EL MUNDO Y SUS TALIBANES
POR: GOLFREDO DÁVILA
Vanguardia Popular
La retoma del poder por parte de los talibanes en Afganistán, preocupa al mundo. Aun cuando por estos lares no conocemos en profundidad los intríngulis de lo que allá ocurre, lo primero que nos viene a la mente es el fanatismo, la discriminación y el terrorismo, tres grandes males imbricados puestos en evidencia por ellos, y de los que no escapa ningún país.
Más allá de lo noticioso de esos hechos, ha surgido una polémica pública sobre lo que está detrás de ese proceso. Fernando Mires en su artículo “Cinco grandes mentiras sobre Afganistán” (21/08/2021) aclara varias incógnitas, él soslaya un aspecto de la geopolítica que es explicado por Carlos Hermoso en su artículo “Afganistán y la pelea por la hegemonía planetaria” (el Pitazo 23/08/2021) donde muestra que en esa disputa Afganistán y Venezuela son piezas claves del tablero movidas hábilmente por China acorde a sus intereses.
En aras de una visión integral le agregamos a esos análisis lo relativo a la conducta humana tratado con insistencia por el Dr. Américo Gollo en sus escritos, particularmente sobre el fanatismo, siendo el talibanismo uno sus exponentes más inmundos. El fanatismo es una enfermedad o psicopatía antihumana, anticultural, antinatural y antihistórica, es un virus incrustado en la sociedad, en la política, la economía, la religión, en el deporte; y que sirve de sustento a dictaduras, tiranías, a los totalitarismos y al poder global.
El fanático se niega a sí mismo y al otro, es un ser enajenado, alienado, esclavo de su ignorancia y de su frustración, que ama y deifica a su ídolo; los hay avaros para quienes la sociedad, la política y la moral deben rendirse a los pies del Dios mercado; al creer ciegamente en su verdad, irrespeta, odia y niega al otro. Lo más pernicioso ocurre cuando el fanatismo se agrupa o llega al poder, pasa del verbo al exterminio, ejemplos la inquisición y el Ku Klux Klan (expresión orgánica del racismo en USA); el terrorismo de Estado de la Alemania Nazi, la Italia fascista, el Apartheid sudafricano, el falangismo en España, el totalitarismo soviético, chino y cubano, el fundamentalismo islámico, el madurismo, entre otros regímenes que castran el pensamiento libre y la libertad.
Versados en la realidad de los países musulmanes insisten en no confundir las creencias político-religiosas con el terrorismo. Que grupos fundamentalistas como al Qaeda, ISIS, al Shabad y los talibanes, entre otros, hagan uso del islam o el yihad, no significa que estos credos se cimienten en el terrorismo y la violencia, eso sería como calificar de terroristas a 1.900.000.000 de musulmanes. Dos lecciones al respecto, el eterno uso de las creencias de los pueblos para manipularlos; y las estafas históricas cometidas, que tendemos a vincularlas a las desviaciones e incoherencias en la conducta política por parte de exponentes de doctrinas, religiones e ideologías que actúan a la inversa de su prédica, sobre todo desde el poder, precisamente porque lo que siempre está en juego es el poder.
Así vimos como el socialismo y el comunismo, que teóricamente se cimientan en la emancipación de los trabajadores, en la preminencia del trabajo sobre el capital y en la libertad, los ha usado el poder para lo contrario, esclavitud de los trabajadores y terrorismo de Estado, en función de ser dueños eternos y absolutos de los capitales. Acá las mafias destruyeron el país, ultrajaron la moral y apagaron las luces en nombre del bolivarianismo.
La cara positiva de todo esto es que la mayoría planetaria detesta el terrorismo y la discriminación, sobre todo esa monstruosidad de considerar a las mujeres inferiores y sin derechos; además, está demostrado que el fanatismo, la violencia, el odio y la maldad sucumben ante el amor y los sueños de libertad de la humanidad.
Ing. Golfredo Dávila, de Vanguardia Popular
