anciano de barba blanca.
En Campo Alegría, la llegada de San Nicolás es un acontecimiento muy esperado por los niños. En ocasiones, lo hemos visto lanzar caramelos desde un helicóptero o pasear las calles en el camión de los bomberos.
Por las noches, es común ver a grupos de muchachas y muchachos patinar por las calles. En ocasiones, les cambian las ruedas originales a sus patines para colocarles rolineras. Los más osados recorren no solo el campo, sino que se desplazan a otras urbanizaciones a celebrar con amigos y familiares. Con cada giro de los patines, sienten la alegría de la Navidad y la esperanza de un futuro mejor.
El ambiente se encuentra impregnado de gaitas, y una de las más populares es «Sabor añejo» de los Cardenales de Éxito. En muchas viviendas, como ya es costumbre, se colocaron pesebres, todos hechos con mucho ingenio. En las vísperas de Navidad, un adulto se robará al niño Jesús y el día 6 de enero, la comunidad se reunirá para buscarlo, recorreremos las calles de la urbanización y todo terminará en celebración.
Diciembre de 1989. Un mes después de la caída del Muro de Berlín, un acontecimiento histórico que marcó el final de la Guerra Fría y el comienzo de una nueva era de paz y cooperación mundial, los habitantes de los campos petroleros de Lagunillas, nos preparamos para celebrar el tradicional bingo de la Asociación de Ayuda a la Infancia Necesitada (ADAIN). Los fondos recaudados serán destinados a apoyar a los niños y niñas de escasos recursos de la zona. El Club Carabobo Norte, amaneció abarrotado de toldos especialmente colocados y decorados para la ocasión. Como todos los años, el señor Ruperto Silva será el encargado de cantar el bingo, que como principal premio obsequiará un vehículo.
El Bingo se ha convertido en un momento de reencuentro para los habitantes de la zona, quienes además aprovecharan la oportunidad de disfrutar de comidas, bebidas, bazar navideño y espectáculos musicales. Pudiera decir que con este evento se dará inicio a la Navidad.
Al igual que años anteriores, “el Club Alegría y Alianza” realizaran el 24 una fiesta que será amenizada por alguna miniteca de la localidad y el 31 como es costumbre, todos al sonar “el pito”, saldremos de casa en casa a visitar a nuestros vecinos y amigos para desearles un feliz año nuevo.
Diciembre de 1992. Un año de inestabilidad política y económica para Venezuela. Sin embargo, en Lagunillas, nos preparamos para celebrar la Navidad con alegría y entusiasmo. Este año, la Calle Broadway de Puerto Nuevo ha obtenido el premio como la mejor adornada en el concurso “Ciudad de Luces”, auspiciado por el ayuntamiento local.
El día de su encendido, numerosos niños y familias se reunieron en la calle para disfrutar del espectáculo. En su entrada, una estrella fugaz montada en un arco les daba la bienvenida. Los postes estaban decorados con ángeles y otros adornos navideños. El ambiente era muy colorido y festivo, con luces de colores brillantes que iluminaban la calle. Los niños estaban emocionados y felices de ver la calle tan hermosa. El espíritu de la Navidad se respiraba en el aire, y las familias se sentían muy felices y agradecidas de poder disfrutar de este momento juntos.
Diciembre de 1998, espero con ansiedad el nuevo año ya que nacerá mi primer hijo. Al igual que los años anteriores, me preparo para realizar mi recorrido por las calles de Puerto Nuevo. Es una tradición familiar que disfrutamos todos juntos. Las calles están decoradas con luces, árboles de Navidad y otros adornos festivos. Luego, iré a Campo Mío a ver la antena, que para esta época se convierte en un gran árbol de Navidad iluminado. Es un espectáculo impresionante. Muchos vehículos transitan el área para ver cómo se encienden las filas de luces que hacen brillar la zona más que nunca. Este año, la Navidad tendrá un significado especial para mí. Es el comienzo de una nueva etapa en mi vida, una etapa llena de amor y felicidad.
Diciembre de 2023. Han pasado dos décadas y no he vuelto a escribir en mi diario. Se acerca la noche buena, y me siento un poco nostálgico. Recuerdo con cariño las Navidades que pasé en Lagunillas cuando era niño. Eran llenas de alegría y magia. Ahora, todo es diferente. Lagunillas ha cambiado mucho en los últimos años. Las tradiciones navideñas han desaparecido, y la Navidad ya no es la misma. Sin embargo, a pesar de todo, todavía guardo en mi corazón el recuerdo de aquellas Navidades felices, que son una joya que atesoro y que siempre llevaré conmigo.

 

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