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La deshumanización de la sociedad

por El Regional del Zulia

¿Cuándo pasó esto? No lo sé; pero pasó. Las sociedades están al límite de la deshumanización total. Alrededor del mundo están ocurriendo cosas que rayan en lo inhumano. No es que antes no sucedieran, es que ahora el índice es muy elevado y las acciones son cada vez más increíbles y perversas.

En pocas palabras satanás nos está llevando de su mano.

No se trata de patos tirándole a las escopetas, sino de hijos a los padres, madres a los hijos, tíos a los sobrinos, vecinos a los vecinos. A Venezuela, a pesar de la delincuencia desatada, de la crueldad en las cárceles y la malignidad muchas veces presente en los ajustes de cuentas; siempre la pensaba alejada de ese grado de perversión y desajuste social, que sí observaba en la sociedad colombiana. Me refiere a estos dos países, porque su ir y venir, en los dos casos, lo vivo de cerca, y en el caso de Colombia es evidente el índice de violencia social existente.

Sin embargo, la cosa se está igualando, lastimosamente para mis connacionales.

Frecuentemente estoy leyendo noticias tan infames y violentas, que me hacen reflexionar sobre qué ha llevado a los venezolanos a encrudecer este grado de desajuste social.

Colombia es un país netamente violento, pues tiene en su haber muchas causas que denotan ese grado de maldad que existe en buena parte de su población; los principales detonantes son el consumo de drogas y alcohol, el estrés laboral, la desigualdad social, y por supuesto la violencia subversiva; sin embargo, en Venezuela las causas son dignas de un estudio profundo sobre tema.

Una hija de 53 años peleándose a golpes con su madre de 81 años hasta el punto de echarla a la calle golpeada y desamparada a plena luz del día, una hija apuñalando hasta la muerte a su madre porque no le aceptaba al novio, un hijo matando a machetas a sus padres por unas tierras, abuelos violando a sus nietas, un padre violando y asesinando a su hija adolescente, madres siendo partícipes de las vejaciones y violaciones de sus hijas e hijos de manos de sus padrastros, padres prostituyendo a sus hijas, vecinos asesinando a sus vecinas por diferentes motivos, estudiante asesinando a su compañera de clases por envidia; diría que estamos sobrepasando el límite, y algo hay que hacer.

La deshumanización, visto como un fenómeno que se basa en la pérdida de la dignidad humana y el respeto por la vida, lo cual se manifiesta en el trato cruel e inhumano hacia las víctimas de violencia; es un aspecto preocupante de la violencia intrafamiliar, ya que no solo afecta a las víctimas directas, sino que también tiene un impacto profundo en la sociedad, erosionando los valores y la cohesión social.

En Venezuela se ha observado un aumento en la perversidad de los crímenes familiares en los últimos años. Un informe del Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) reveló que, durante el primer semestre de 2022, se contabilizaron 950 asesinatos en el país. Muchos de estos crímenes han sido de carácter familiar, con casos de abuelos, padres e hijos involucrados en la planificación y ejecución de asesinatos de sus propios familiares.

Estos actos reflejan una fragilidad en los valores sociales y una aparente indiferencia hacia las consecuencias de tales actos. Por ejemplo, se reportó el caso de la niña de un año y 11 meses, Mildred Aleidys Mesa Yatare, quien fue víctima de abuso sexual y asesinato por parte de sus familiares, incluyendo a sus abuelos y su madre. Otro caso que conmocionó al país fue el de Reyna Esclusa Andrea de 36 años de edad, cuya muerte fue inicialmente simulada como un suicidio por su hermano, luego de haberle dado muerte ahorcándola durante una fuerte discusión entre ambos, mientras su madre y hermana encubrieron el asesinato.

Estos crímenes no solo son actos de violencia extrema, sino que también son indicativos de una profunda crisis social y moral que afecta a la sociedad venezolana. La convivencia durante la pandemia y la crisis social prolongada han exacerbado los problemas en las familias, llevando a actos de violencia que antes eran inimaginables.

La violencia intrafamiliar es un problema grave que afecta a muchos países; pero en Venezuela y Colombia, la cosa no pinta nada bien.

