Mensaje de Nochebuena
Celebrar la Navidad es momento de alegría, pero también de reflexión. Es necesario ver el nacimiento del Buen Pastor, Jesús de Nazaret, como un motivador para seguir su ejemplo de amor y solidaridad para con el prójimo. En estos tiempos difíciles en que el mundo es azotado por la enfermedad, la desunión y la violencia, hace falta redireccionar nuestras vidas hacia nuestra paz interna, y por ende contribuir a fortalecer los cimientos de una humanidad ya no tan humana.
Es hora de preguntarnos qué nos está pasando, por qué nadie es capaz de hacer buenas acciones. Es evidente que nuestro sistema de valores está socavado por propia mano. No se respeta la dignidad ajena ni la vida misma.
Está claro que nadie abona a la paz, habría que preguntarse dónde quedó nuestro lado noble e ir en su búsqueda.
El llamado es a amar sin esfuerzo, a tender la mano al prójimo. Convirtámonos en hacedores de milagros.
Un niño humilde en brazos de sus amorosos padres rodeado de solidaridad vino a nuestro encuentro convirtiendo su nacimiento en una verdadera Nochebuena, pues entonces agradezcamos ese pequeño detalle.
Escuché por ahí que los cambios no vienen de la noche a la mañana pero pueden comenzar hoy, pues tomemos esas palabras como nuestras y reaccionemos ante lo injusto, ante lo desleal, ante lo deshumanizado, y hagamos un mundo mejor, comenzando por nosotros.
La meta tiene que ser una: disfrutar de la vida con sus noches, sus días, sus atardeceres, sus sonrisas, sus amigos francos, con amor real y puro; si hacemos esto el cambio llegará y la gracia que nos ofreció ese hermoso Niño Jesús, renacerá.
