Héctor Béjar fue entrenado por “Barbarroja” en Cuba a inicios de la década de los años 60 para liderar la campaña guerrillera en el Perú y asegura que tuvo más acercamiento con Fidel Castro que con el “Che” Guevara.
Ahora como canciller del Perú en el gobierno del presidente de izquierda radical Pedro Castillo, Béjar es el hombre de La Habana en Lima, la pieza clave en el ajedrez geopolítico regional para alinear al país andino con el socialismo del régimen cubano que en 62 años arruinó, oprimió e hizo la vida miserable a millones de sus compatriotas.
Nombrado ministro de relaciones exteriores del Perú el 29 de junio pasado, Béjar necesitó apenas una semana para torcer la dirección de la política del país con el extranjero.
El viernes 6 de agosto diversos medios internacionales anunciaron que el Perú se retira del Grupo de Lima, creado en agosto del 2017 por 14 países para apoyar a la oposición venezolana rumbo a un cambio en la política interna de esa nación.
Muchos analistas políticos en el Perú aún no asimilan el hecho que Castillo nombrara a Béjar, quien jamás trabajó en la cancillería, nunca desempeñó un cargo diplomático y no posee absolutamente ninguna experiencia en el manejo de las relaciones exteriores.
Periodistas especializados consideran que Castillo sacó de sus cuarteles de invierno al sociólogo de 85 años y lo expuso a despiadados ataques de la prensa especializada.
“Pedro Castillo y Vladimir Cerrón están encandilados con Héctor Béjar”, escribió Fernando Vivas en su artículo “Mi gobierno por un sombrero”, el sábado 31 de julio en el décano de la prensa peruana El Comercio.
“Sé de buena fuente que tanto el mensaje a la nación [28 de julio] como el discurso del día siguiente en la Pampa de la Quinoa [dado por el presidente] en alguna medida se deben a la pluma de Béjar”.
En una entrevista con la revista Ideele, en julio del 2018, Béjar se definió como un pacifista, pero aclaró que es conciente que en el Perú hay problemas que no se van a solucionar sin una revolución.
En la misma entrevista advirtió: “Yo estaré con Venezuela combatiendo detrás del último miliciano”.
Aquello contradice con su pacifismo.
El 3 de agosto el diario Expreso de Lima publicó en su primera plana: “La historia no olvida que el actual ministro [Béjar] y sus guerrillas de 1965 asesinaron en forma alevosa al mayor del Ejército Gonzalo Carrillo Rocha y a su sobrino Miguel Carrillo Cazorla en el asalto al fundo Chapi en Ayacucho”.
Una versión con excusas sobre la matanza ofrece Béjar en su libro “Perú 1965: apuntes sobre una experiencia guerrillera”, escrito en prisión entre 1966-1969. En las páginas 84-85 señala que Carrillo había matado a un colono y violado a siete mujeres, incluyendo a una niña, y revela los nombres.
La guerrilla fracasó, muchos jóvenes que se unieron al Ejército de Liberación Nacional, fundado por Béjar en 1962, murieron en combate con las fuerzas del estado, al igual que campesinos que se sumaron a la rebelión contra el gobierno de Fernando Belaúnde, legitimamente elegido.
Béjar reveló en la entrevista con Ideele su paso por Cuba en su preparación para ser guerrillero cuando tenía 27 años.
“Sí, la estrategia fue cubana y ahora se puede decir que los jefes también fueron cubanos, comenzando por el Ché”, respondió Béjar cuando Ideele preguntó si la formación que tuvieron fue en Cuba.
“Llevamos unos cursos en Cuba durante un año que fue muy duro. Teníamos una conciencia militar, pero no éramos militares de escuela. Los cubanos no eran partidarios de ese tipo de formación, sino de una más larga, pero los líderes peruanos estaban apurados porque decían que la revolución y las masas estaban listas. El responsable de nuestra formación era un cubano al que decíamos ‘Barbarroja’”.
Manuel “Barbarroja” Piñeiro fue viceministro del interior de Cuba y era el jefe del departamento América, que coordinaba todos los movimientos revolucionarios en el continente.
Béjar fue detenido en 1966 y condenado a prisión. Cinco años después recibió la amnistía del gobierno izquierdista del general Juan Velasco. Acto seguido trabajó en el Sistema Nacional de Apoyo a la Movilización Social (Sinamos), un organismo creado como soporte a los cambios que había hecho la revolución militar, como la reforma agraria, la comunidad industrial y la captura de los medios periodísticos de circulación nacional.
Muchos consideran que Castillo eligió a Béjar y otros ministros involucrados en corrupción, apología al terrorismo e inexperiencia total con el objetivo de provocar el veto del Congreso. De acuerdo a las leyes peruanas, si el parlamento no otorga el visto bueno al gabinete en dos oportunidades, el presidente tiene la facultad de disolver el Congreso.
En ese caso, Castillo tendrá en bandeja la oportunidad de nombrar la asamblea constituyente y perpetuar en el poder al partido que le llevó a la presidencia, Perú Libre, al estilo de Cuba, Venezuela y Nicaragua, hoy tres países en profunda crisis, sin un centavo en las arcas y con la población padeciendo hambre, miseria y brutal represión.