Podrían decirme, que, por ejemplo, en los Estados Unidos de América los casos sobrepasan estas cifras por mil, pero la alarma surge cuando nos referimos a países con escasos unos 28 millones de habitantes como Venezuela y unos 51 millones como el caso colombiano.

En Colombia, según el informe de Indepaz, desde 2016 hasta 2023, se han registrado aumentos significativos en varios tipos de violencia, incluyendo asesinatos de líderes sociales y desplazamientos forzados. En el primer trimestre de 2023, se reportaron 35 asesinatos de líderes y lideresas, así como 27 masacres.

Por otro lado, el Instituto Nacional de Salud de Colombia en su informe de 2021 destaca que los confinamientos durante la pandemia de COVID-19 y sus repercusiones sociales y económicas han incrementado la exposición de las mujeres a parejas con comportamientos abusivos y a factores de riesgo conocidos, limitando su acceso a servicios esenciales. Además, se señala que la violencia de pareja y las agresiones sexuales provocan graves problemas de salud física, mental y reproductiva a corto y largo plazo.

Causas letales

Las causas del incremento de la violencia intrafamiliar en sociedades como Venezuela y Colombia son multifactoriales y complejas, sin embargo, algunos de los factores que contribuyen a este fenómeno son:

Desigualdad de género: Las estructuras de poder desiguales y las normas sociales que perpetúan la discriminación de género pueden fomentar entornos donde la violencia intrafamiliar es más probable.

Falta de educación: La educación juega un papel crucial en la prevención de la violencia. La falta de acceso a la educación puede limitar la conciencia sobre los derechos humanos y las habilidades para resolver conflictos de manera pacífica.

Falta de habilidades para resolver conflictos: La incapacidad para manejar conflictos de manera constructiva puede llevar a la violencia como forma de “solución” a las disputas familiares.

Problemas económicos y estrés: Las dificultades económicas pueden aumentar el estrés en el hogar y contribuir a la tensión y la violencia.

Influencia de modelos de comportamiento negativos: Los individuos pueden aprender comportamientos violentos a través de modelos negativos en la familia o la sociedad.

Problemas no resueltos de la infancia: Las experiencias traumáticas o abusivas durante la infancia pueden influir en el comportamiento violento en la edad adulta.

Estos factores, combinados con otros elementos como el consumo de sustancias, la violencia normalizada en la sociedad y la falta de sistemas de apoyo efectivos, pueden contribuir al aumento de la violencia intrafamiliar. Es esencial que las sociedades implementen estrategias integrales que aborden estas causas subyacentes para reducir la prevalencia de este tipo de violencia.

Normalizando la violencia

Lamentablemente en los casos de Venezuela y Colombia, hay evidencia que sugiere una normalización de la violencia en ciertos aspectos de la sociedad. En Venezuela, las raíces de la normalización de la violencia se hunden en un complejo entramado de factores históricos, culturales y socioeconómicos. La violencia ha permeado la sociedad venezolana durante décadas, manifestándose en diversos ámbitos, desde la esfera familiar hasta la pública.

En Colombia, eventos violentos como masacres y conflictos armados han llevado a algunos a argumentar que la violencia se ha normalizado debido a su frecuencia y la aparente indiferencia de la sociedad hacia estos sucesos. Por ejemplo, sucesos como las masacres de Llano Verde y Samaniego han sido citados como ejemplos de esta normalización.

La normalización de la violencia puede tener consecuencias devastadoras para la sociedad, ya que puede llevar a la aceptación tácita de comportamientos violentos y disminuir la urgencia de buscar soluciones. Es crucial que se reconozca este problema y se trabaje activamente para revertir esta tendencia, promoviendo la paz y la justicia social.

Es importante que las sociedades de ambos países reconozcan la gravedad de este problema y trabajen juntas para implementar estrategias efectivas de prevención y apoyo a las víctimas, así como para promover una cultura de respeto y cero violencia.

Urge tomar medidas para restaurar los valores familiares y sociales. Brindar apoyo a las comunidades, específicamente a las familias, para prevenir y responder a estos crímenes atroces, es tarea de todos; desde nuestros hogares hasta nuestros gobernantes. La educación, el acceso a servicios de salud mental y el fortalecimiento de las instituciones de justicia son fundamentales para abordar estas preocupaciones y proteger a los más vulnerables en la sociedad.

 

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