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El país de los insectos

por Noris Hernández

En un país plagado de insectos, nada está escrito, porque entre esos numerosos insectos, unos pueden ser venenosos, otros inofensivos, así como unos pueden ser laboriosos y fieles, mientras otros solo se alimentan del más débil.

Como un país invadido por todo tipo de insectos que poco a poco destruyen a su ciudadanía, sus riquezas y su futuro, narro esta historia como una forma de relacionarla con un país afectado por la corrupción, la sumisión a un proyecto político autoritario y gobernado por líderes autocráticos que abusan descaradamente de su poder. El protagonista de esta historia de horror, podemos ser nosotros, pueden ser ustedes, o podrían ser los próximos en la lista aberrante del totalitarismo como forma de gobierno.

“Había una vez un país próspero y lleno de vida, conocido por sus vastos campos verdes, sus ríos cristalinos y sus ciudades vibrantes. Los ciudadanos vivían en armonía, disfrutando de las riquezas naturales y culturales que su tierra les ofrecía. Sin embargo, un día, comenzaron a aparecer pequeños insectos en los rincones más oscuros del país.

Al principio, nadie les prestó mucha atención. Eran pocos y parecían inofensivos. Pero con el tiempo, los insectos se multiplicaron y comenzaron a invadir cada rincón de sus ciudades. Se infiltraron en los hogares, las escuelas, los hospitales y los mercados. Poco a poco, empezaron a devorar las cosechas, a contaminar el agua y a destruir las infraestructuras.

Los líderes del país, en lugar de tomar medidas para combatir la plaga, se aprovecharon de la situación. Utilizaron a los insectos como una herramienta de control, permitiendo que se extendieran a cambio de beneficios personales. Prometieron soluciones que nunca llegaron, mientras acumulaban riquezas y poder a costa del sufrimiento de su pueblo.

La ciudadanía, desesperada y asustada, intentó resistir. Pero cada intento de levantarse era aplastado por la creciente marea de insectos y la mano dura de los líderes autoritarios. La corrupción se extendió como un veneno, infectando cada aspecto de la vida diaria. Los valores de justicia, igualdad y libertad fueron reemplazados por el miedo, la sumisión y la desesperanza.

Con el tiempo, el país que una vez fue un símbolo de prosperidad y esperanza se convirtió en una sombra de lo que había sido. Las riquezas naturales fueron agotadas, las ciudades quedaron en ruinas y el futuro de las nuevas generaciones se desvaneció en la oscuridad. Los insectos, símbolo de la corrupción y el abuso de poder, habían destruido no solo la tierra, sino también el espíritu de su gente.

Sin embargo, en medio de la devastación, surgieron voces de resistencia. Pequeños grupos de ciudadanos valientes comenzaron a unirse, decididos a recuperar su país. Sabían que la lucha sería larga y difícil, pero también sabían que la esperanza y la unidad eran sus armas más poderosas. Con el tiempo, lograron expulsar a los insectos y reconstruir su nación, recordando siempre la lección aprendida: la verdadera riqueza de un país reside en la integridad y la valentía de su gente”.

 

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